¿Os acordáis del gato Mogines? Os dejo otro capítulo.
.
CAPÍTULO 2: LA TORMENTA
Cascabel es un perro joven,
guapo y presumido
que pasea con arrogancia
por el barrio donde ha nacido.
Antes de salir a la calle
se mira en el espejo,
se da media vuelta derecho y tieso,
se relame el hocico
y se ríe al pensar que, como él,
no hay otro perrito.
Se coge la cola
y se vuelve a mirar,
da dos pasos hacia adelante
y dos hacia atrás.
Cambia de gesto,
saca la lengua,
enseña los dientes,
levanta las orejas
y se mira de frente.
Soy guapo y vanidoso,
cuanto más me miro
me veo más hermoso.
Me he enamorado de Perla,
a ver si ella me acepta por esposo.
Y así, con aire de grandeza,
se va en busca de su enamorada
que, ante su belleza,
se queda embobada.
Se encuentra con el gato Mojines
que pasea con sus patines.
Cascabel lo mira desafiante
y se abalanza hacia él
con intención de echarle el guante.
Mojines arquea el lomo,
levanta el rabo,
lo mira y sale disparado.
¿Qué le pasa a Cascabel?,
se pregunta Mojines,
¡no me puede ver!
Yo siempre lo saludo,
le hablo con educación
y él me enseña los dientes
y me mira con traición.
Cascabel se siente el rey del Universo,
todas sus amigas le piden un beso.
Coquetean con él las hembras de su raza,
pero, él a todas les da calabaza.
Él quiere a Perla, la hembra más fina
y distinguida que por allí pasa.
Perla y Cascabel hacen buena pareja,
se quieren y se llevan bien y
él, de ella, nunca se aleja.
Un día, él le dijo:
-Perla, perrita mía,
¿te apetece dar un paseo
con este día tan romántico
a la verita mía?
-Ay, Cascabel,
lo que hace el amor,
está a punto de llover
y tú con esa ilusión.
No me quiero mojar el pelo,
que luego huelo mal
y me gusta estar bella
para cuando nos vayamos a casar.
-No te preocupes, mi amor,
tengo un paraguas
que nos cubre a los dos.
Y cogiditos por la cintura,
te diré piropos bonitos
mientras paseamos bajo la lluvia.
Así lo hicieron,
los dos enamorados
por el sendero pasearon.
Se cruzaron con Mojines
que volvía de regreso.
Este, al pasar por su lado,
los saluda con respeto.
-Hola, parejita,
os vais a mojar,
la tarde se pone fea
y llueve sin cesar.
Cascabel le planta cara,
levanta las orejas,
enseña los dientes
y parece comérselo con la mirada.
Mojines se detiene
y a Cascabel le pregunta,
ya que no entiende
el porqué de su conducta.
-Cascabel,
¿por qué me enseñas los dientes
cada vez que me ves?
Yo no me meto contigo,
soy buen gato que ayudo a mis vecinos.
-Porque me divierte verte correr.
-Pues tu actitud me asusta,
parece que me quieras morder.
-De buena gana lo haría,
pero vete y no molestes mi paseo,
¿no ves que estoy con mi querida?
-Perdona si te he ofendido,
con ella lo pases bien,
que yo me retiro.
Bajo el paraguas,
Perla y Cascabel
felices hablaban
y, entre besos y risas,
de su casa se alejaban.
La lluvia caía con ímpetu,
el viento soplaba fuerte
y allí donde estaban,
no había nada donde protegerse.
Cascabel se acordó
del consejo de su vecino,
aunque él se ofendió
y lo tomó por un enemigo.
Cogidos del paraguas
intentaron regresar,
pero éste subía por los aires
por la fuerza del temporal.
El paraguas se elevaba
y la pareja, con él, volaba.
Al principio lo encontraban divertido,
pero después Perla exclamaba en un chillido:
-¡Ay, Cascabel, amor mío!
Nos matamos,
¡el viento nos lleva al río!
-Cógete fuerte al paraguas,
mi vida, no te vayas a caer,
que cuando cese la tormenta
bajaremos otra vez.
Cada vez soplaba más el viento,
el paraguas parecía un globo
aerostático aunque sin cesto.
La pareja estaba en peligro,
de eso no había duda.
Mojines, desde su refugio,
contemplaba la escena con amargura.
A pesar de que Cascabel
siempre lo miraba mal,
le daba pena verlos sufrir
sabiendo que, en cualquier momento,
la pareja podría morir.
-Sé que le caigo mal
a ese perro orgulloso
y, total, él no es mejor que yo,
aunque se vea más hermoso.
Yo podría salvarles la vida
poniendo la mía en peligro…
¿Y si después me asusta
y se divierte conmigo?
¡Ay, Dios mío, no sé qué hacer,
el viento los sacude y van a fallecer!
Sin apartar la mirada,
el gato se afrenta a un dilema.
En su interior suena
la voz de su conciencia:
haz bien y no mires a quién.
Se frota las manos
y se pone en marcha
sin pérdida de tiempo,
busca en su cabaña
el material que precisa
para el salvamento.
Un chubasquero,
una cuerda que ata a su cintura
y rápidamente se sube
al árbol de más altura.
Se sujeta a él con ella
y hace un lazo en el otro extremo,
lanzándolo al paraguas
que sube al cielo.
Mojines grita energético:
-¡Perla, Cascabel, sujetaos bien!
¡Voy a tirar de la cuerda
para traeros al árbol
y, si lo consigo, estáis salvados!
Cascabel no podía creer
lo que sus ojos estaban viendo.
Mojines, en medio de la tormenta,
por ellos estaba sufriendo.
Empezó la lucha
entre el gato y el viento,
¿quién podrá más, la astucia del gato
o la fuerza de la tempestad?
Mojines de la cuerda tiraba,
que enganchada del paraguas,
al árbol doblaba.
El gato se tambalea,
casi pierde el equilibrio,
los perros, en el aire,
son conscientes del peligro.
La lucha se hace intensa,
el viento racheado
dificulta el rescate,
y el paraguas, elevado,
no hay quien lo alcance.
Pero Mojines no se rinde,
su condición de servir a los demás
no lo abandona,
manteniéndose firme
en lo alto de la copa.
Tira de la cuerda
con las dos manos,
se le escapa una pata…
¡Suerte que está atado!
Por fin vence al viento,
el paraguas desciende altura
y el gato se siente contento.
Los perros llegan al árbol,
el gato ata sus cuerpos con la cuerda
y, tirando de ella, baja a tierra.
Se desliza con sus patines
sobre el suelo mojado,
con la cuerda atada a su cintura,
remolca a los enamorados.
El viento no cesa,
los tira al suelo
y se golpean la cabeza.
Mojines, con sus patines,
tiene mucha maña
y, aunque el viento lo cimbrea,
logra llegar a su cabaña.
Atiende a Perla,
que del susto se ha desmayado.
Cascabel tirita de frío
y se siente emocionado.
¡Gracias a Dios,
los tres se han salvado!
Después de la tormenta llega la calma,
Cascabel organiza una fiesta
y adorna la plaza.
Pone una foto de Mojines,
cuelga cintas de colores
y en todas las esquinas
pone ramos de flores.
Quiere homenajear a su vecino,
el gato que sus vidas salvó
y que sepa el barrio entero,
que no existe un felino mejor.
.
Piedad Martos Lorente
2 comentarios:
Extenso y excelso homenaje le rindes a Cascabel, apetece conocerlo pero saber que vive y vive bien ya es una buena noticia. Abrazos Piedad
Me ha encantado, que imaginación tienes . Y como te dice Ester apetece conocer a Cascabel. Un abrazo .
Publicar un comentario