miércoles, 20 de agosto de 2008

ª primera parte de "El Castillo encantado"

Me he permitido servirme de mi fantasía para escribir este cuento memorizando con él aquellos tiempos tan lejanos del presente, e imaginar la cara de sorpresa que pondrían nuestros antepasados si levantaran la cabeza y comprobaran el avance de la tecnología y la distrucción de la Naturaleza. Sin duda la volverían a dejar caer sobre su lecho eterno para seguir descansando en él sin preocupación alguna.


PRIMERA PARTE.


EL CASTILLO EN CANTADO

Cuenta la leyenda, que hace muchos muchos años, había una joven muy bella que vivía en una casita en plena naturaleza, De piel blanca como las azucenas, de ahí su nombre, Azucena-. Azucena era linda y fresca como las flores que le rodeaban y frágil como sus pétalos. Sus dientes como perlas, su boca y nariz pequeña, sus ojos grandes como dos soles que resplandecían en su rostro, sus largos cabellos dorados como los rayos del sol, finos y suaves como la brisa que los acariciaba, hacían embellecer aún más la hermosura de su cuerpo.
En aquella época, no había agua dentro de las casas y mucho menos había grifos en los cuartos de baño ni en la cocina. La gente tenía que ir a por ella a la fuente o al río. Azucena iba a por ella al manantial del río cercano a su casa. Tampoco había luz eléctrica. Azucena se alumbraba con una lámpara de aceite o de petróleo.
También carecía de muchísimas cosas de las que hoy desfrutan todos los jóvenes y que en aquella época, azucena no las conocía. Unas porque no existían, otras porque no podían llegar al lugar donde ella vivía, por ejemplo: teléfono, televisor, ordenador y tantas cosas más… podríamos decir, que no tenía nada.
No muy lejos de allí y en lo alto de la colina, había un viejo castillo en el cual vivía una vieja bruja hechicera, llamada Triangulina por la forma de sus ojos.
Triangulina era espantosamente fea, tenía dos dientes largos y afilados salidos hacia fuera, la boca torcida hacia el lado izquierdo, la nariz retorcida hacia la derecha y los ojos como dos triángulos de color gris. El pelo del mismo color, áspero y de punta como un herizo, hacían de ella una imagen horrorosa. No tenía más fortuna que una varita mágica y su conjuro, con los cuales se desplazaba a todas partes. Para Azucena, su presencia le resultaba muy desagradable, por eso, siempre que podía evitaba cruzarse con ella.

En la ciudad, lejos del Castillo y de la casa de azucena, había un Palacio habitado por un joven y guapo príncipe llamado amadeo. Al cual, llegaron los rumores de las conversaciones que los campesinos del valle que había al pie de la colina y que conocían a azucena, mantenían con la gente del pueblo. Sus comentarios siempre eran los mismos, hablaban de la dulzura y belleza de azucena como si se tratara de un ángel. Amadeo que era un prímcipe apuesto,moreno, con ojos oscuros y grandes, siente el deseo de salir en busca de la joven y comprobar con sus propios ojos lo que la gente comenta, con la intención de llevarla al Palacio y convertirla en princesa. Y en su caballo favorito cabalga veloz como el viento hacia el lugar indicado por los campesinos. Una hora más tarde está próximo a conseguir su objetivo.
La bruja Triangulina desde lo alto de la colina ha visto cabalgar al ginete y por arte de magia se presentó ante él con su varita mágica.
-¿A quién tengo el gusto de saludar? –preguntó la bruja un tanto guasona.
-Soy el príncipe amadeo y vengo en busca de la bella azucena para convertirla en princesa
-Yo soy la persona a quien buscais –contesta la horrorosa bruja.
-no mientas, tú no eres bella ni Jove. Azucena es la más hermosa de las mujeres y tú eres fea.
La bruja, ofendida maldició al príncipe que seguía cabalgando sin escucharla.
-No la encontrarás príncipe estúpido –y acto seguido cogió su varita mágica e hizo un conjuro-. “Me sirvo de tu magia para que el príncipe duerma toda la vida y nunca logre encontrar a esa presumida y creída invécil joven. Espirit Castic dormito”. Y dirigiendo la varita hacia el príncipe que abanzaba en su caballo entre el hermoso paisaje que conducía a la pequeña casita de azucena, le dio la orden de su conjuro. Al momento, el príncipe se encontró mal, estaba aturdido, no sabía de donde venía, a donde iba ni qué buscaba. Se bajó del caballo como un sonámbulo, los ojos le pesaban muchísimo, lo veía todo borroso. Triangulina lo condujo al Castillo y una vez dentro, lo llevó a una de sus habitaciones, en la que había un camastro. El príncipe tenía tanto sueño, que se dejó caer sobre él y cerró los ojos. La bruja hechicera puso la varita en su frente y Amadeo durmió profundamente.
Unos días después,Azucena llegó al manantial del río más bella que nunca y radiante de felicidad. La bruja Triangulina le salió al encuentro y con una risita burlona e impócrita le preguntó.
-Te veo muy feliz pequeña, ¿se puede saber a qué es debido?.
La muchacha contestó sonriente.
-Sé por los campesinos, que el príncipe amadeo viene de camino para llevarme a su Palacio y convertirme en princesa.
-Jajajaja. ¡Qué equivocada estás querida. Tu príncipe nunca te llevará a su Palacio,ni tú serás princesa, jajajaja.
-¿Por qué dices eso, bruja? ¿Por qué te ríes de esa manera? ¿esque no lo crees?.
-El príncipe está en mi Castillo, lo tengo encantado y nunca despertará de su sueño.
Azucena se puso delante de la bruja y con voz firme y fuerte le contestó.
-Lo dices para hacerme sufrir, no te creo bruja, eres mala.
-¡ah!, con qué no me crees, pues ven a verlo y saldrás de duda.
Temerosa y asustada, Azucena seguió a la hechicera, con la esperanza de que todo aquello no fuera verdad. La fea Triangulina se dirigió a la habitación donde se hallaba el príncipe durmiente. Abrió la puerta y se apartó hacia un lado para que la temblorosa Azucena pudiera ver a su amado Amadeo. Impactada por la imagen que la habitación ofrecía a sus ojos, la muchachita quiso gritar, pero su voz se quebró en el silencio del viejo Castillo sin imitir sonido alguno. Quiso huir para pedir ayuda, pero sus piernas no le obedecían, no podía moverse, le pesaban muchísimo, parecía que estaban clavadas en el suelo. La bruja las tocó con su varita mágica y la muchachita, sunánbula la siguió por un amplio corredor que les condujo a otra habitación, en la que había otro camastro similar al del príncipe, en él se dejó caer la adormilada azucena. Después, la hechicera tocó su frente con su varita y la bella muchacha se convirtió en la bella durmiente.
Los campesinos, nunca supieron lo que había pasado, solo sabían que el príncipe y azucena habían desaparecido. Algunos decían que el Castillo estaba enbrujado y los jóvenes se hallaban enn él encantados, pero nadie se atrevían a entrar en su interior por miedo de caer en la trampa de la bruja hechicera.

Pasaron muchos muchos años y la fea Triangulina seguía en su Castillo, pero cada vez más agurrida, pues ya nadie se acercaba a la colina. Un día, el cielo estaba cubierto de nubes grises y amenazaba lluvia. La bruja sintió deseos de volar por encima de ellas. Cogió su varita y la inclinó hacia el cielo ordenándole.”quiero volar por encima de las nubes”. Y voló hasta confundirse con ellas, pero voló tan alto, que se fundió como un metal, convirtiéndose en gotas de agua que calló sobre la colina entre la fina lluvia. Su varita calló sobre el Castillo, convirtiendo éste en un bonito y moderno Palacio.


Sigue.

5 comentarios:

Sabela dijo...

Buenos días Piedad, te venía a decir que te pasé a tí el testigo y me encuentro con esta entrada tuya, después de leerla te diré que me gustó y quedaremos a la espera del desenlace...
Empezó Conchi el cuento, seguí yo y ahora te toca a tí, como bien decías lo dejas en comentario y Conchi ya lo coloca. Al escribir tu parte si tienes alguna duda mirás los dos comentarios anteriores que es lo que va escrito del cuento hasta ahora.
Abrazos.

Sabela dijo...

Buenos días Piedad, te venía a decir que te pasé a tí el testigo y me encuentro con esta entrada tuya, después de leerla te diré que me gustó y quedaremos a la espera del desenlace...
Empezó Conchi el cuento, seguí yo y ahora te toca a tí, como bien decías lo dejas en comentario y Conchi ya lo coloca. Al escribir tu parte si tienes alguna duda mirás los dos comentarios anteriores que es lo que va escrito del cuento hasta ahora.
Abrazos.

Piedad dijo...

Este cuento hace algún tiempo que lo escribí por aquello de no dejar parar la mente y como no, para manifestar mis sentimientos hacia aquello que más aprecio entre otras cosas, pero como considero que es algo largo y no a todo el mundo le gusta leer textos largos, he decidido publicarlo en dos veces, así que tendreis que esperar algunos días más para saber su final. espero que os guste.
besos para todos.

Conchi dijo...

Hola, Piedad. Me alegro que hayas querido compartir con nosotros tu cuento. Esta pimera parte está muy bien. Una joven muy guapa y una bruja bien fea, eh?, jaja. Me ha gustado y además estoy intrigada de qué pasará en el nuevo palacio. Si la bruja ya no está, ni la varita... ¿ellos siguen dormidos?... Uhmmmmmmmm esperaremos ansiosas!
Un abrazo.
Conchi

celebrador dijo...

Yo les contaba a mis hijos aventuras del Pirata Panduro y de su grumete Mendruguillo, siempre con sus gayumbos bin golorosos por la plasta que salía de sus traseros cada vez que se encontraban con la bruja, pero no era Triangulina, no, qué va, sino solo la conocida Bruja Piruja...

En fin, se quedaron sin Triangulina