domingo, 19 de abril de 2015

DUELO ENTRE UN GATO Y UNA RATA

DESAFÍO DE COLORINA

 

Esbelta y sonriente, Colorina, una rata de mediana edad, fortota ella y de semblante simpático y agraciado, avanzaba por la calle principal atraída por el fuerte y apetitoso olor que desprendían los variados quesos expuestos en la tienda de la esquina, regentada por Crispi, un gato guapo, blanco y negro y, con un gran bigote que le hacía ser interesante y respetuoso.

 

Decidida a saborear tan ricos manjares, Colorina empujó lentamente la puerta del comercio para no hacer ruido y, sigilosa, se plantó delante de la estantería donde se exhibía el delicioso comestible, pero la campanilla que colgaba de la puerta para anunciar la llegada de posibles clientes sonó inesperadamente haciendo que Crispi, que en esos momentos ordenaba los cajones de detrás del mostrador, dejara sus quehaceres para atender a su nuevo cliente. Cuál fue su sorpresa al comprobar que la visitante no era otra que Colorina, conocida en todo el barrio por su astucia y por ser desafiante con los más atrevidos. Se decía de ella que ningún gato había podido derrotarla. Crispi sonrió, al tiempo que se le inflaban los bigotes y afilaba las uñas en el saco que colgaba del mostrador, mientras pensaba para sí: "Ahora vamos a ver quién derrota a quién, jajaja, me voy a divertir un rato".

 

A punto estaba de empezar el espectáculo aunque sin espectadores, se lamentaba él, cuando ella percibió a través de su sexto sentido que en aquellos momentos era observada y que algo iba a ocurrir. Su intuición hizo mirar con recelo y su mirada se cruzó con la de Crispi que, frente a ella, con el rabo empinado y los ojos chispeantes de alegría, tomaba posición de ataque. Ella gritó con todas sus fuerzas: "¡Ay, socorro!", y de un salto se plantó en medio de la calle. Corrió hacia el jardín que había al otro lado de la calzada desapareciendo acto seguido entre las plantas verdes. Crispi corrió tras ella sin éxito y, malhumorado por su fracaso, volvió a la tienda pues no podía desatender el negocio.

 

Oculta bajo el espeso follaje del jardín, Colorina esperaba las sombras de la noche para salir de su escondite sin miedo a ser perseguida por el comerciante o cualquier otro gato. Mientras llegaba la noche, pensaba en el queso que no pudo comer haciéndosele la boca agua y cómo hacer para comerlo gratis sin que su dueño lo advirtiera.

De vez en cuando asomaba su menudita cabeza por entre las hojas de su escondite, asegurándose de que no hubiera testigos en la calle ni en la tienda, pues todas las precauciones que tomara eran pocas ya que Crispi estaba dispuesto a todo por tal de derrotarla y presumir ante sus amigos de tal hazaña.

 

Una vez comprobado que la zona estaba en calma y que reinaba el silencio, que la tienda se hallaba bañada por la oscuridad de la noche, se preparó para su aventura al tiempo que sonreía pensando en su nueva idea. Se disfrazó de ardilla y, como un relámpago, corrió hacia un agujero descubierto unas horas antes en la parte trasera del edificio,  que le conduciría al comercio de tan sabrosos manjares.

Cruzó la oscura trastienda sin dificultad, guiada por su fino olfato, hasta llegar a la meta con el deseo de saciar su estómago hambriento, con la sorpresa inesperada de encontrar los quesos guardados bajo llave. Olfateó y buscó alguna abertura del mueble por donde poder sacar el alimento, pero el hueco hallado era tan menudito que era imposible poder introducir sus patas, así que decidió agrandarlo aserrando la madera con sus dientes afilados.

 

Crispi dormía plácidamente enroscado sobre su lecho cuando algo le hizo despertar. Olfateó y aguzó el oído al tiempo que se ponía en pie. Pero Colorina ya se había dado cuenta que había sido descubierta y corrió hacia el lado opuesto para disimular ante el comerciante.

 

-¡Cielo santo! ¿Qué ven mis ojos? Ni estoy dormido ni estoy borracho para pensar que lo que veo es fruto de un sueño y, sin embargo, me parece que estoy soñando. ¡Una ardilla en mi comercio! ¿De dónde has caído? ¿Por dónde has entrado? Yo no tengo pinos y el local está cerrado. Pero qué extraño es todo esto, nunca pensé que un ser de tu raza, a deshoras de la noche, visitara mi casa y, en vez de oler a pino, huela a rata.

-¿Me estás diciendo que huelo a rata? ¡Qué horror! ¡Con el asco que me dan! Son repugnantes y asquerosas y con ellas me tienes comparada. Cuando caí del pino, sacudida por el viento, me vi desamparada y había perdido el conocimiento. Aturdida, mareada y, doliéndome todo el cuerpo, huí del peligro que me aguardaba. Como una pelota rodé hasta caer por un agujero y, cuando del mareo desperté, me hallé donde ahora me encuentro.

-¿No serás Colorina y me estás tomando el pelo?

-¿Colorina? ¿Quién es Colorina?

-La rata más lista de todo el pueblo.

-¡Otra vez me comparas con ella! ¿A caso no se me ve que soy más bella?

-Sí, claro, pero es que ella...

-Ella, ¿qué es ella?

-Muy astuta, según dicen. Se ríe de todos y luego los deja con un par de narices.

-Pues qué pena que en la oscuridad no me puedas contemplar, verías que yo soy yo, la reina del pinar.

-Sí, pero no entiendo cómo has podido llegar hasta aquí.

-Ya te lo he dicho, fue un accidente. Tan grande fue el golpe que me dí en la frente, que ni yo comprendo como llegué. Pienso que por el impulso de la caída como una piña rodé. Por cierto, ¿no tendrías unos piñoncitos que alivien mi estómago y me saque de este mareíto?

-¿Piñones? ¡Cómo voy a tener piñones si mi casa es una quesería!

-¡Y qué sé yo, yo solo quería...! Me encuentro tan mal, ¿no tienes nada que pueda tomar?

-Ya te lo he dicho, solo tengo queso.

-Queso, nunca lo he comido, pero dicen que sabe a beso.

-¿Quieres probarlo?

-Ay, no sé, pero dame algo. Estoy muy malita, me duele el estómago y me tiembla la colita.

-Toma, prueba este, es lo único que puedo ofrecerte."Por cierto. No me has dicho cuál es tu nombre.

-¿Mi nombre? Ay, qué horror, no recuerdo cómo me llamo, el golpe en la cabeza me ha desequilibrado. A ver si como un poco y mi mente vuelve a su estado.

-¿Te gusta?

-No está mal... a ver, dame un poco más. Ahora dame de este, de aquel y de este otro...

-Oye, no te pases.

-Pero si es que me das muy poco.

-¿No dices que nunca has comido?

-No, por eso he venido.

-¿Por eso? ¡Yo no te entiendo!

-Cómo vas a entender a una accidentada, que ni siquiera recuerda cómo se llama.

-Con lo que has comido supongo que te encontrarás mejor.

-Sí, mi amor.

-Ay, señor. ¡Tú estás loca, nos acabamos de conocer y tus palabras me provocan.

-Anda, gatito, dame un beso, que se me vaya el sabor del queso. He comido tanto que no puedo ni respirar y, por mucho que me esfuerce, mi nombre es imposible recordar.

-¡Tu estás loca! ¡Me pides un beso de mi boca!

-Tómame en tus brazos, acaríciame y dame un abrazo.

 

Crispi la abrazó con ternura mientras Colorina reía sin pena ninguna.

 

-Crispi, querido amigo, ¿me darías un trozo de queso para comer por el camino en mi viaje de regreso?

-¿Qué otra cosa podría hacer? Todo sea por la amistad, nos acabamos de conocer... Toma, de uno te doy la mitad.

-Gracias, eres muy bondadoso. Ahora me voy que me espera mi esposo.

-¿Cómo? ¿Estás casada y me has pedido un beso?

-Es que estaba mareada y no sabía lo que era eso.

-Y ahora, ¿te encuentras mejor?

-Eso parece, mi amor.

-¿Por qué me llamas "mi amor?" Tú estás casada y perteneces a otro corazón, aunque si me quieres escuchar... Si tu marido te aborrece y te deja, yo te ofrezco mi hogar y viviríamos en pareja.

-¡Vivir juntos, qué alegría, Tú y yo en esta quesería! Nada me haría tanta ilusión, esta noche me lo pienso y mañana te doy la contestación.

-Espero que sea buena, pues de ti me he enamorado. Eres tan dulce y tan bella...

-¡Y eso que todavía no me has probado!

 

Colorina reía con guasa y picardía y, con la panza llena y el queso entre las manos, a Crispi le decía:

-Querido, ¿me abres la puerta? Quiero retirarme, pues me siento indispuesta desde que me caí esta tarde.

-¿Quieres que te acompañe?

-Oh, no, muchas gracias, eres muy galante. Prefiero ir sola, ¿qué dirían si alguien me viera salir contigo a estas horas?

-Tienes razón, que pases buena noche y, recuerda, espero tu contestación.

 

Cuando Colorina se vio en la calle bien alimentada, arrastrando medio queso, su risa estalló en carcajada.

 

-Jajajajaja, Crispi, he recobrado la memoria, ¿quieres saber cómo me llamo? Soy Colorina y te he gastado una broma.

 

Y diciendo esto dobló la esquina con el queso a la arrastra la mal de divertida.

 

Crispi, con el rabo entre las patas y el rostro lleno de rabia, al descubrir que había sido engañado, sin poderlo remediar, al suelo calló desmallado.

 

 

Tenedlo en cuenta, ¡las apariencias engañan!

 

Piedad Martos Lorente.

 

 

6 comentarios:

Piedad dijo...

Hola, amigos.






Como las musas me han dejado sola con mis pensamientos y estos no son capaces de sacar nada en claro... es decir, nada coherente, he desempolvado este cuento, guaerdado desde hace tiempo, jeje, y ¡hasta me ha salido un pareado sin pensar!
¿Quién ganará la partida? Bueno, eso ya se sabe, jejeje.

No quiero despedirme antes de agradeceros a todas y todos vuestros comentarios.
Conchi, Isabel, Roser, Rosa, Isabel Tejera, Olga y Carles, Kety y Pepe Lasala.
Todos juntos haceis un ramillete que adorna mi salón, y cuando escucho vuestra conversación me alegra el corazón, porque no hay cosa más bonita que una hermosa amistad, una frase alentadora que te hace levantar, jaja.
¡Abrazos para todos y todas, os espero!

PEPE LASALA dijo...

No sabemos quién ganará la partida Piedad, pero el caso es que está muy interesante. Y no me des las gracias por los comentarios que te pongo amiga, es un verdadero placer visitarte. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, tu relato me ha sabido a poco, es muy divertido y me he reído mucho con el, eres genial escribiendo, así a ver si sigues con estas historias tan divertidas.
Un abrazo.
Rosa.

reser dijo...

Piedad, sabes que siempre es una gozada pasar por aquí. Tus historias son fantásticas. Chica, lo que me he reído! Que listilla es la ratita!!, je je.
No dejes de escribir, amiga.Gracias a ti por tu amistad.
Abrazos.
Roser

Conchi dijo...

Piedad, cómo se me había pasado a mí venir a leer tu cuento? Ay, no tengo perdón, aunque sé que tú me lo darás ya que tienes un corazón muy grande.

Es un cuento muy bonito. Primero juegas a describir con todo detalle y luego, con el diálogo, juegas a hacer poesía. Tienes esa facilidad. No todos la tenemos!
Me ha gustado mucho, amiga.

Te mando un fuerte abrazo. No me olvido de ti.
Conchi

isam dijo...

Este cuento no lo había leido, es muy bueno como todo lo que escribes.

Besos, Isabel.