domingo, 8 de abril de 2018

UN RELATO NUEVO

EL DUENDE DE MI CASA

 

"Ahora sí creo de verdad, que en mi casa hay duendes, estoy segura de ello, porque si no es así, ¿Dónde están mis gafas? Anoche, cuando me acosté las dejé aquí, en la mesilla de noche, y ahora no están. Voy a ver si las he dejado en el cuarto de baño cuando me he duchado.

 

Aquí tampoco están. No están en ninguna parte."

 

La anciana Felisa, da vueltas por la casa buscando las gafas. Se detiene delante de un mueble, en el cual, descansa un marco con una fotografía de un hombre de avanzada edad. Lo toma en sus manos y le habla:

 

"Ay, Gregorio, amor de mi vida, qué sola estoy desde que te fuiste. Y lo peor de todo, es que me quitan las cosas. ¿Tú no has visto ningún duende por aquí? Ayer me quitaron el monedero, hoy las gafas. Y, claro, sin ellas es que no veo nada. ¿Te acuerdas de aquella fotografía que nos hicimos cuando éramos jóvenes y  que a mí tanto me gustaba? Pues el otro día me la quitaron. Tengo tanta pena que me dan ganas de llorar… ¡Con lo guapos que estábamos! Si al menos, tú estuvieras aquí, me echarías una mano para buscar ese duende que me está martirizando escondiéndome todas mis cosas. Hasta la ropa interior me la quita.

Le voy a atar los huevos al diablo, a ver si él me encuentra las cosas que más quiero."

 

Felisa se retira del mueble y se dirige a la habitación, con la intención de coger un pañuelo y atarle los huevos al diablo. Abre el cajón de la mesilla donde los guarda pero estos han desaparecido. Los pañuelos blancos que ella bordó cuando era joven con sus iniciales, no están en el lugar de siempre.

 

"¡Maldito duende, me estás amargando la vida! Te has llevado mis pañuelos… me estás quitando todos mis tesoros, todo lo que más quiero, los recuerdos más bonitos de mi juventud."

 

La mujer se dirige a la cocina, coge un paño de algodón de los que usa para secar los cubiertos. En una punta hace dos nudos. Primero hace uno Bien apretado y, al lado de este, hace el segundo, usando  toda su fuerza y rabia, mientras formula una frase:

"Diablo, diablo, los huevos te ato. Hasta que no encuentre mis gafas, no te los desato."

 

 Es tan grande la pena que siente, que no puede reprimir el llanto. Sus lágrimas se deslizan por su rostro afligido. Se mete la mano en el bolsillo de la bata para coger un clínex, y… ¡Sorpresa! La expresión de sus ojos lo dicen todo. ¡Las gafas han aparecido!

 

Piedad Martos Lorente

 

 

19 comentarios:

Piedad dijo...

Hola, amigas: Flor, Marina-Emer, Kasioles, Charo, Conral, Mari Carmen García Franconeti, Marina Flegueira... Ante todo os quiero dar las gracias por vuestros comentarios en la entrada anterior con palabras tan emotivas como las vuestras.

En un día lluvioso como el de hoy os dejo este relato que escribí este invierno en dos capítulos, esperando que sea de vuestro agrado.

Con él os dejo un fuerte abrazo y todo mi cariño, esperando volver a leer vuestras letras.

Elda dijo...

Hola Piedad, me ha encantado venir a tu blog y leer este maravilloso relato tan cierto en su fondo y tan entrañable por las expresiones que empleas. Cuantas veces con la edad nos pasa lo mismo que a Felisa, a la vez que esperamos que la memoria no se nos pierda como las cosas que buscamos.
Ha sido muy agradable tu visita... me llevo la dirección de tu blog para poder seguirte.
Un abrazo y muchas gracias.

Flor dijo...

Hola Piedad , que relato más tierno y certero , si te soy sincera yo no soy tan mayor como Felisa y también creo que hay duendes en mi casa , puesto que yo llevo gafas y no hace mucho también las buscaba , y no las encontraba ... Y todo era que las llevaba encima de la cabeza , era por eso que no las encontraba , en cuanto a lo de los nudos , no era el santo san cucufate
o eso tenía entendido , ya que mi madre y mi abuela , siempre lo decían.

Me a gustado mucho tu cuento , te doy las gracias por tu cariñoso comentario que has dejado en mi blog , te deseo un feliz día , besos de flor.

Recomenzar dijo...

me gusta como escribes claro fácil intenso...
Un abrazo con luz
desde mis momentos

Piedad dijo...

Hola, Elda. Bienvenida a mi espacio.
Me alegra que te guste mi blog.

Abrazos.

Piedad dijo...

Hola, Flor.
No conocía ese santo, jajaja. Mi madre y mi abuela decían diablo, diablo...
por cierto, yo también pierdo las cosas, no eres tú sola ni Felisa. Yo perdí el trapo del polvo y luego lo llevaba enganchado en la cintura, jajaja.
Abrazos.

Piedad dijo...

Hola, Recomenzar.
Otro abrazo para ti con la gratitud y cariño que merecen tus palabras.

CHARO dijo...

Me ha gustado el relato y he llegdo a la conclusión de que en mi casa también hay duendes en algunas ocasiones aunque lo de atar los huevos del diablo no lo conocía:-)) Besicos

Piedad dijo...

Hola, Charo.
Yo creo que casi en todas las casas, por no decir en todas, hay duendes, jajaja.
Si te ha gustado esta parte, sepas que hay una segunda parte para la próxima entrada.

Que tengas feliz semana.
Abrazos.

Kasioles dijo...

Me has hecho sonreír con lo de atar los huevos al diablo, por mi tierra se decía: Satanás, los cuernos te ato, hasta que no me devuelvas lo desaparecido no te los desato.
Si algo me aterra en esta vida, es perder la memoria.
Cariños en abrazos.
kasioles

Piedad dijo...

Hola, Kasioles.
Perder la memoria es lo peor que le puede pasar a una. Yo tengo experiencia en ello con mi marido y te diré que es terrible verlo como un niño pequeño.
Por suerte, yo estoy perfectamente bien y le doy gracias a Dios por ello.

Mi madre tenía la costumbre de atarle los huevos al diablo, jaja. Así que yo he utilizado su frase para mi relato.

Abrazos y cariños.

Marina-Emer dijo...

Mi querida amiga Piedad ...que relato tan bonito nos has dejado...además sin gafas no ve uno 4 en un burro...menos mal que aparecieron.
Yo llevo unas gafas de farmacia que son muy baratas me las recetó el oculista ...veo a leer estupendo y ni para la tele las pongo pero si no las encuentro me enfado y hasta que no aparecen ...busco y busco.
Gracias bonita por venir a visitarme ,mientras entre alguien publicaré algo pero cuando no me visiten ya vendré a decirte un ADIOSSSSSS...
besitos

Piedad dijo...

Hola, Marina.
Todavía tienes que publicar muchas poesías más, Pues ya sabes lo que te digo siempre: son preciosas, y además, tienes muchos que te siguen igual que yo, así que nada de despedidas.
Seguimos en contacto.

Abrazos con cariño.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Piedad!

Que rato más agradable he pasado leyéndote este magnifico y bellísimo relato, que bello escribes Piedad, me has sacado una sonrisa y he pensado que debo hacer ese nudo en un paño de cocina... Creo que lo necesito, amiga.
Ha sido y es siempre un inmenso placer pasar por esta tu casa, gracias por darnos tanto tan hermoso.

Te dejo mi gratitud y mi gran estima.
Un abrazo y se muy, muy feliz.

Te lo mereces, Piedad.


Piedad dijo...

¡Hola, Marina!

Yo te dejo un abrazo y mi gratitud por tan bonitas palabras.

Me alegro que te guste como escribo. Intento hacerlo lo mejor posible, ya que disfruto con ello.
Besos.

Conchi dijo...

Hola Piedad, un relato muy real el que nos traes hoy, cuando nos vamos haciendo mayores, la memoria nos juega malas pasadas.

Besos de Espíritu sin Nombre.

Piedad dijo...

Así es, Conchi. La memoria es lo más importante para nuestra autonomía, así que habrá que trabajar las neuronas para mantenernos lo mejor posible.

Abrazos y feliz fin de semana.

Conral dijo...

Hola, Piedad. Yo le ato la lengua a san Antonio hasta encontrar lo que se pierde, jeje.
Tu relato tan real como la vida misma. Con la edad vamos perdiendo la memoria, vete a saber por qué, aunque algunas personas la conservan maravillosamente.
Te mando un fuerte abrazo y mi cariño. Cuidate mucho, amiga.
Conchi

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Piedad!

Amiga, paso a dejarte un fuerte abrazo y desearte un muy feliz fin de semana junto a mi gratitud y gran estima siempre.