martes, 16 de septiembre de 2014

ANSELMO EL PASTOR 2

LOS OJOS DE MISSUEÑOS

 

Capítulo 2º

 

-¿Cómo estás, hermanito?

-Ay, estoy fatal, me duele todo el cuerpo y estoy tiritando de frío.

-A ver, déjame que te toque la frente. Sí, tienes fiebre... eso es gripe, así que quédate en la cama durante unos días y no salgas a la calle para nada.

-¿Y quién va a repartir la leche? El padre no puede andar y la madre tiene mucho trabajo con la casa.

-Ahora está lloviendo y yo tampoco puedo salir con el ganado, así que ya nos arreglaremos.

Anselmo se sentó en el borde de la cama y preguntó a Eduardo.

-Oye, ¿tú sabes quién ha comprado la casa grande, la que hay frente a la lechería?

-Ah, sí, dicen que la ha comprado un caballero de alto rango... es un señor muy rico y el más poderoso de toda la provincia. ¿Por qué lo preguntas?

-Porque en esa casa están los ojos de mis sueños.

-Anselmo, ¿te encuentras bien?

-¡Mejor que nunca!

-No entiendo nada.

-Ni falta que te hace. Algún día me entenderás.

El pastor se levantó y abandonó la habitación sin poder apartar de su mente aquellos ojos azules. Las pocas palabras que había intercambiado con ella  sonaban en sus oídos como el repique de campanas. "Mi nombre es madrugador, dor, or, or."  "¿Qué nombre puede ser madrugador?" se preguntaba una y otra vez sin obtener respuesta alguna. "En el sueño me dice que está relacionado con el amanecer... ¡Ya sé! El nombre que está relacionado con el amanecer es Alba, claro, ¡cómo no lo he pensado antes! ¡Es Alba!"

En esos momentos, en la casa grande, el propietario de la misma mandó a llamar a la muchacha. Ésta se presentó en su despacho sin pérdida de tiempo pues conocía muy bien al señor y sabía que si se tardaba, este podría castigarla. Golpeó con los nudillos suavemente en la puerta del despacho antes de abrirla.

-¿Me ha llamado?

-Sí. Pasa y siéntate, tenemos que hablar.

La muchacha obedeció sentándose frente a él al otro lado de la mesa, en la que revisaba las cuentas de sus negocios. Dejó a un lado los papeles que sostenía en la mano y levantó la cabeza para mirar a los ojos de la joven.

-Hijita, tengo que darte una gran noticia. Desde hoy eres la prometida de don Emilio Granados, el hombre más rico de la provincia colindante a la nuestra.

 

La chica palideció y casi se desvanece.

-Te ha impresionado la noticia, qué bruto soy, te lo tenía que haber dicho más despacio. Pobrecita mía.

-No me quiero casar.

-¿Qué dices, hija?

-No me llame hija que usted no es mi padre.

-A los efectos, es como si lo fuera. Yo te he criado y te he educado como a una hija. Tu padre te abandonó...

-¡Eso no lo creo! ¡No es verdad!

-Lo creas o no, es así, yo soy tu padre y tú eres mi hija y como tal tienes que obedecerme.

-No, no, no soy su hija -repetía una y otra vez con lágrimas en los ojos.

-Está bien, tú lo has querido, desde ahora te trataré como a una criada. Y no olvides que eres la prometida de don Emilio -la muchacha negaba con la cabeza sin dejar de llorar-. Este matrimonio me interesa... Mejor dicho, nos interesa a los dos.

-Yo no estoy interesada en ello, es más, ni siquiera ha contado con mi aprobación.

-No seas terca, ¿no comprendes que con esta unión se unen las dos riquezas más importantes de todo este contorno?

-Las riquezas me traen sin cuidado, no me interesa ninguna de ellas.

-Serás la mujer más rica de todo el país...

-Ya le he dicho que no quiero riqueza, solo quiero tener libertad.

-¡Basta ya! -gritó él al tiempo que daba un puñetazo en la mesa que retumbó en la estancia, haciendo estremecer a la chica-. Tendrás libertad cuando te cases con Emilio pero hasta que no llegue ese día me vas a obedecer por las buenas o por las malas. Te prohíbo salir a la calle bajo ningún pretexto.  Toma, aquí tienes una fotografía de tu prometido para que te vayas familiarizando con él hasta que lo conozcas personalmente.

El hombre puso la foto en las manos de la joven. Ésta lo miró horrorizada.

-Reconozco que, por edad, él podría ser tu padre pero no mires el físico, aunque se vea mayor, en el fondo, se siente joven y lo mejor de todo es que es buena persona. Vas a ser la envidia de muchas mujeres.

Sin escucharlo, ella cogió la foto, la hizo cuatro trozos y la arrojó al pecho de él al tiempo que se ponía en pie dispuesta a salir del despacho. Pero antes de dar el primer paso, él la sujetó por un brazo y con la otra mano le abofeteó la cara con fuerza, quedándole los dedos marcados y a punto de brotarle la sangre en la fina piel.

-Te he dicho que me vas a obedecer por las buenas o por las malas, no te olvides de ello. Vete a tu habitación y no salgas de ella hasta que yo no te lo ordene, ¿entendido?

Ella se llevó las manos al rostro por el que descendían las lágrimas que brotaban de sus ojos azules, a la vez que asentía con la cabeza. Lloraba de rabia más que por dolor, pero al momento, algo cambió la expresión de su mirada, haciendo que esta fuese más alegre y luminosa. El recuerdo de su sueño y el pastor hizo que se sintiera segura y a salvo de cualquier peligro.

El hombre, por lo contrario, pensaba que aquel cambio en la muchacha era debido a su arrepentimiento de lo ocurrido y por la  aceptación al cambio que en breve daría su vida.

-Alba, hija, espera un momento, no te vayas todavía. Sé que estás arrepentida de lo ocurrido. Yo también lo estoy, perdona, no tenía que haberte pegado...Se me ha acabado la paciencia, lo siento.

Alba sonrió pícara.

-Yo también lo siento, debí comportarme como una hija y... me he comportado como una desagradecida.

-Verás que serás muy feliz.

-Sí, eso creo, además, he tenido una corazonada... un presentimiento. Estoy segura de ello.

 

 

7 comentarios:

Piedad dijo...

Bueno, pues aquí estoy, fiel a mi cita semanal con otro capítulo y con el deseo de que os guste tanto como el anterior.

¡Gracias!

rosa mis vivencias dijo...

Reconozco que en el segundo capítulo ya me he anchando a este relato, el primero ya prometía y, no me he equivocado. Piedad espero que tengamos capítulos para tiempo, porque me ha encantado y estoy deseando leer el siguiente.

Abrazos.
Rosa.

PEPE LASALA dijo...

Me ha gustado mucho Piedad. Aunque pobre chica, el hecho de que la comprometan con alguien que no quiere es muy doloroso. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amiga.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Piedad:

Te hallé en el blog de Pepe, un placer conocerte.

Abrazos.

isam dijo...

Bueno Piedad, he subido un ratito a mi casa y he leido la historia del pastor, ahora a esperar como sigue.

Besos, Isabel.

Kety dijo...

Sigo leyendo, qué intriga.

Kety dijo...

Sigo leyendo, qué intriga.