sábado, 2 de enero de 2010

CONTINUACIÓN DE "OTROS TIEMPOS"

CAPÍTULO 4º


Creo que no es necesario explicar con detalles la angustia que sentían mis padres al saber que había perdido la vista y la ansiedad por saber qué pasaría después, si volvería a ver o no, hasta el punto que estaban dispuestos a darme uno de sus ojos si con ello volvía a ver como antes, pero el problema era mucho más grave que un transplante de cornea. Por eso, cuando tenían ocasión hacían una escapadita por dos días e iban a verme, una vez uno y otra vez otro con la esperanza de ver el médico y que éste le informara de aquello que tanto deseaban, pero eso era totalmente imposible, ya que los médicos pasaban consulta por las mañanas y las visitas eran por la tarde. Un día, mi padre me dijo: “mañana, cuando venga el médico pregúntale si volverás a ver”. Cuando llegaba el médico a mi cama, le preguntaba toda sonriente como si se tratara de otra cosa menos importante, aquello que mi padre me había encargado y que a él tanto le angustiaba. Pero como era de esperar, la respuesta a mi pregunta era una respuesta dirigida a una niña y no a una persona adulta que aclarara la situación como mi padre deseaba. No era negativa pero tampoco positiva como para alimentar una esperanza que iluminara el futuro. Así que se tenía que volver a casa otra vez con la misma ansiedad que había venido.
Recuerdo el último viaje que hizo mi padre, que un día después de su partida me preguntó el médico: “¿Cuándo vendrán tus padres?” a lo que yo le contesté que ya no volvería en un tiempo porque acababa de irse. Entonces me dijo que le escribiera una carta (el único medio de comunicación que teníamos) para hacerle saber que me daban de alta con motivo de que era verano y se cerraban algunas plantas o parte de ellas por vacaciones. Así que en pocos minutos y con la ayuda de una enfermera que me hacía de secretaria, la carta estuvo redactada apunto para salir. Pero el correo de aquellos tiempos y en aquel lugar iba más lento que una procesión de caracoles, y los días pasaban y allí no venía nadie hasta que un día ocurrió algo inesperado.
A mi amiga Dory la trasladaron de planta porque su sala fue cerrada como ya he dicho y un día recibió una visita, con la sorpresa para su visitante que encontró las puertas cerradas y sin saber donde se hallaba la niña. Pero por suerte allí estaba yo para informarle de su nuevo aposento que con mucho gusto acompañé a la señora al lugar de su encuentro. Le dije que me siguiera y bajé la escalera sin pérdida de tiempo hasta llegar a la planta menos uno, allí recorrí los pasillos, primero a la izquierda, después a la derecha y cuando solo faltaba un pasillo para llegar, se me acercó un celador y me preguntó: “¿Has visto a tu maestro?” “No” -le contesté yo con cara de sorpresa, pues no sabía que mi maestro tuviera a su padre y hermano ingresados en el mismo centro donde yo estaba y ese era el motivo de su visita.
“Pues hace unos minutos te andaba buscando” -continuó el celador. Al oír que mi maestro venía a verme, le indiqué a la señora por donde tenía que seguir y sin esperar respuesta alguna me volví rápidamente por donde había venido, subiendo de dos en dos los peldaños de la escalera ansiosa por verlo. Entré en la sala como un torbellino y pregunté a mis compañeras de sala: “¿Alguien ha preguntado por mi?” Ellas me contestaron que no, a sí que con la misma energía que entré me di la vuelta y me fui al pasillo, puniéndome en un sitio visible entre un cruce de pasillos para que mi maestro no cogiera la dirección equivocada y no me encontrara. Nerviosa, con la misma timidez, vergüenza o respeto que siempre me causaba la presencia de aquél hombre cuando venía a casa a darme lección, esperé unos minutos, no demasiados porque al momento oí su voz que agachado frente a mí me saludaba cariñosamente. Yo no sabía que decir, pero tampoco supe disimular la alegría que sentí cuando lo oí hablar a mi lado, y después del saludo vino la típica pregunta que se le suele hacer a los niños: “¿Te quieres venid conmigo?...

SIGUE.

5 comentarios:

Piedad dijo...

Mi comentario va dirigido a Beatriz y a R M C por si volvéis a pasar por aquí.
Beatriz, te quiero decir que he pasado por tus blogs y aunque no lo veo, creo que tienes una obra de arte entre los bordados y la colección de dedales, pero no te he podido dejar mi comentario porque el sistema de tu blog para ello, es diferente al mío, y como ya habrás podido comprobar, el manejo de mi ordenador es totalmente diferente ya que no se usa el ratón, por lo que me es más dificultoso en algunos casos. Con R M C me ha pasado lo mismo, por eso desde aquí os agradezco vuestros comentarios y buenos deseos para el año que acabamos de comenzar, que no son otros que los míos para vosotros y para todos y todas lo que por aquí pasan.

Saludos.

reser dijo...

Hola amiga: Ya me van informando de como llevas las obras, se que ya estas en el piso y que os ha quedado precioso, ya sabes nos debemos un café,espero poder verte pronto.
Felicidades por tus escrito. Que el año 2010 te traiga todo lo bueno que desees.
Hasta pronto. Un abrazo

Isabel dijo...

Hola Piedad, ya había entrado ayer pero no me dio tiempo de escribirte.
La verdad es que lo que cuentas es como si retrocedieras todos esos años y en vez de escribir tu, escribe la niña que fuistes. Supongo que fueron tiempos muy duros pero al pasarlos por el crisol de la infancia parecen alegres y fáciles. Me gusta leerte espero que sigas.
Un abrazo

Chus dijo...

Hola Piedad: Soy Chus. Esta mañana he leido tu correo pero no quería contestarte hasta que no pasara por tu blog. Ahora por la tarde, llevo ya, casi dos horas, leyendote y decirte que me ha encantado. Que casi ha sido como leer un libro muy entretenido.. Y digo casi, porque la letra es algo pequeña y tanta pantalla, llega un momento que se me perdían las líneas. Pero bueno, eso es lo de menos. El contenido maravilloso, muy bien expresado y muy ameno.
Es verdad que nuestra infancia comparada con los tiempos de ahora, era muy diferente, los tiempos han cambiado no mucho, sino muchísimo. Pero además en los pueblos, estas diferencias eran todavía mucho mas acentuadas.
También quiero darte las gracias por el correo tan emotivo que me has enviado. Espero que sigamos en contacto. Yo por mi parte pienso seguir leyendo "tus aventuras".
¿Como tuviste el accidente?. He empezado a leer tu blog, desde el primer capítulo, no se si antes has escrito algo del accidente.
Bueno Piedad. Encantada de haberte conocido. Un beso. Chus

maracuyá dijo...

Piedad, qué experiencias, madre mía!!! Y cuánto le has sacado lo positivo!!!...mira que una niña, pasar por esas situaciones, también me pongo en lugar de tus padres...has perdido la vista y comprendo lo que eso significa, pero yo no sé si vos te das cuenta lo mucho que has sabido enriquecerte a partir de ese hecho doloroso. Te admiro, querida amiga.

Recibe mi abrazo fuerte.