domingo, 21 de mayo de 2017

AMORES EQUIVOCADOS 3º

Capítulo 3º.

 

En la residencia

 

Al cruzar el umbral de la puerta, Marina se mira el reloj: tiene cinco minutos para cambiarse antes de relevar a su compañera de turno. Entra en el vestuario y allí se encuentra con Irene que casi está a punto de salir para incorporarse a sus tareas diarias.

-Hola, Irene.

-Hola, Marina. ¿Qué tal?

-Uf, fatal… tengo los nervios de punta.

-¿Qué te pasa, chica?

-Pasarme, lo que se dice pasarme no me pasa nada. Me he enfadado con mi marido.

-¿En serio?

-Resulta que los fines de semana que yo trabajo, él siempre tiene algún proyecto. Si no tiene futbol, ha quedado con algún amigo, y si no es eso, es otra cosa, pero el caso es que siempre pasa lo mismo. Hoy me pongo a preparar la comida y me dice que para él no haga nada, que es el cumpleaños del amigo y que se van a comer los dos juntos, y ya estoy hasta las narices.

-Bueno, mujer, tranquilízate, que no es para tanto.

-¿Qué no es para tanto? Pues claro que lo es. Mira, la semana pasada que yo no trabajé el fin de semana, cuando le dije de salir a dar una vuelta me dice que no. Si le digo de ir al cine… ni hablar, le duele la cabeza. Si digo de ir a pasear, ni hablar del caso, está cansado. Y así estamos siempre. Estoy harta, de verdad, chica.

-Bueno, después del enfado viene la reconciliación y con ella florece el amor con más fuerza.

-Ya, ya. Eso ya lo veremos.

 

Salen del vestuario y cada una se dirige a su zona de trabajo.

Marina da una ojeada por la sala de estar y comprueba que todo está tranquilo. La mayoría de los ancianos están dando una cabezadita en sus sillones correspondientes.

Sin decir nada, se da la vuelta y se dirige a la cocina para preparar el carro con la merienda y el medicamento de la tarde.

Manuel, que permanece en silencio frente al televisor viendo un documental con poco volumen, le hace una seña con la mano para que se acerque a él.

-Buenas tardes, Manuel. Qué, cómo va usted, ¿se siente bien en la residencia?

-Pues sí, señorita. Me siento a gusto y estoy bien cuidado. Claro, que como llevo pocos días aquí, no puedo decir lo contrario.

-¿Han venido sus hijos a verlo algún día?

-Qué va, yo no tengo hijos. Mi mujer murió el año pasado y todo este tiempo he estado solo. Pero ya me he cansado de vivir en soledad, y claro, aquí estoy muy acompañado.

-Entonces ¿no tiene usted familia?

-Sí, familia sí tengo. Tengo hermanos… que están peor que yo, aunque ellos sí tienen hijos.

De todos los sobrinos que tengo que son cinco, solo me visita uno. Es el más familiar y el más cariñoso y además, muy simpático. Creo que vendrá hoy a verme.

-Pues me alegro que por lo menos tenga alguno que se acuerde de usted.

¿Quiere usted alguna cosa?

-No, muchas gracias. Solo quería hablar un poco.

-Muy bien, me voy a continuar con mi trabajo. Después vuelvo.

 

Cuando acaba de prepararlo todo, vuelve otra vez a la sala y por orden, los lleva a todos al servicio. Dos horas más tarde, aprovechando unos minutos de intervalo entre servicio y servicio, se va a tomar un descafeinado con leche. Los nervios parece ser que los tiene más calmados, aunque no deja de pensar en la actitud que ha adoptado su marido últimamente. En ese instante suena el timbre de la puerta y va a abrir, pues el portero ha ido al servicio.

 

-Buenas tard…des. anda, si está aquí la esaboría. ¿Qué hace usted aquí?

-¿A usted qué le parece?

-Parece que esté currando ¿no?

-Solo lo parece. ¡Lo que me faltaba por oír! Y digo yo, ¿usted se ha propuesto seguirme los pasos y amargarme la tarde?

-Pero cómo le voy yo a amargar la tarde, si lo que intento es alegrársela, mujer. Vengo a ver a mi tío.

-¿Quién es su tío?

-Manuel Delgado.

-Ah, ya. Pase por aquí. Está en la sala de estar viendo la televisión.

-Qué sorpresa me he llevado al verla aquí. Era lo que menos me esperaba.

-Yo tampoco lo esperaba ver aquí.

-Pues sí, hoy voy a dedicar el día a visitar a la familia. Esta mañana a mis padres y esta tarde a mi tío. ¿Se acuerda que le dije que mi mujer me había dicho que no tardara mucho?

-Sí.

-Pues cuando he llegado a mi casa a las dos menos cuarto, he empezado a llamarla: ¿Cariño…? ¿Cariño…? Estoy aquí. ¿Y sabe lo que me he encontrado?

-No, ¿Qué se ha encontrado?

-Una nota enganchada en la nevera en la que me decía: Me voy a comer con una amiga. En la nevera tienes comida, hazte tú lo que te apetezca. Así que me he hecho una ensalada, una pechuga de pollo a la plancha, una manzana y un café. He fregado lo que he ensuciado y después de ver la tele un rato me he dicho: ahora mismo me voy a ver a mi tío y que ella venga cuando quiera.

-Pues estamos los dos lo mismo, porque mi marido también se ha ido a comer con un amigo.

-Ya. Espere un poco, que le voy a contar un chiste antes de entrar en la sala.

Era un hombre que fue al médico y le dijo: "Doctor, hace dos semanas que mi mujer me fue infiel y todavía no me han salido los cuernos, ¿Será por falta de calcio?

-Jajajaja, ¿y usted cree que su mujer le es infiel?

-No sé yo, pero de un tiempo para acá se comporta de otra forma diferente.

-¿Manuel? Mire quien viene a verlo.

-¡Hombre, Isidro! Pasa, pasa. Te estaba esperando. ¡Este es mi sobrino, el más bueno de todos!

-Ole mí tío, el más grande del mundo entero, que ante su bondad, yo me quito el sombrero.

 

Piedad Martos Lorente

 

9 comentarios:

Piedad dijo...

Aprovecho para desearos feliz domingo y agradeceros a todos y a todas vuestros comentarios en la entrada anterior. Vuestras palabras es el alimento de este blog.
Un abrazo para cada uno/a de vosotros/as.

Kety dijo...

Muy bueno, piedad. Espero que haya cuarta entrega para ver que pasa con Marina e Isidro.
Un placer leerte.
Besos

María dijo...

Genial este relato, Piedad.

Yo también te deseo una feliz tarde de domingo.

Besos enormes.

CHARO dijo...

Al fin he podido entrar al blog.Me está gustando bastante tu relato, aahora a esperar al próximo capítulo.Besicos

Conchi dijo...

Ahora comienza un poco de intriga, Me estoy preguntando ¿Que situación están viviendo los conjugues de ambos?. Espero la próxima entrega Piedad.

Un abrazo.

Conchi dijo...

Piedad, la historia se va complicando, jeje. Mira que si la mujer de Isidro está con el marido de ella? Ya lo que faltaba!
Ay, la vida qué complicada es o qué complicada la hacemos.

Avísame cuando tengas el próximo capítulo!!!
Un abrazo grande
Conchi

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Piedad!!!

Que bien narrado está este novela, amiga, es un gusto leerlo, no cansa como algunos relatos que leo.
Y bueno, que decir del chiste está súper bien!!! Me ha encantado y me he reído mucho que por cierto me hace falta.

Gracias, por compartir tus bonitas letras.
Un abrazo.

isam dijo...

Bueno Piedad, ya he leido los tres capítulos ahora a esperar que sigas con el próximo. Me gusta lo que escribes. Besos

rosa mis vivencias dijo...

No se porque intuyo lo mismo que Conchi, pero no digo nada, esperare a leer tu próximo capitulo, sera la manera de salir de dudas.

Un abrazo.
Rosa.