jueves, 11 de julio de 2019

UN NUEVO RELATO

EL CORRAL DE PATRY

 

 

Había una vez un lugar lejos de la ciudad, que era diferente a los demás.

En ese lugar no había contaminación porque no había coches, ni aire acondicionado, ni calefacciones, ni plásticos, ni fábricas con residuos contaminantes. El cielo era azul celeste limpio y transparente. Las nubes blancas parecían de algodón, suaves y esponjosas que formaban figuras bajo el azul del cielo.

En aquel lugar había un río con agua cristalina y en el agua había muchos peces. También habían muchos pájaros que anidaban en los árboles y siempre estaban cantando. Unos cantaban por la madrugada y otros cantaban a todas horas del día.

Tampoco había colegios donde estudiar.

En aquel lugar, había una niña llamada Patry que vivía con sus padres, que a falta de escuelas, ellos la educaban y le enseñaban todo lo que ellos sabían. Vivían en una casa cueva en la que siempre tenían la misma temperatura. En invierno no hacía frío y en verano no hacía calor por lo que no necesitaban calefacción ni aire acondicionado. Patry era dulce y obediente y aprendía todo lo que se proponía. Por la noche miraba las estrellas que brillaban iluminando el paisaje que le rodeaba. No tenía juguetes pero era muy feliz jugando en el campo. Cogía flores silvestres con las que adornaba su casa.

Su papá hizo un corral para que Patry tuviera animales. Tenía conejos, pollos, gallinas, pavos, una cabra  y cerdos. También tenía una cuadra con dos caballos y un burrito.

Y es que a Patry le encantaba la naturaleza que le envolvía. Las flores… los pajarillos… los animales que había en su corral y en su cuadra, a los que ella cuidaba con la ayuda de su mamá y de su abuela.

Un día, la cabra tuvo una cabrita muy chiquitita. Patry se puso muy contenta cuando vio lo bonita que era, pero era tan pequeña y frágil, que parecía que se iba a morir. Por eso prestaba toda su atención a aquel animalito tan indefenso y débil.

-¡Mamá, mamá! ¡Abuelita, abuelita!

-¿Por qué gritas, hija?

-¡Venid rápido! ¡La cabrita está muerta!

-¿Qué dices, hija?

-¡Sí, la cabrita está muerta, no se mueve!

Su mamá y su abuelita llegaron al corral, donde esperaba Patry angustiada casi llorando, al ver que su cabrita estaba estirada en el suelo sin moverse.

-Mirad como está. Parece muerta, ¿Verdad?

La abuela puso su mano en el pecho del animal y vio que respiraba.

-No, no está muerta. Respira aunque eso sí, está muy débil. Posiblemente se muera.

-Qué pena. Yo no quiero que se muera. La cuidaré para que eso no ocurra, es mi preferida.

-Déjala que descanse.

 

Cuando Patry regresó al cabo de un buen rato, la cabrita estaba brincando alrededor de su madre. La niña gritó contenta y alegre.

-La cabrita se ha salvado, ¡Urra!

Por la noche, antes de irse a dormir, volvió al corral para comprobar que la recién nacida seguía bien. La alegría de la niña se disipó al ver en el estado que la encontró. Volvía a estar moribunda estirada en el suelo.

-Mañana ya estará muerta. Casi no respira… pobrecita.

A la mañana siguiente, cuando Patry volvió al corral, la cabrita estaba más fresca que una rosa. Pero eso duró poco ya que al rato volvía a estar medio muerta. Así se pasó varios días y Patry ya no sabía qué pensar. Cuando salía contenta del corral y volvía con la misma alegría, se encontraba con la escena de verla a punto de morir. Y cuando volvía pensando en que ya habría fallecido, la encontraba saltando y brincando.

-Mamá, ¿Por qué hace tantos cambios?

-Porque ha nacido débil y todavía no se ha recuperado del todo.

Un día, cuando Patry volvió al corral, los ojos de la cabrita, alegres y juguetones,  se fijaron en la niña que la observaba con sorpresa, como si quisieran hablarle. El brillo de sus ojos parecía decir lo que ella no podía hablar: "Gracias, Patry, por cuidarme. A partir de hoy, yo seré tu fiel amiga". La niña sonrió.

-¿Sabes una cosa, cabrita? Hoy te veo mucho mejor y creo que te vas a salvar. Esto ha sido un milagro. Te he visto tantas veces casi muerta… que no me lo puedo creer. Claro, también es cierto que le he pedido mucho al dios de los animalitos para que te salvaras y me ha escuchado. Gracias a Dios. Te voy a poner un nombre, ¿te parece bien? Como dios ha hecho un milagro ¿qué te parece si te llamo Milagritos? Sí, te voy a llamar Milagritos. Tus ojos me dicen que te gusta el nombre.

 

Cuando Patry estaba lejos de la casa, gritaba: "Milagritoooos". Y la cabrita le respondía con un graznido suave y tierno en señal de que la entendía y salía corriendo a su encuentro.

Las dos jugaban en el campo. Corrían y saltaban. Cuando la niña se sentaba en el suelo, Milagritos se subía en su espalda y le echaba las patitas por los hombros y le cogía el pelo con la boca. Las dos fueron felices en aquel lugar diferente, lejos de la ciudad y lejos de todo aquello con lo que hoy juegan todos los niños del mundo.

 

Piedad Martos Lorente

16 comentarios:

Piedad dijo...

Os dejo este nuevo relato aunque viejo, con el que recuerdo otros tiempos en los que se respiraba aire limpio y puro.
Con él os deseo que tengáis un feliz verano. No por eso os voy a dejar solos... ¡sigo aquí!

¡Gracias por vuestra visita!

CHARO dijo...

Describes un lugar paradisiaco.Tu cuento es muy entrañable.Besicos

Elda dijo...

Un cuento muy bonito y un lugar maravilloso para vivir solo con lo que ofrece la naturaleza,
que es mucho sino la contaminara el hombre con todo lo que ya conocemos.
Un placer la lectura Piedad, que tengas un bonito fin de semana.
Un abrazo.

elchicodelmetro (María Glez) dijo...

Los niños de hoy en día jugaran con un videojuego en el que pueda jugar con una cabra en el campo sin saber que quizás tuvieran la posibilidad de hacerlo realmente si levantaran la cabeza. Qué nostalgia de infancias bonitas!

Un saludo, Piedad.

Kasioles dijo...

Casualmente tenía abierto el ordenador y he visto tu correo.
Hoy no te leo, pero volveré para hacerlo, me esperan para ir al pueblo, hoy hace un calor insoportable en esta ciudad y huyo siempre que puedo.
Agradezco tus letras y aciertas en todo lo que dices, hay cariños y amores que dejan profunda huella y van conmigo donde quiera que vaya.
Abrazos y buen fin de semana.
Kasioles

Bienaventurada dijo...

Lindo relato!! , cierto que deberíamos volver a lo natural y todo sería mejor, da pena ver niños inmóviles por pantallas, que ya no saben entretenerse sin una de ellas, desde mi frio Chile, te envio un gran abrazo con cariño.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Piedad!

Es un maravilloso relato, amiga: y describes un mundo ideal donde yo y muchos más nos gustaría vivir y dejar a nuestros hijos y nietos.

Este texto es una buena y bellísima metáfora, para que reflexionemos y tratemos de una manera u otra todos luchemos para conseguir la balla de dejar un planeta más limpio, difícil pero no imposible.

Me ha encantado leerte, Piedad, gracias.
Te dejo mi inmensa gratitud y mi gran estima.

Un abrazo con el corazón y se muy, muy feliz.

Marina-Emer dijo...

Querida Piedad ; me da mucha alegría verte en mi blog ,ahora los blogs no están tan de moda como cuando empezamos nosotras...recuerdo nuestra hermosa amistad y aunque no nos vemos mucho tu sabes bien que jamás te olvidaré ,me dejas buenos recuerdos y una leal amiga de principios del furor de los blogs...Piedad jamás te olvidaré ,eres una luchadora del saber y hacer ,una gran amiga y fuiste una gran esposa.
Me encanta este cuento ,los niños son siempre inocentes y nobles .bueno no puedo demorarme .es algo tarde y están a punto de llegar mis hijos de YOGA.
BESITOS CIELO Y NO ME OLVIDES.
Marina

María C. dijo...

¡Ah! Qué relato tan hermoso y tierno, Piedad. Sonó como el cielo en la tierra. Como el paraíso al que todos somos llamados.

¡Milagritos! ¡Molagritos! Precioso, dulce como la miel.


Muchas gracias, amiga. Un abrazo con cariño.

Kasioles dijo...

Bonito cuento y bonita lección también se puede sacar de él.
Con cosas muy sencillas, los niños de antes jugaban, se divertían y eran felices, hoy, pese a todos los adelantos técnicos, muchas veces no se ven satisfechos, siempre quieren más.
En fin, les hemos dado demasiado y ahora tendremos que afrontar las consecuencias.
Acabo de regresar del pueblo y cumplo con lo que te decía: ¡Volveré a leerte!
Cariños y buen comienzo de semana.
kasioles

Trini Altea dijo...

Hola Piedad, me encanta venir y leerte, se te da muy bien escribir, me gusta tu relato.
La foto de ese campo verde es preciosa.
Que tengas una buena semana. Besos Trini desde Almería

Ángeles dijo...

Mis más sinceras felicitaciones Piedad, por la escritura de este relato lleno de ternura hacia la cabrita Milagritos, yo creo que los animales saben captar todo nuestro amor y nos conocen, porque el amor el mayor de los sentimientos y él puede hacer verdaderos milagros.

He intentado hacerme seguidora de tu blog, pero no sé que pasa que no me lo permite, aun así sabes que te quiero y te deseo todo lo mejor.

Feliz verano Piedad, con un abrazo desde el corazón.

Mari Carmen dijo...


Me encanta venir a leerte, es una delicia y es bonito, has elaboraddo un cuento precioso, un lugaar maravilloso y lo describes con un encanto muy especial, como intuyo que eres tú.

Que pases un buen verano y no cierres el blog nunca, jamás...

Besos.

Mari Carmen dijo...


BIS: Hace tiempo que intento hacerme seguidora tuya, creo que no tienes activado el espacio ese. Lo intento igual que nuestra amiga, Ángeles y otras más...

¿Cómo podría hacer?

Besitos.

Manuel dijo...

Creo que es el cuento más tierno y dulce, que he leído en mi vida, y con el que más he disfrutado. Con eso te lo digo todo.
Un fuerte abrazo, Piedad.

Mari Carmen dijo...

Hola Piedad. También tengo dificultades para dejarte comentarios en tu blog, pero con empeño, nos salimos con lo nuestro.

Preciosa entrada.

Besos.