sábado, 2 de agosto de 2025

UN RELATO

AMNESIA

 

-¿Paula? -Llamó el director del centro, amable como ya era por costumbre en él- hoy va a venir un joven médico a visitar a nuestros enfermos, para investigar sobre la enfermedad y el tratamiento que se les aplica a los desmemoriados… bueno, quiero decir con amnesia. Es muy joven, pero tiene ganas de trabajar e investigar sobre el tratamiento. Esto le llevará unos días y he pensado en ti. Tú serás la persona que le acompañe mientras dure su estancia.

-Bueno, espero no defraudarlo y hacer las cosas bien en todo lo que necesite.

-Paula, tú estás bien, ya te lo hemos dicho todos y tu trabajo en este centro es excelente. Si no fuera así no estarías de enfermera.

-Ya lo sé, pero… quién soy… de donde vine… tengo familia… Llevo toda una vida en este centro y en realidad todavía no sé quién soy.

-Tienes razón. Si al menos tuviéramos papeles… la documentación… tu familia, porque tendrás familia digo yo, pero a lo largo de todos estos años nadie ha venido ni a preguntado por ti, y claro, no podemos hacer más de lo que emos hecho. En su momento publicamos la noticia con una foto barias veces, pero nadie dijo nada. También es verdad que el accidente lo llevabas en la cabeza y en la cara y como no teníamos ninguna foto anterior…

-Por eso digo yo… Estoy bien, pero me falta algo para completar mi vida.

Paula se despidió del director no sin antes agradecerle todo lo que había hecho por ella. Habían salido con ella a visitar todas las calles de la ciudad, esperando encontrar en sus visitas algo que le devolviera la memoria, así como los pueblos de alrededor. Viendo que no adelantaba nada decidió quedarse en el centro, ya que el centro era para ella su casa y su familia.

En el centro hospitalario le llamaban Paula X X, y siempre iba con las enfermeras y médicos hasta el punto que llegó a interesarse por la enfermería. Estudió la carrera en un apartado dedicado a ello, sin necesidad de salir del centro si no se quería.

Al día siguiente, Paula le mostraba al doctor Carmona el historial de los enfermos y lo que tomaban cada uno, haciendo una breve visita de presentación.

Ya en su despacho, el médico le preguntó.

-Y usted, Paula, ¿Cómo se encuentra?

-Muy bien, doctor. En este centro hospitalario me siento querida, me gusta lo que hago y vivo aquí como si estuviera en familia.

-¿Y no recuerda nada de su vida anterior?

-Nada, absolutamente nada. Esa es la pena que tengo, no saber quién soy. No sé si tengo familia o no, pero nadie preguntó por mí. Ahora después de tantos años…

-Bueno, eso no importa, el día menos pensado le viene la memoria. Cualquier cosa, por insignificante que sea le puede ayudar.

-Dios lo quiera.

El doctor Carmona hizo su trabajo en los días previos a su partida. Paula le ayudó en todo lo que necesitaba.

-Bueno, mi estancia ha llegado a su final, en cuanto termine esto que estoy haciendo me voy de prisa. Tengo a mi padre… abuelo muy mayor y enfermo. Creo que no saldrá de esta.

-Lo siento mucho. Pero que ha querido decir con "mi padre… abuelo". No lo entiendo.

-No se lo he dicho, pero a mí me criaron mis abuelos. No conocí a mis padres.

-¿Qué pasó con ellos?

-Mi madre se fue de mi casa cuando yo era muy pequeño, que ni siquiera la recuerdo. Mi padre murió poco después y tampoco sé en las condiciones, solo sé que no los conocí a ninguno de los dos.

Aquella historia que el médico le había contado con aquellas palabras la dejaron sin aliento. Como podía ser que una madre abandonara a su hijo y lo dejara con los abuelos y nunca más supieran de ella.

-Bueno, Paula, como ya le he dicho, lo que estaba haciendo ha llegado a su final. Pronto me voy a ver la abuela, Mame para los amigos -Paula cambió de color esperando que continuara. El médico la miró y se sorprendió al verla-. ¿Le pasa algo? Está blanca.

-Mame… Repítalo por favor. Dígame como es su nombre, el nombre de su abuelo y el de sus padres.

El médico, tan nervioso como ella, repitió los nombres uno a uno, con la esperanza de ayudar a la mujer.

-Mi abuela se llama María de las Mercedes, Mame para la familia y allegados.

-Mame…Mame…No sé, pero… Pensaba que iba a recuperar la memoria, pero no, no recuerdo nada.

-Mi abuelo se llama Fernando -continuó el médico-, mis padres Ricardo y Lucía y yo, el más pequeño de la casa, Daniel. Dani para los abuelos que son mis padres, como ya le he dicho.

La enfermera escuchaba al joven médico sin atreverse a pronunciar palabra alguna, hasta que acabó con los nombres. Era un torbellino de palabras y nombres, que le iban y venían a la cabeza, en una despedida triste, pero necesaria por el amor que un día los unió a su marido y ella, para separarlos después. No pudo aguantar más y gritó con todas sus fuerzas entre lágrimas y risa. Se abrazó al doctor al tiempo que le decía llorando.

-Tú eres mi hijo, el bebé que dejé en casa de los abuelos mientras iba a buscar a tu padre.

Los médicos y enfermeras que estaban pasando consulta acudieron al despacho del doctor Carmona, así como las auxiliares y demás servicios, a traídos por las risas y llantos del médico y la enfermera.

 

Con lágrimas en los ojos, Paula contaba lo sucedido aquel día que la tragedia la apartó de los suyos. Con el dolor de su corazón, tuvo que dejar a su bebé, aquí presente, con la única familia que tenía, sus suegros, para ir en busca de su marido.

-Estaba a punto de cruzar la frontera, cuando un grupo de encapuchados me atacaron por sorpresa. Me golpearon sin piedad en la cabeza y cara, hasta que perdí el conocimiento. Lo demás ya lo saben ustedes.

Con el permiso del director y de todos los demás, me voy a tomar unas vacaciones, para ver a mis suegros y darle las gracias por a ver criado a mi hijo y haberle dado la carrera que tiene, porque gracias a él he sabido quien soy.

 

Piedad Martos Lorente

 

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