domingo, 3 de junio de 2018

DE MI LIBRO "ENTRE MAGIA Y FANTASÍA"

El enanito Quique el Mandarín

 

 

Quique era tan pequeño tan pequeño, que parecía una mandarina andando.

Por eso, en la ciudad todos le llamaban «El Mandarín». Los niños de su barrio se

reían siempre de él, no le dejaban jugar con ellos, le decían que era pequeño y

feo, que no servía para nada y hacían burla de su estatura.

 

Un día Mandarín, triste y apenado, decidió salir de la ciudad. Empezó a andar sin saber dónde ir y sin darse cuenta se encontró al pie de una montaña casi desierta. Estaba muy cansado y tenía mucha sed. Anduvo un poco más y llegó a un arroyo por el cual pasaba el agua pura y cristalina que bajaba de la montaña.

Se acercó a la orilla, se lavó las manos y la cara para refrescarse y bebió de ella. Después se sentó sobre la hierba verde, estaba agotado por el cansancio.

Por unos instantes cerró los ojos y recordó a los niños de su barrio, pero este recuerdo le entristecía y le hacía llorar. Una voz le hizo estremecerse.

–¿Por qué lloras? –preguntó la voz desconocida.

–¡Eh! ¿Quién eres? –exclamó y preguntó Mandarín a su vez un poco asustado.

No te asustes. Soy un hada buena. Pero dime ¿Por qué estás triste?

–Soy pequeño y feo, no sirvo para nada y los niños me rechazan.

–No llores, que la grandeza no se mide con la estatura ni la belleza está en el

físico. Algún día serás muy grande y esos niños que hoy te rechazan serán tus

amigos –decía el hada con dulzura.

 

–¿Qué debo hacer? –preguntó Mandarín.

–Lo que te dicte el corazón –contestó el hada al tiempo que desaparecía.

Mandarín reanudó su camino sin rumbo y un poco más allá vio una casita, se dirigió a ella, la curiosidad le atraía. Empujó la puerta lentamente y de pronto oyó una voz algo cansada que preguntaba al ver la silueta de Mandarín.

–¿Quién anda ahí? ¿Quién eres tú?

–Perdone señor, soy Mandarín.

–¿Mandarín? Pasa, pasa.

Mandarín se acercó despacio y temeroso hacia el anciano que estaba acostado en la cama.

–Acércate, jovencito, que no te voy a hacer nada. Estoy enfermo, ¿sabes?

Pero tú me vas a ayudar, parece que has caído del cielo.

–¿En qué le puedo ayudar señor?

–Mira, ¿Ves esa botella? Tiene agua de hierbas medicinales, coge un vaso,

llénalo de esa agua y me lo das. Eso me pondrá bien.

Mandarín hace lo que le pide el anciano. Este coge el vaso y se lo toma en dos tragos; después lo devuelve vacío a Mandarín diciéndole:

–Gracias hijo, esto es medicina santa, en dos o tres días estaré bien. Dime

muchachito, ¿Por qué te has ido de la ciudad? –pregunta el anciano enfermo.

–Soy pequeño y feo, en el barrio se ríen de mí, dicen que no sirvo para nada.

–No les creas, no les hagas caso. ¿Sabes cómo me llaman a mí? El viejo Cascarrabias. ¿Y sabes por qué? Porque no les dejo tirar basura en el campo.

Se tiene que saber respetar la naturaleza, las basuras se tiran en los basureros.

Yo ya soy viejo –continúa el anciano hablando–, apenas tengo fuerzas para trabajar las tierras que me dan el alimento, las otras ya no puedo cuidarlas, pero tampoco quiero que tiren basura en ellas. El que traiga una botella, una bolsa o una lata que se la vuelva a llevar a su casa. Dime Mandarín, ¿Y tus padres saben que te has ido?

–Mi madre murió hace unos meses y mi padre no lo conocí.

–Lo siento muchacho. ¿Sabes Mandarín lo que más me preocupa? –Prosigue el anciano– que cuando no pueda trabajar nada, nadie querrá hacerlo por mí, nadie quiere trabajar las tierras y todos vivimos gracias a ellas.

Mandarín asiente con la cabeza sin decir palabra. El viejo Cascarrabias habla y habla sin parar.

 

–Escúchame muchachito, ¿A ti te gustaría trabajar en mis tierras?

–¡Ohh, no! –contesta Mandarín sorprendido– yo no sé trabajar, no sirvo para ello.

–Y dale otra vez con que no sirves. Tú sirves para todo lo que tú quieras hacer.

Si eres pequeño y no alcanzas pones una escalera y lo que no sepas hacer ya te enseñaré yo.

Mandarín aprendió a trabajar la tierra, a ordeñar la vaca, a cuidar los conejos y las gallinas y también a cocinar. El viejo Cascarrabias le tenía mucho cariño y se sentía muy acompañado con él.

Sembró flores de todos los colores y plantas olorosas alrededor de la casa,

plantó árboles en la montaña y limpió toda la suciedad. Trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer sin descansar, pero se sentía muy feliz porque había hecho de un lugar casi desierto el paisaje más hermoso de todos los lugares.

Había convertido la montaña en un verdadero paraíso cubierto de verde y alegres colores. El aire extendía su perfume por todo el valle.

 

La noticia llegó a la ciudad y a los chicos de su barrio que decían:

–¿Sabéis lo que dice la gente? Que Mandarín vive con el viejo Cascarrabias

y ha convertido la montaña en un paraíso.

–Jajajaja –reían todos a la vez–. Mandarín no sirve para nada –decía uno de ellos.

–¿Queréis que vayamos a verlo y nos reímos más? –Decía otro.

–Sí, sí vamos –contestaron todos.

Cuando la pandilla llegó al pie de la montaña quedaron todos boquiabiertos al contemplar tanta belleza.

–¡Ohh! ¡Es verdad! –exclamaron todos a una– ¡Qué maravilla! –y todos juntos gritaban– ¡Mandaríiiin...! ¡Mandaríiiin...!

Mandarín, al oír los gritos salió a la calle y ellos lo recibieron con un aplauso al tiempo que vitoreaban: «Mandarín campeón, Mandarín campeón, pequeño de estatura y grande de corazón.

 

Piedad Martos Lorente

 

(octubre 2004)

10 comentarios:

Piedad dijo...

De vez en cuando conviene desempolvar algún que otro cuento o relato y aquí estoy, creo, que con el primer cuento que escribí después de aprender con el método Braille. Espero que disfrutéis con él, aunque cuando lo escribí, lo hice pensando en los niños.

Os dejo besos y abrazos en una tarde de domingo pasada por agua y celebraciones de comuniones.

Elda dijo...

Que cuento más hermosos Piedad, me ha encantado de principio a fin, es precioso y lo has escrito con mucha sensibilidad y con una bonita reflexión.
Lo disfrute mucho, una buena idea desempolvar lo que has escrito.
Un abrazo, y que tengas una buena semana.

Kasioles dijo...

Hoy tu bonito cuento me ha servido de lectura mientras desayunaba un café calentito con unas pastas.
Créeme si te digo que he pasado un rato de lo más entretenido, el protagonista de tu cuento, aunque pequeño, ha sabido quedar como un gran campeón, estoy convencida de que a las personas no hay que valorarlas por su aspecto físico, sí por su corazón.
Te dejo mis felicitaciones con un fuerte abrazo.
Kasioles

Marina-Emer dijo...

Querida Piedad ...yo entro muy deprisa vamos a repartir todos los deberes en la Academia y ayer ya no pude entrar en cuanto pueda lo haré para leer este cuento que has publicado pero la verdad yo sola en casa no tengo ya ni tiempo ...perdona corazón pero no me olvides que me alegro verte ...besitos

Kasioles dijo...

Ignoraba que no puedas ver mis fotos, en confianza te digo que no te pierdes gran cosa, soy un desastre a la hora de hacer fotografías, siempre voy corriendo, no enfoco bien, pongo el dedo sin darme cuenta y muchas veces aparece una mancha rosada en la parte superior de la foto, pero como lo que pretendo no es ir a ningún concurso (ya ni me dejarían participar) las publico tal cual salen, muchas están movidas, pero sirven para que las que sigan al pie de la letra mis recetas, se den cuenta de lo que tienen que hacer, ya ves, de mis platos si que me siento orgullosa, están todos buenísimos, por lo menos es lo que dice mi familia y algo debe de haber de cierto pues repiten más de una vez.
Como ha caído tanta agua, la tierra que rodea a nuestra casa en el pueblo, se ha llenado de hierbas y flores silvestres, en una de las fotos está un lilo enorme, no tiene forma de árbol, es como un matorral enorme y pegado a él han brotado un montón de florecillas silvestres de color morado.
Otra de las fotos es la entrada de la casa que al tener plantas a los lados, se han juntado unas con las otras y casi me impiden el paso para subir las escaleras y entrar en casa, ya lo han podado.
En otra se ven árboles y al fondo un campo de amapolas y hierbas verdes muy altas.
Otra es una muestra de la naturaleza salvaje, el crecimiento de las plantas se ha desbordado al llover día tras día y las hierbas se han apoderado de todo el terreno.
Siempre que pueda te explicaré mis fotos.
Cariños.
kasioles

Conchi dijo...

Hola Piedad, a veces los niños pueden se un poco crueles como le pasaba a los amigos de Mandarín, pero al final gracias al ancianos se hizo grande y tuvo su recompensa. Un cuento muy tierno.

Besos de Espíritu sin Nombre.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Piedad!

Vaya que cuento más mas bonito, a pesar del principio que ya empezaba yo a sufrir por si lo iban a machacar los niños que a veces se portan muy mal con otros y pensaba que Mandarín iba a ser una victima como tantos otros que lo pasan fatal, tanto en las calles como en los colegios.
Me ha gustado mucho y más aún por tener un final feliz.

Haces unos textos muy bien logrados y te felicito eres una gran artista, bravo por ti, reina.
Te dejo mi inmensa gratitud y mi gran estima.
Un abrazo y se muy, muy feliz.

CHARO dijo...

Un cuento muy bonito donde además nos da buenos consejos y enseñanzas a la vez que nos recuerda que nadie debe de reirse de ninguna persona ni de ningún defecto o anomalía física o psíquica.Ya estoy de nuevo por aquí.Besicos

joaki007 dijo...

Un cuento precioso y como siempre digo , saliendo de ti aun és mas precioso.
Eres realmente admirable .

Un placer amiga Piedad.

Besos.

Flor dijo...

Hola Piedad , un cuento muy bonito con un final feliz , me a gustado mucho .
Estos son los verdaderos valores que hoy día debían de inculcarse en todas las escuelas y proteger más a la naturaleza , te deseo una feliz noche besos de Flor.