Pepete el Soñador
Imagínate por unos momentos las travesuras de Pepete, el protagonista de
esta historieta. Solo imagínatelo, no vayas a imitarlo, porque si lo haces podría
ser que te quedes sin paga, te mueras de cansancio o de asco. Yo te aconsejo
que te recrees y disfrutes con ellas, nada más.
Pepete era un niño tremendamente inquieto y atrevido que soñaba con ser
famoso, el más famoso del mundo entero, ser el punto de mira de sus amigos y
conocidos, que al pasar por su lado dijeran: ahí va Pepete el grande, el más
grande deportista, o el héroe más héroe de todos los héroes, etcétera. Pero
para eso tenía que estudiar mucho y pasar mucho tiempo hasta verse famoso,
pero no tenía paciencia para esperar, por lo que un día, aprovechando que estaba
en tiempo de vacaciones, decidió que era el momento de iniciar la carrera
que le daría fama.
Pensó que ser futbolista sería un buen principio y qué mejor deporte. Sería la
atención de todos los medios informativos y noticiarios y su nombre aparecería
en las portadas de los periódicos deportivos, cosa que le satisfacía bastante, así
que sin pérdida de tiempo, cogió una pelota y empezó los entrenamientos en el
jardín de su casa, con tan desequilibrado acierto, que en vez de lanzar a la
portería, lanzó por los aires la pelota, empotrándose ésta en la ventana de los
vecinos y metiendo gol al tiempo que caían rotos los cristales del ventanal. ¡Vaya
por Dios, qué mal principio ha tenido! En vez de meter gol ha metido la pata al
meter la pelota en el comedor de la casa colindante, que sin duda, con ello se va
a ganar una buena bronca por los desperfectos causados. Y así fue. Recibió
como premio en su primera jornada, una monumental regañina, además de
pagar a pesar suyo el daño cometido, con los ahorros de todo el año.
Viendo pues, que su carrera deportiva había empezado con tal mal pie desistió
de ella. Pero no por eso abandonó sus sueños de ser famoso y siguió pensando
qué podría hacer para conseguir lo que tanto deseaba, ¿y qué tal si fuera
bombero? ¡Sí, bombero!
Eso es, esta vez tendría más suerte, sí, esta vez sería el número uno. Apagaría
fuego en los bosques, rescataría a ancianos y niños de las llamas, achicaría
aguas en los bajos inundados por las lluvias y salvaría de la muerte a todo
aquel que estuviera en peligro.
Pero todo eso necesitaba mucha preparación, por lo que había que poner mano
a la obra sin pérdida de tiempo, así que sin dar más explicaciones, cogió el orinal
y se lo puso en la cabeza haciendo las bases del casco, después tomó la manguera
del jardín y se puso a ensayar en el mismo, disimulando un incendio al
tiempo que tocaba la sirena con la boca: guiiinnn Goonnn, guiiinnn Goonnn,
guiiinnn Gooon.
Y mientras tocaba sin cesar, el chorro de agua salía de la manguera con tanta
presión como podía, impactando contra las plantas, desnudándose de hojas,
flores y ramas sensibles por la fuerza de la misma, dejando las raíces al descubierto
por falta de tierra, ya que el agua había arrastrado con todo, quedando
anegada la superficie de las piedras que enlosaban el jardín, y este fue el resultado
final: siniestro total.
Pepete fue sancionado y castigado a limpiar toda la suciedad de agua, barro,
hojas y flores por el desastre que sin pensar, había cometido y a quedarse una
semana sin ver los dibujos animados que tanto le gustaban.
Varios días le llevó limpiar hasta dejar en perfecto estado el accidentado jardín,
de cuyo trabajo quedó agotadísimo.
Como aún no había acabado su condena y no podía ver la tele, se encerró en
su habitación con su perro llamado Lindo, lo que le hizo pensar en una nueva
profesión de gran prestigio y sin riesgo de echar por alto todos sus esfuerzos:
veterinario, sí, ser veterinario también le daría fama y dinero.
Curaría a todos los animales enfermos, acudirían a él todos los ganaderos,
granjeros y gente particular que llevarían sus mascotas y como buen licenciado,
su fama subiría como la espuma y su nombre iría de boca en boca recorriendo
el mundo entero. Al fin y al cabo tampoco está mal, los animales también necesitan
cuidados científicos y qué mejor eso, pero claro, para ser un buen veterinario
se ha de estudiar mucho, pero era tal la urgencia que sentía Pepete por subir
a la cima que no podía esperar más, pues después de todo, él podía estudiar y
practicar en su casa sin necesidad que le llevaran ningún animalito, pues para
eso ya tenía él a su perro con el que podía empezar las prácticas.
Removió el botiquín del cuarto de baño, en él encontró una cajita de supositorios
de glicerina de los que usaba el abuelo para combatir el estreñimiento. Cogió
uno y nuevamente se encerró en su habitación. Extendió a Lindo sobre la alfombra
para explorar su cuerpo. El pobre animal, cariñoso y mimoso confundió la
exploración del nuevo veterinario con los juegos que éste le daba siempre tumbado
panza arriba, estirado y relajado, esperaba que su amo rascara su barriguita,
pero en lugar de rascarle introdujo inesperada y bruscamente para el animalito,
el supositorio en la tripita del mismo, dejando escapar un fuerte chillido de dolor,
al tiempo que se incorporaba rápidamente de su lecho.
Desesperado corría, chillaba y ladraba mirando a Pepete con ojos desencajados,
tristes y llorosos, reprochándole el mal que le había hecho. Pepete, sorprendido
y asustado lo observaba sin quitar la mirada de su primer paciente y
sin dejar de formular preguntas que se esfumaban en el aire sin obtener respuesta
alguna.
¿Por qué se pone así? ¿Qué le pasará? "¿Se habrá enfadado conmigo?
Yo solo quería ensayar con él ¡oh dios mío! ¿Lo habré matado?"
Nunca en su vida había estado tan asustado como lo estaba ahora. ¿Qué podría
hacer para que recuperara la calma y dejara de quejarse?
Abrió la puerta y dejó que corriera por la casa, pero cuando el medicamento
hizo efecto, y la tripita empezó a moverse, el culito de Lindo, parecía un vertedero
de residuos tóxicos y pestosos que brotaban a chorro como el surtidor de una
fuente que mana agua, regando a su paso, el brillante suelo de la estancia. El
veredicto por su culpabilidad no fue menos duro que las veces anteriores.
La condena consistió en limpiar la asqueada y repugnante suciedad que Lindo
iba dejando por donde pasaba durante los días que le duró el efecto del remedio
del ingenioso veterinario.
Aún quedaban muchos días de vacaciones por delante para disfrutar y seguir
soñando y volar muy alto, pues Pepete seguía en las nubes a pesar de sus fracasos
y seguía soñando cada vez con más intensidad, y es que soñar no cuesta
dinero, aunque sean fantasías.
También podría ser –pensaba el soñador– mecánico ingeniero. ¡Ya está!, ingeniero
técnico en mecánica de toda clase de motores de vehículos. Automóviles,
autocares, camiones, coches de carrera, incluso de trenes de alta velocidad
y aviones que volaran por todo el mundo llevando en sus motores la firma de
Pepete, ingeniero técnico en montaje en motores de alta responsabilidad, dando
a conocer así su prestigiosa identidad.
Pero esta vez no podía fracasar, tenía que subir uno a uno todos los peldaños
hasta volar por encima de las nubes y para eso tenía que empezar desde abajo,
con el vehículo más sencillo que existe, que era su bicicleta. Pues ensayando
con ella no había peligro de que nadie saliera perjudicado, así que cogió las herramientas
y uno a uno quitó todos los tornillos hasta desmontarla por completo,
después la volvió a montar, pues era la única forma de aprender. Una vez montada,
satisfecho por su trabajo, Pepete subió en ella para iniciar su paseo y poner
a prueba su ingenio de mecánica, pero nada más empezar su carrera, empezaron
a caer tornillos desenroscados, el manillar por un lado, las ruedas por
otro y el ingeniero técnico cayó de bruces, con tan mala suerte, que se fracturó
una muñeca.
¡Pobre Pepete! ¡Ay que ver qué mala suerte la suya, él que tanto sueña con
ser grande figura, está claro que tendrá que esperar a ser mayor! Pero esto ya
era conocido en el barrio, y su nombre iba de boca en boca con un tono irónico
y burlón. Cuando lo veían pasar todos decían: ahí va Pepete el soñador. Pepete
el travieso. El goleador. El bombero salva vidas. El prestigioso veterinario. El ingeniero
técnico, etcétera. Todos estos comentarios a Pepete no le hacían pizca
de gracia, pues cualquiera puede tener un fallo en la vida, ¿o no? El caso es que
pesaroso y disgustado por los fallos cometidos y por no poder continuar con su
objetivo por causa de su accidente, Pepete tuvo que dejar de soñar y poner los
pies en la tierra, pisar con firmeza y estudiar que era lo más conveniente para él,
si un día quería ser alguien importante en esta vida.
Y entre lección y lección, pensó escribir cuentos de aventuras que a su vuelta
al colegio presentó en un concurso literario de educación y cultura, quedando en
primer lugar para su sorpresa de tan inesperado premio, ya que ser escritor no
formaba parte de sus sueños.
Escribió y editó cuentos y más cuentos. Novelas y más novelas. Libros de
historia, de geografía, ciencia, etcétera. Y de esta forma, Pepete vio su nombre
impreso no en las primeras páginas de la prensa, sino en las portadas de muchos
libros que le hicieron ser famoso.
Piedad Martos Lorente.
12 comentarios:
Amigos y amigas... deseo que hayais pasado un feliz verano.
Esperando veros por aquí os dejo un abrazo con todo mi cariño y gratitud.
Que cuento tan bonito Piedad y Pepete me ha caído muy bbien......la vida da muchas vueltas y para cuando te das cuenta estás haciendo cosas que jamás imaginaste que harías.Besicos
Precioso el cuento Piedad, me ha encantado y la niña que llevo dentro ha estado expectante para ver en que terminaban los sueños de Pepete, y el final fue fantástico.
Muy bonito como lo has contado.
Un abrazo.
Querida Piedad: me alegra mucho verte , estamos en el pueblo y como queríamos dar un paseo ,abrí el ordenador para ver si tenia algo y en el poema te tenía a ti …
He leído tu cuento algo por encima y esos niños tan soñadores de pequeños de mayores saben abrir camino a todo...Ya ves Pepete que imaginación …
Piedad me llaman ya mis chicos para que baje y vamos a merendar … ya cena.
Besitos preciosa y no me olvides nunca que así busco la forma de venir a devolverte tu cariño ….besitos
Fuerte abrazo Piedad.
encantadoras palabras donde el ala de la poesia da fantasia a uu dulce cuento de esperaznas Piedad ha sido un placer leerte que pases una buena entrada otoñal y tengas un feliz fin de semana. jr.
Pobre Pepete, le costó tiempo encontrarse a si mismo, al fin consiguio la fama.
Un placer leerte mi querida Puedad.
Un abrazo.
Ambar
Perdón, quise decir PIEDAD, mis dedos van donde no deben.
Otro abrazo grande.
Ambar
¡Hola Piedad!
Es precios el cuento de Petete, gracias por plasmarlo tan divinamente, amiga.
Es un cuento para reflexionar, nunca debemos quedarnos estancados por fallos o por qué la vida no se porte bien en muchos momentos de nuestro camina, no hay que perder la esperanza y seguir la lucha para conseguir el objetivo en perspectiva.
El verano ya se fue, Piedad: y lo pasé, simplemente, bien dentro de lo que cabe, con mis años ya no se está para muchos trajines, solo busqué lugares frescos para paliar el fuerte calor que tuvimos todos.
¡Y la salud, no pueda quejarme! Puesto que ya mis hijos padecen sus dolores, como me voy a quejar yo…
Bueno, pues ha sido un inmenso placer pasar a leerte. Mientras Dios quiera seguiremos en contacto,
Un abrazo largo, mi gratitud y estima.
Se muy, muy feliz.
Hola Piedad , paso para darte un gran abrazo y un sonoro besos , mañana pasare a leerte , ya que ahora me voy a descansar ya que mi portátil no le queda batería , besos de flor.
Hola Piedad , como te prometí aquí estoy .... Y sabes , al final consiguió su sueño ser famoso en el mundo entero , eso si no sería mecánico , ni bombero ni piloto de aviones , escritor que con la imaginación , se pueden desempeñar todas esa profesiones , me a gustado mucho tu cuento , te deseo un feliz puente amiga mía besos de flor.
Hola Piedad, qué tal preciosa?
Te dejo un saco de besotes-
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