lunes, 10 de noviembre de 2025

LA VOZ DEL DESTINO

Quiero darle las gracias a Juan Ramón Santana Vázquez, Daniela Silva, Rajani Rehana, por sus visitas en mi blog y decirles que no he podido entrar en el suyo. Pues como ya saben, se trabaja diferente, aunque el ordenador es lo mismo que cualquier otro. Así, que si les ha gustado la puerta está abierta para todo el mundo, que quiera venir y yo les quedo muy agradecida. Igualmente, dejo un ramillete de besos y abrazos para todos y todas, con un lazo de amistad y un letrero que dice: aquí estaré siempre mientras las circunstancias me lo permitan.

Y ahora disfruten leyendo.

Ha, si adivinan a quien va dirigido el relato se han ganado un premio, que consiste… ¡En la próxima entrada os lo digo, jajaja!

*

LA VOZ DEL DESTINO.

 

Un día, el destino, fiel a su deber de no dejar a nadie sin visitar, pasó lista a los seres que habían sido concebidos, para colgarles la etiqueta que tendrían que llevar durante su andadura por la vida. Se paró a conversar con uno de ellos que ya se preparaba para iniciar su llegada.

 

-Eh, tú, despierta. Pronto llegarás a la vida.

-¿a la vida? ¿Qué es eso?

- La vida es… Bueno, eso lo sabrás cuando llegues a ella. Nacerás y serás un ser más en la tierra. Serás niña, tendrás el cabello castaño oscuro, ojos grandes y tez fina y tierna. Serás muy querida por todos aquellos que te rodeen  y, tú, debes ser dulce, alegre y obediente en todo. Crecerás entre la naturaleza y serás una criatura sana.

-¿Qué es la naturaleza?

-La naturaleza es algo muy hermoso que tienes que saber respetar y cuidarla igual que  te cuidarán a ti. Con mucho amor, porque ella nos da la vida.

-Pero si no me explicas como es, yo no la conoceré.

-Sí, porque vivirás con ella. Vivirás en el campo entre plantas, árboles, cereales, flores, mariposas, pájaros, todo ello muy bonito. Tendrás dos piernas fuertes para correr y jugar, dos brazos para abrazar, dos manos para coger flores y dos ojos para ver los colores, los astros del cielo en la oscuridad de la noche  y la belleza que te rodee hasta el horizonte. No tendrás juguetes pero serás una niña muy feliz. Y cuando hayas conocido todo lo que te he dicho, yo volveré otra vez a hablar contigo.

-Vale.

 

Así fue. A los nueve años de edad, la voz del destino se hizo escuchar y de nuevo conversó con ella.

 

-Veo que has cumplido todo lo que te dije… Dime, ¿qué te gustaría ser de mayor?

-Cuando sea mayor quiero ser peluquera. Me gusta mucho cortar el pelo… Bueno, también quiero ser modista porque cuando mi madre cose mi ropa, yo también coso y lo hago muy bien, de verdad. También lavo la  ropa cuando mi mamá lava y por eso, también voy a ser lavandera.

-Muchos oficios son esos… Pero me has demostrado que tú eres capaz de hacerlo todo. Te voy a poner a prueba. Tú vas a ser cuidadora y serás admirada por todo el mundo que te conozca, porque lo harás sin vista.

 

La niña no conocía las intenciones del destino, hasta que un día, algo llamó su atención. Era un objeto desconocido, que la niña cogió con sus manos después de verlo varias veces.

Allí estaba la clave. El destino había cumplido su objetivo después de anunciar su propósito, al explotar el objeto entre los dedos de la pequeña llevándose con él la luz de sus ojos.

Pero aquella niña, jamás se rindió ante la oscuridad que la envolvía. La esperanza siempre le acompañaba y estaba segura que un día, los médicos pondrían fin a su noche sin estrellas. Y entonces sería modista, peluquera o lavandera, porque eso era lo que deseaba. Coser vestidos para las muñecas que no tenía.

 

Como siempre, el destino volvió a intrometerse en su vida manifestándole sus deseos.

 

-Serás cuidadora porque ese es mi deseo y no quiero que hagas otra cosa más, sino cuidar a personas que dependerán de ti.

 

La niña creció, y el destino la llevó a una casa donde tendría el deber de cuidar a tres niños, dos niñas y un niño entre tres y cuatro años, porque los dos pequeños eran mellizos. En esa casa fue tratada con afecto y cariño, al que ella correspondió de igual modo.

 

Los niños crecieron y ella se casó con un hombre que la quería y admiraba al máximo. Entonces, solo cuidaba de su casa y de su familia, pero el destino, empeñado en acompañarla siguió tras ella.

 

-Veo que eres fuerte y pasas todas las pruebas que te pongo. Ahora te voy a poner otra un poco más difícil. Cuidarás a tu madre que quedará inválida en una silla de ruedas con otras complicaciones graves en su piel, por lo que tendrás que tener mucho cuidado al cogerla, para no darle ningún golpe que pueda acarrear otras consecuencias.

 

Veinticuatro años después, Cuando tenía sesenta y dos, el destino se impuso ante aquella mujer y sus deseos de disfrutar de la vida, empeñado en seguir poniéndola a prueba.

-Prueba superada. Tu madre ha llegado al final de su camino tal y como ella deseaba, acompañada siempre y cuidada por su hija preferida, sin ningún percance destacado.

Aunque ya te haces mayor, todavía estás fuerte y tienes fuerzas para seguir cuidando, así que ahora te va a tocar cuidar de tu marido. Su enfermedad degenerativa lo llevará por diversas etapas, pasando por la agresividad, la inmovilidad y la demencia, para quedar como un niño indefenso. Tendrás el consuelo de su amor, que a pesar de todo, te querrá siempre derrochando cariño y dulzura y sabrá quien eres.

Cuando termines esta prueba ya veremos si te pongo otra o no, pues todos dicen que ya tienes el cielo ganado… Aunque eso lo dispongo yo, que soy el destino,  y nadie más, no lo olvides nunca.

*

Piedad Martos Lorente.

1 comentario:

Ester dijo...

He leído una conversacion entre gemelos que estan en el vientre de su madre y tu texto me lo ha recordado. Espero ansiosa saber a quien va dirigido. Un abrazo Piedad