viernes, 10 de enero de 2025

DESPUES DE FIESTAS

Espero que os encontréis bien después de fiestas. Yo sigo bien, que ya es mucho.
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FRÍO Y CALOR

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Un día de invierno

bajo un cielo gris,

los árboles desnudos

sin hojas que le hagan sonreír.

El viento racheado,

el sol escondido,

la gente paseando

con bufanda y abrigo.

Se visten de blanco

las montañas de los alrededores,

haciendo bello el campo

para nuevas felicitaciones.

En estas fechas vividas

con la ilusión de los niños,

de hacer grande la fiesta

que nos mantenga unidos.

Los copos de nieve

van tapando el sendero,

donde en verano se busca

el cantar del jilguero.

En árboles frondosos

de ricos follajes,

ahora vestidos de blanco

y luego de verde ramaje.

Porque todo es necesario

el frío y el calor,

la lluvia y la nieve

y los rayos del sol.

 

Por eso, siempre doy gracias

por el día que amanece,

por ver los cereales crecer

y las plantas que florecen.

Ver el agua en los arroyos

y los insectos en las flores,

los pajarillos volando

sobre un manto de colores.

Por eso y muchas cosas más

yo doy las gracias, Señor,

porque amanezca un nuevo día

con frío o calor.

 

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Piedad Martos Lorente

 

viernes, 13 de diciembre de 2024

NAVIDAD 2024

Queridos amigos todos.

Tengo que deciros que vuestros comentarios me   estimulan y me dan fuerza para seguir adelante, cosa que agradezco mucho, así como el saber cómo estoy. Pues bien, os digo que estoy bien, aunque con la dificultad que me dejó el ictus que no es poca, pero encantada de poder hacer lo que hago en compañía de mi hermana, que también está bien.

Quiero decirle a Bienaventurada, que me es imposible dejarle mis comentarios en su blog, ya que mi ordenador no lee el cuadro de edición.

También os deseo feliz Navidad y próspero año nuevo. Que éste venga lleno de paz, amor y salud para todo el mundo. Donde hay jóvenes hay fiesta, así que adelante.

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Si Navidad es paz y alegría,

hagamos Navidad cada día.

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Hoy llego a tu puerta

con el corazón en la mano,

y el deseo de encontrarla abierta

para darte un abrazo de hermano.

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Como si fuera paloma

vestida de blanco plumaje,

vuelo y vuelo sin cesar

para traerte este mensaje.

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Que la salud te acompañe

y la paz esté siempre contigo,

que la felicidad no te abandone

y el amor permanezca vivo.

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Piedad Martos Lorente

domingo, 24 de noviembre de 2024

A MÍ MANERA

Amigo Teclas, hace tiempo que no te hablo ni te cuento nada. ¿Te acuerdas cuando era pequeña? Allá donde vivíamos no había colegios ni nada que se le pareciera. Teníamos un maestro que nos enseñaba lo más básico pero a mí me duró poco la enseñanza y me vi obligada a dejarla.

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A mi manera

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Cuentos y relatos

y en medio una poesía,

que escribo sin saber

las reglas de la ortografía.

Escribo a mi manera

sin recibir enseñanza alguna,

las circunstancias de la vida

me prohibieron de tal fortuna.

 

La oscuridad de la noche

se presentó una mañana,

cuando brillaba el sol

y yo lo veía por la ventana.

Sin previo aviso

se oscureció el día,

quedándose conmigo

para hacerme compañía.

 

Desde entonces va conmigo

rodando por donde yo voy,

me habla de las cosas bonitas

y las feas ni cuenta me doy.

Aunque estas son amargas

y dejan mal sabor de boca,

yo, lanzo por la vida

y nada me provoca.

 

Cosas del destino

que hizo cambiar los recuerdos,

dándole el valor

a las cosas que no tengo.

Los astros en el firmamento

y bajo el cielo azul una nube blanca,

la oscuridad que se presentó

a mí, todo me lo amaga.

 

Piedad Martos Lorente


 

martes, 19 de noviembre de 2024

Después de algun tiempo

Queridos amigos y amigas.

Después de un tiempo sin ponerme en contacto con ustedes, hoy parece que ha llegado a su final. No era culpa ce nadie, sino de unos pequeños cambios que ha hecho Blogger y a nosotros, los invidentes, nos han fastidiado. Pero con un poco de suerte en unos pocos días estaré con todos ustedes. Esperemos que por mucho tiempo no vuelvan a cambiar nada que nos pueda afectar.

Les mando un abrazo con el deseo que se encuentren bien.

Piedad.

martes, 12 de noviembre de 2024

EN UNA JAULA DE ORO

EL SUEÑO DE UN PAJARILLO

 

En una jaula de oro

con los barrotes dorados,

vive un pajarillo

con los vuelos cortados.

Canta alegremente

mirando en la lejanía,

de tener alas libres

para volar algún día.

Pero pronto se recuperará

Y volará sin cesar,

disfrutando del aire puro

y la forma de llegar.

Cruzará nuevos horizontes

Cumbres y valles,

Sierras, ríos y montañas

Y vegas con muchos árboles.

Cruzará pequeños pueblos

Y grandes ciudades,

Sabrá de historias y monumentos

De iglesias y catedrales.

Pero todo quedó en un sueño

y los sueños, sueños son,

se rompieron las alas

y el pajarillo al suelo cayó.

Se metió en su jaula

y esperó nuevamente,

que se cumplieran sus deseos

con la ilusión de siempre.

Y soñó con volver a volar

por tierras y mares,

dentro de una jaula de oro

hasta que los sueños se acaben.

 

Piedad Martos Lorente

 

lunes, 12 de agosto de 2024

APRENDIZAJE EN BRAILLE

Cuando me afilié en la ONCE tenía cincuenta y tres años y, lo hice por aprender el método Braille. Yo no tenía idea de lo que era eso, ya que nunca lo había visto. Cuando ya estaba afiliada, alguien me dijo que eso era muy difícil, por lo que no volví a la agencia de la ONCE.

Pasado unos meses recibí una llamada del director, en la que me hacía saber que iban a venir a verme del consejo territorial. Aproveché el momento para decirle el pesar que tenía sobre lo que me habían informado. El método Braille no era para mí, porque era muy mayor para aprender algo tan distinto a lo que yo había soñado. el   director me contestó.

-Todo es difícil hasta que no se aprende. Aquí tengo un alfabeto, si quieres te lo puedes llevar para ojearlo. En breve vamos hacer un cursillo, al que te puedes apuntar.

Esa frase y la manera de hablarme me llenaron plenamente de esperanza, alegría y satisfacción. Me llevé el alfabeto y una semana más tarde el libro de aprendizaje. Cuando acabé de leer el libro, entonces supe que este método tiene seis puntos y de esos seis puntos salen el abecedario, todos los signos de puntuación y los números.

Cuando empezó el cursillo yo ya me había leído tres novelas. Escribir lo dejé para el curso, que me enseñaron a escribir a máquina y a mano y, eso que me dijeron que el método Braille era muy difícil, pues para mí no lo fue absolutamente.

 

 

No hay nada que me entusiasme tanto

como las ganas de aprender,

nada es difícil

si algo quieres saber.

El refrán bien lo dice

que el saber no ocupa lugar,

si las manos las tienes bien

déjate llevar.

Ellas descubrirán algo nuevo

para la vista muy especial,

se trata del método Braille

que tienes que recordar;

los puntos de cada letra

y la numeración que tienen,

sin pasarte del uno al seis

como un juego te entretiene.

Hay que saber que son en relieve

y que el tacto es el que manda,

con el dedo índice

describen lo que hallan.

 

Para el que quiera saber

como es este método,

la ficha de seis de dómino

por ejemplo, yo le pongo.

 

Después he enseñado a barias personas afiliadas como yo, con ganas de aprender y otras no tanto, pero lo han intentado.

 

Piedad Martos Lorente

jueves, 11 de julio de 2024

PARA NIÑOS Y MAYORES

Hola, amigos y amigas. Estamos en vacaciones y tendrán hijos y nietos dispuestos a escuchar un cuento. Pues bien, yo les dejo este esperando que le guste.
Lo escribí antes de tener el ictus.
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LA CUENTISTA
Había una vez una Cuentacuentos que siempre tenía algún cuento para contar a todos
los niños que deseaban escuchar sus historias.
Un día de primavera, cuando ésta estaba en todo su esplendor, salió a pasear
deleitándose con las flores de los jardines. Le encantaba la naturaleza, así que se sentó
en un banco de un parque a la sombra de los árboles florecidos que lo rodeaban. Desde
allí observaba a los niños que jugaban alegres y contentos con sus juguetes preferidos,
mientras otros corrían detrás de la pelota. Podía oler el aroma de las flores y oír el trino
de los pajarillos al tiempo que contemplaba la zona infantil, rebosante de vida, risas y
felicidad.
Distraída en los juegos de los chavales, no se dio cuenta que ella también era observada
desde el otro extremo del parque. De pronto, se vio rodeada por un grupito de niños y
niñas que preguntaban todos a la vez:
-¿Cómo te llamas? Tú eres la cuentista de los cuentos, ¿verdad? ¿Por qué estás aquí?
¿Nos vas a contar un cuento?
La Cuentacuentos sonrió dulce y afable, al tiempo que preguntaba:
-¿De verdad queréis que os cuente un cuento?
-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! –gritaron todos contentos.
-Pues vamos allá.
Érase una vez dos niñas llamadas Adelaida y Elizabeth, que vivían en el campo muy
lejos de la ciudad. Las personas que habitaban en aquel lugar eran todas muy pobres.
Adelaida vivía con sus papás y sus hermanos mayores. Su casa estaba construida dentro
de una cueva. No tenían agua, por lo que tenía que ir a la fuente o al río a por ella con
un cántaro. Tampoco tenían luz eléctrica para alumbrarse cuando era de noche. Se
alumbraban con un candil de aceite, en el cual se le ponía una especie de mecha para
que ardiera y su llama, similar a la de una vela, daba luz a la estancia. Cuando iban de
una habitación a otra, cogían el candil en la mano y así veían por donde andaban.
Elizabeth vivía con sus papás y dos hermanos más pequeños que ella, en otra casa
similar y en las mismas condiciones que la de Adelaida.
Estas dos niñas eran amigas inseparables. Siempre estaban juntas. Jugaban sin juguetes
porque la pobreza de su familia no le permitía comprar ninguno, pero aun así, eran muy
felices.
Adelaida se construía ella misma sus casitas en la tierra, igual que su papá construyó la
vivienda donde vivía junto con su familia. Cuando a su mamá se le rompía algún plato,
Adelaida cogía los trozos rotos ya que era lo único que podía aportar a su casita. Esos
trozos de loza era lo más parecido a los juguetes de cocina. También se hacía las
muñecas de trapo, que compartía con Elizabeth.
Un día pasó algo terrible. El destino negro de Adelaida se cruzó en su camino
sembrando toda su crueldad, la cual alcanzó a la niña plenamente.
En menos de un segundo los ojos de Adelaida se quedaron sin luz.
Ya no podía correr por el campo con su amiga, ni jugar al escondite. No podía ver las
estrellas en la oscuridad de la noche, el cielo azul, las nubes blancas, los pajarillos en los
nidos, las flores silvestres ni muchas cosas más. Pero a pesar de todo, no perdía la
esperanza de que algún día volvería a ver y todo sería igual que antes.
Lo que la niña ignoraba era que los ojos de Elizabeth serían para ella la luz que los
suyos no tenían para guiarla en sus pasos, en sus juegos y correrías por el campo, así
como para leer. La mamá de Elizabeth compró cuentos para que ésta, con la gracia que
solo ella sabía, se los leyera a su amiga querida. A Adelaida le encantaba oír aquellas
historias impresas en aquellos cuentos ilustrados, que tampoco veía, pero que sus
personajes cobraban vida en la voz de su amiga. Y es que Elizabeth leía tan bien… que
Adelaida se quedaba extasiada.
Después de todo tenía suerte, pensaba la niña, de tener una amiga como ella. Su amiga
del alma, la que nunca olvidaría por muchos años que pasaran, como tan poco olvidaría
el calor de la mano en la que apoyaba la suya para dejarse llevar, la bondad de su
corazón con la que la arropaba y aquellas historias que le leía.
Adelaida creció y se hizo mayor, pero también se hizo fuerte, muy fuerte y luchó contra
su destino y contra los obstáculos que encontraba a su paso por la vida. No veía con los
ojos, pero veía con los demás sentidos, sobre todo con el tacto. Amaba a la naturaleza y
a las personas de buen corazón. Y aunque ya no vivía en aquel lugar, en su mente
conservaba las imágenes de cuando veía y en su corazón, el cariño que siempre le tuvo a
su amiga, ahora separadas por la distancia.
Cuando acabó su narración, los niños y niñas aplaudieron a la cuentista. Les había
contado un cuento, pero no había contestado a una de las preguntas.
-¿Cómo te llamas? -había preguntado una niña, la cual volvía a repetir la pregunta.
Ella contestó:
-No importa el nombre, pero llámame Victoria, como la victoria que obtuvo Adelaida al
luchar para superarse ante su destino.
Piedad Martos Lorente