martes, 23 de diciembre de 2014

ANSELMO EL PASTOR 16

LOS OJOS DE MIS SUEÑOS

 

Capítulo 16

 

 

Micaela, Luis y Patricia no podían creer lo que Daniel les decía. El joven explicaba con gran entusiasmo todos los detalles desde el primer momento que se cruzó con los misteriosos ojos, poniendo suspensos en cada una de sus aclaraciones.

La familia preparó una habitación doble para cuando llegara Alba y la criada, ya que no querían separarla de ella, pues después de todo, Juanita era la persona que siempre estuvo a su lado y, aunque había encontrado a sus verdaderos padres, para la joven eran unos desconocidos a los que tendría que adaptarse y a su estilo de vida como campesinos, muy lejos de parecerse a la suya. Pero a pesar de estar bañada por la abundancia, siempre le faltó el calor y el cariño de un hogar armonioso ya que la maldad y la frialdad de don Francisco hacían odiosa la vida que generosamente, según el caballero, le habían regalado al robarle la suya propia sin grandezas económicas pero plena de amor.

 

Las dos mujeres permanecían encerradas en el Monasterio a la espera de cualquier noticia, cada vez más impacientes y deseosas de ver llegar a su mensajero encargado de ello. Por eso, al oír los golpecitos en la puerta anunciando la visita, Alba se puso en pie de un salto al tiempo que se le salía el corazón del pecho.

A punto estuvo de desmayarse cuando vio entrar a Anselmo vestido con sus mejores ropas con las que lucía guapísimo, acompañado de otro joven, también muy guapo desconocido para ella.

Anselmo las saludó cordialmente mientras sonreía feliz y dirigiéndose a la criada le dijo:

-Juanita, mire los ojos de Alba y los ojos de este amigo que me acompaña.

-Ya los he visto, joven. Nada más habéis entrado en esta habitación me he dado cuenta. Son idénticos a los de la señorita.

-Así es, Daniel es tu hermano, Alba.

Ella gritó de alegría mientras formulaba una pregunta:

-¿De verdad?

-Tan verdad como la luz del día -contestó Daniel acercándose a ella para estrecharla entre sus brazos. Los dos hermanos permanecieron abrazados durante unos segundos llorando de emoción. Juanita también lloraba de verlos, por lo que ello significaba para su niña, como ella le llamaba cariñosamente.

Anselmo rompió el silencio a punto también de brotarle las lágrimas por el contagio:

-El destino quiso que se cruzara contigo el día que te llevaron al Castillo, llamado por la curiosidad de oírte recitar los versos despidiéndote del pueblo. Impresionado por tus ojos me preguntó si yo te conocía y a partir de ahí comenzó nuestra investigación, la que nos ha llevado al principio de la verdad. Tal como tú presentías, tus padres nunca te abandonaron ni fuiste adoptada, sino robada.

-¿Cómo están mis padres? ¿Cuántos hermanos tengo? -preguntaba ella entre una mezcla de risas y llantos.

-Nuestros padres están más felices que nunca esperando tu llegada junto a nuestro hermano Manuel y nuestra hermana Patricia. Han preferido esperar en casa para recibirte como te mereces.

 

Anselmo y Daniel esperaron en el vestíbulo hasta que Alba y Juanita se cambiaron de ropa y salieron, dispuestas a iniciar el camino de regreso a la casa de la familia Trujillo situada en Monte Espeso donde esperaban su llegada con una gran fiesta a la que habían invitado a toda la familia y a los vecinos de los alrededores, no sin antes dejar un donativo y despedirse del monje de guardia.

 

Seguras de que ya no volverían junto a la familia de Luna, las dos mujeres llevaron consigo todos sus ahorros, prendas de vestir y objetos personales de más valor por lo que ahora lucían espléndidas y disponían de dinero.

 

Daniel dirigió el carruaje por el carril que conducía a las cuadras para ser desapercibidos y entrar en la casa por la parte trasera, sorprendiendo así a sus padres e invitados que permanecían en el portal de la entrada a la vivienda. Pero, Micaela, que conocía bien a su hijo pequeño, sospechó sus intenciones y estuvo a la expectativa, vigilante en todo momento de la llegada que pondría fin a la angustia y sufrimiento de catorce años.

Entre los invitados también se encontraban María y Alejandro, los padres de Anselmo, acompañados por sus dos hijos, Eduardo y Ramón, que aunque no les unía una gran amistad, siempre pensaron en la desgracia que había caído en el matrimonio Trujillo, y ahora compartían la emoción y la alegría uniéndose a la familia, para celebrar todos juntos la vuelta de Alba y la victoria de Anselmo.

 

2 comentarios:

Piedad dijo...

Buenas noches.

En la entrada anterior os decía que tenía a mi hermano gravemente enfermo. Ahora os digo que ya nos ha dejado para siempre.

El 2014 ha sido bastante cruel con nosotros ya que en mayo perdimos a mi sobrino y ahora a su padre... cosas del destino... o qué sé yo, el caso es que la vida es así de dura.

Os deseo a todos los que paseis por aquí que tengais feliz Navidad y que el 2015 sea más grato para todo el mundo, que venga cargado de paz, trabajo para los jóvenes y tranquilidad para los mayores...

¡paz y amor para todos!

Kety dijo...

Hola Piedad, en estos momentos sólo puedo dejarte mi abrazo y darte ánimos para seguir adelante.
Que paséis buena noche
Besos