miércoles, 22 de julio de 2020

POR LOS MAYORES

Muchas personas mayores se ven obligadas a abandonar su hogar para irse a la residencia sin desearlo, por diversas circunstancias.
Hoy, mis letras van dedicadas a esas personas ya que conozco algunos casos que tuvieron que salir de su propia casa como si molestara en ella, cosa para mí muy triste.
 
 

EL ESPEJO Y ELLA

 

Con una gamuza en la mano, suave y lentamente, quitaba el polvo de los muebles de su habitación.

Más que sacar el polvo de ellos, parecía acariciarlos.

Se recreaba en cualquier punto de la madera con el pensamiento  ausente… o tal vez, era despidiéndose…

Se miró en el espejo y esbozó una leve sonrisa envuelta en melancolía, con la tristeza a flor de piel.

De sus labios brotaron un susurro de palabras dirigidas al espejo en el que se miraba, al tiempo que éste seguía sus movimientos.

"Mi querido espejo, amigo y confidente: tal vez hoy sea el último día que pase mis manos con esta gamuza por tu precioso marco, el cual he conservado lo mejor que he podido para que no pierdas la calidad y belleza que te dieron en tu creación.

Tú y todos los demás complementos, que componen el mobiliario de esta habitación, habéis formado parte de mis tesoros más preciados.

Todos habéis sido testigos de lo vivido a lo largo de mi vida, de lo bueno y de lo malo. Todos son recuerdos que jamás olvidaré.

Esa ventana, por la que contemplaba el paisaje hasta perder la vista en el horizonte, y por la cual, ahora, traspasan los rayos de sol iluminándote hasta conseguir que brilles intensamente, hoy me es indiferente…

El paisaje ha perdido su belleza ante mi vista.

Esta habitación, alegre y cálida, en la que viví los momentos más felices de mi vida, ahora la siento fría, triste y oscura, a pesar de esos rayos que destellan ante ti desprendiendo el mismo calor de siempre.

Sí, mi querido espejo, me tengo que desprender de todo esto, de mis recuerdos, de mis muebles… incluyéndote a ti, porque esta habitación ya no me pertenece.

Yo ya soy mayor y esta alcoba es demasiado amplia para una mujer… sola.

Sí, soy mayor y, además, estoy sola.

Ellos me llaman vieja… vieja, pero de buen servicio todavía, diría yo.

Tengo clara la mente y me valgo por mi misma.

Me siento joven y, a veces, hasta me siento niña y todo.

Comprendo que, ahora, esta habitación la tienen que ocupar los jóvenes.

Ellos ya no me necesitan para nada.

Los niños son grandes, van solos al colegio, así que me han dicho que estaría mejor en la residencia y así no me molestarán cuando traigan a sus amigos o quieran salir de viaje.

Yo lo comprendo, ¿sabes?

Ya no les hago falta.

Tú acabarás colgado de la pared en el cuarto trastero, junto con los demás muebles de esta habitación.

Sois demasiado antiguos para formar parte del mobiliario de los jóvenes modernos.

Yo acabaré en otro cuarto trastero, de objetos humanos, lejos del calor del hogar.

Ya no sirvo para cuidar los niños… o mejor dicho, los niños ya no me necesitan, solo necesitan mi espacio.

Recuerdo cuando los llevaba al colegio, impecables, sin faltarles un detalle.

Por la tarde, cuando los recogía, los llevaba al parque.

¿Cuántos años habrán pasado?

Tres… cuatro… cinco…

El tiempo va tan rápido…

El caso es que yo jugaba sentada en el suelo como ellos, cosa que no hacían sus padres por culpa del trabajo… siempre el trabajo.

¿Y sabes una cosa?

Disfrutaba como una niña…

Qué lástima de tiempos…

Y qué lástima de hogar, que no haya espacio en él para la que lo fundó."

 

 

 

Igual que vuelan las hojas secas

volaron las ilusiones,

y volaron los sueños

como vuelan los pétalos de las flores.

 

Todo vuela en esta vida

el pasado se fue con el tiempo,

las hojas y las flores

vuelan con el viento.

Y al llegar la primavera

los jardines florecerán de nuevo,

en los parques jugarán los niños

quedando a tras el abuelo.

Que junto a las hojas y las flores

dan paso a la nueva vida,

porque todo nace y todo muere

aunque duela la despedida.

 

Piedad Martos Lorente

 

22 de julio de 2020

14 comentarios:

Piedad dijo...

Como siempre os dejo un ramillete de besos, gratitud y mis mejores deseos para cada uno de ustedes, con el fin de que tengan un buen verano a pesar de las circunstancias que nos rodean.
Yo sigo aquí, en el mismo sitio si no me tengo que confinar otra vez. espero que no.

Elda dijo...

Muy hermoso el relato, y triste este destino. Tiene que ser duro dejar todo lo que ha formado parte de la vida, y más triste todavía que para los hijos ser una molestia.
Yo les he dicho a mis hijas que no quiero residencias, :))), pero a saber...
El poema es delicadamente precioso, me ha gustado mucho.
Un abrazo Piedad, y cuídate.

Isabel para ALROMASAR dijo...

Me emocionas con tus palabras, Piedad.
Bella y al mismo tiempo triste reflexión.
Hasta ahora hemos cuidado de nuestros mayores en casa y esperamos poder seguir haciéndolo: que menos que reciban lo mismo tras toda una vida de cuidados y amor.
Besitos

CHARO dijo...

Precioso y muy emotivo Piedad.Besicos

Ernesto. dijo...

Un relato natural y muy real en estos tiempos.

Me vienen al recuerdo mis dos abuelas. Ambas acabaron en "residencias"... en aquellos tiempos. Eran otra historia.

La de Galicia, en la de las monjas en el centro de su pueblo. Pocas residentes, trato humano y bien cuidadas. Salía de paseo cuando quería, etc. La familia no residíamos en esa zona.

A su fallecimiento, las monjas nos relataban lo que fue su estancia tranquila y feliz.

La de Ibiza casi igual. Monjas, trato parecido, humanidad, respeto. Ausencia absoluta de "beneficios económicos", etc. Tampoco residíamos allí.

También ella tenía un espejo... pero ya no se veía en él. La demencia era parte de su esencia...

Un gran relato Piedad. En el que, personalmente, no me veo. Ignoro el futuro. Tampoco me pre-ocupa. Vivo el día a día activo, creativo. Sigo siendo el de "siempre"...

Gran abrazo amiga.

Marina Filgueira dijo...

Ay, Piedad, amga!

¡Qué historia tan triste y verdad tan grande, amiga! Los hijos qué poco valoran lo que tanto valor tiene. Pero recogerán lo que siembran. Y es que, además, algunos ni se acuerdan más de ellos, ni siquiera los reclaman cuando mueren. Con esto de los muertos en las residencias en esta pandemia, se le ha visto el plumero a muchos hijos y nietos.
En mi familia, los mayores estuvieron en su casa hasta el final de sus días y además eran nuestros mejores consejeros. Y tengo algunos familiares con Alzheimer y los cuidan en sus casas donde vivieron siempre.
Gracias Piedad, y te felicito por este post tan real y bien narrado.
Te dejo un fuerte abrazo y mi gratitud.
Feliz fin de semana.

Marina Filgueira dijo...

¿Colgaría tu post en mi página de Facebook, con tu nombre naturalmente? Si no te importa, O tienes tu página allí?

Mari Carmen dijo...


Me emociona esta gran entrada.
Es una pena que se tengan que marchar de su propia casa. No me gustan las residencias...

Un beso preciosa.

Ángeles dijo...

Hola querida Piedad, al fin te encuentro, ¿como estás Cariño? has dejado una entrada que hace llorar, yo también conozco a personas que de la noche a la mañana han desaparecido del piso, sin que se sepa donde las han dejado sus hijos. Es muy triste en la etapa más frágil de nuestra vida, que nos veamos solos. pero hoy hay muchas personas en esta situación y es doloroso.
Me encanta la semsibilidad que has dejado lo mismo en el relato que en la poesía, no dejas de escribir nunca, dejas huellas muy hermoss que todos podemos ver.

Desde el corazón, un gran abrazo.

Bienaventurada dijo...

Que lindo y triste relato, querida Piedad, yo lleve a mi abuela a vivir a mi casa con mamá, fue un gesto de amor nuestro, cuando murió mi abuelo y gracias a Dios pudimos no dejarla en un hogar, para que no sintiera esa soledad. Un abrazo con mucho cariño.

Marina Filgueira dijo...

¡Naturalmente piedad! Pero dime tu apellido pues no sé, solo con tu nombre...
Me gustaría poner nombre y apellido y el título del blog o el nombre, mejor dicho. ¿Pues solamente piedad? Te lo agradezco mucho por qué es un post digno de que lo vea mucha gente, te felicito y te doy mi enhorabuena, eres una gran escritora se te da todo muy bien, prosa verso, cualquier cuento historia que pase por tus manos, brillará siempre. Que Dios te bendiga y que sigas mucho tiempo escribiendo.

Te dejo mi correo correcto, a ver así me llegan tus letras es un poco más seguro para hablar muchas cosas entre tú y yo.
Yo soy muy mayor y tengo más de todo ya sabes, amiga.

mfilgueirag@hotmail.com.
Un abrazo enorme y bendiciones rena. ¿A ver si hablamos sí? reina.

Manuela Fernández dijo...

Tu texto es muy triste, tan triste como real. Cuántas personas hay que se identificarían con tu protagonista ¡¡¡¡ Es una pena que muchas familias se hayan deshumanizado, porque las residencias tienen su utilidad, hay muchas personas que tienen que ser asistidas en ellas sin más posibilidad, incluso hay personas que prefieren vivir rodeadas de más personas de su misma edad y circunstancias, pero son las menos.
La cuestión es que tu relato es tan real que incluso tu protagonista acata con resignación la decisión familiar de una residencia. Es tanto amor la que los mayores tienen por sus hijos que incluso se inventan una escusa que ellos mismos se la creen.
Es una pena.
Felicidades por tu texto,
BEsos.

Recomenzar dijo...

Me gusta leerte
Me transportas a otro momento
Y sin momentos
nada mas que el hoy
seguimos viviendo abrazo

Marina-Emer dijo...

Mi querida e inolvidable Piedad: llevo una mala temporada con las tensiones ,siempre me bajan mucho y en este caos da la corona-virus y sufrir por mis hijos ,me debilité mucho y me cuesta recuperar bien. El humor de versar no le pierdo y escampo rimas al viento para todos mis seguidores que no olvido...
No dejes de visitarme que mis rimas son para ti también .
Te quiero Piedad y cuantos años han caído ya .
Besitos
Marina