jueves, 29 de octubre de 2020

POR MIS MAYORES

Ahora que los años van pasando y mi infancia quedó atrás, recuerdo aquella época, cuando mi abuela me explicaba sus historias, las cuales comparto con todos ustedes no sin antes agradecerles sus comentarios.

 

HISTORIETAS DE MI ABUELA

 

Te voy a contar un cuento

que mi abuela me contaba,

cuando yo era niña

y que a mí tanto me gustaba.

Eran historias muy bonitas

con valores muy preciados,

que enseñaban a los niños

a ser leales y educados.

A caminar por la vida

con la bondad en la mano,

y a tratar al prójimo

como si fuera tu propio hermano.

Y aunque eso ya se ha perdido

yo te quiero recordar,

que para ser respetado

también tienes que respetar.

 

Me contaba mi abuela

que había un ancianito,

que a la gente se presentaba

pidiendo limosna y auxilio.

Y a aquellos que le ayudaban

riquezas recibían,

después que el ancianito

en silencio desaparecía.

 

Premiaba el trabajo

del campesino con fe,

cuando el anciano preguntaba:

"buen hombre, ¿qué hace usted?"

"Estoy sembrando trigo

a ver si Dios quisiera,

que este año tenga suerte

y la cosecha sea buena."

 

El anciano desaparecía

sin más explicación,

y Dios ayudó al campesino

por su sincera contestación.

La cosecha fue excelente

como nunca antes había sido,

y el campesino daba gracias a Dios

por el milagro recibido.

 

Un día llegó a una casa

cansado y sediento,

pidió posada y agua

y fue expulsado al momento.

Le echaron los perros

sin contemplaciones ni piedad,

"echad afuera a ese viejo

que no moleste más.

Aquí no hay agua

ni tampoco hay posada,

para un forastero haraposo

que engaña con la mirada."

 

El ancianito se alejó

dejando a tras la casa adinerada,

donde la pobreza de los demás

al rico nada le importaba.

Entonces la pobreza llegó a ella

y el rico pobre se quedó,

los perros se murieron

y nadie le ayudó.

 

Después llegó a un humilde hogar

agotado por el cansancio,

donde le ofrecieron agua y pan

y un lecho para su descanso.

Al llegar el nuevo día

el lecho vacío estaba,

y la fortuna sonreía

a quien allí habitaba.

 

Muchas historias eran

las que mi abuela explicaba,

con la familia reunida

pasando la velada.

Aquellas noches de invierno

al calor del hogar,

recibíamos lecciones

de amor y humanidad.

 

Te he contado un cuento

de los que mi abuela me contaba,

y aunque sus cuentos eran cuento

con ellos educaba.

 

Piedad Martos Lorente

 

10 comentarios:

CHARO dijo...

Estpendo el cuento que a la vez que entretiene educa.Yo he tenido la mala suerte de no haber conocido a mis abuelos y abuelas así que esos valores me los trasmitieron mis padres.Besicos

Piedad dijo...

Yo conocí a mis dos abuelas, pero la materna fue la que vivió con nosotros y nos explicaba sus historias.
Ahora que ya empieza a refrescar por las noches, mi hermana y yo nos sentamos frente a la chimenea mientras hacemos nuestras manualidades, ella ganchillo y yo macramé y recordamos aquellos tiempos de nuestra infancia. Que bonto… y que lejano queda todo.

Gracias a todos y todas y cuidaros mucho, que la situación está muy fea.

Elda dijo...

Precioso Piedad, una forma de educar de las más bonitas.
Un cuento muy hermoso que tú has poetizado con mucho ritmo en todos los versos haciendo rimar en asonantes muchas de ellos.
Me ha encantado leer este poema.
Un abrazo guapa y que tengas un bonito fin de semana.

Isabel para ALROMASAR dijo...

Qué maravillosa manera de educar y transmitir valores como el amor y el respeto. Yo aún recuerdo a mis abuelos y tengo la suerte de que mis hijas disfrutan de los suyos.
Tus post siempre son tan puros y sinceros que llegan al alma.
Estoy de sorteo en el blog...pásate y apúntate si te apetece, cariño
Besitos y cuidaos mucho

Unknown dijo...

Hermoso Piedad, me encanto!! y tan real...

Siby dijo...


Un cuento educativo y bello
es una linda forma de hacer
llegar el mensaje, un gusto
visitarte.

Besitos dulces
Siby

Manuel dijo...

Gracias, Piedad, por tan entrañable regalo que me ha hecho recordar a mi abuela y a mi madre -su hija- las dos buenas contadoras de cuento. Y me las has traído a la mente, porque siempre después del cuento venía la moraleja que a veces duraba más que el propio cuento, y ahí aprovechaban como tu bien dices para inculcarnos los valores de una buena educación y las enseñanzas que creían conveniente.
Yo, como seguro que muchos abuelos y abuelas, mantengo esta sana costumbre con mis nietos.
Un fuerte abrazo, estimada amiga.

Ernesto. dijo...

Recuerdos! Vivencias que vuelven una y otra vez para ser experimentadas de nuevo.

La rueda de la vida. Esa noria que gira y gira, y en ocasiones se detiene un momento...

Abrazos Piedad.

Recomenzar dijo...

Piedad Me gusta la musica tus letras.vivo el instante solo del momento para no sufrir mas
mil besos

Conchi dijo...

Hola piedad, que bonito es recordar las historias de nuestras abuelas. Cuídate amiga.

Besos.