martes, 4 de noviembre de 2014

ANSELMO EL PASTOR.

LOS OJOS DE MI SUEÑOS

 

CAPÍTULO 9º

 

 

Instaladas en el Castillo, las dos mujeres conversaban en uno de sus aposentos.

-Juanita, ¿tú sabes bien cómo llegué yo a esta casa? Cuando lo pregunto, nadie me quiere contestar y yo sé que ellos no son mis padres. Tengo vagos recuerdos de ver otros niños mayores que yo en otra casa, y eso me hace pensar que tengo otra familia.

-Ay, mi niña, lo siento, yo tampoco puedo hablar, lo tengo prohibido. Si don Francisco se enterara que yo te he dicho tu procedencia, sería capaz de matarme o cortarme la lengua.

-Anda, Juanita, dime la verdad, ellos no se van a enterar, es más, tal vez ya no los vuelva a ver nunca.

-¡Niña, no digas eso que me asustas!

-El pastor me rescatará de mi cautiverio y una vez sea libre, buscaré mis raíces. Tú vendrás conmigo, no te va a pasar nada, por eso, si me dijeras lo que tú sabes, para mí sería más fácil.

 

 

Daniel paseaba todos los días dos o tres veces por la calle principal con la esperanza de encontrarse con la chica del carruaje o con algún indicio de su procedencia, pero las puertas cerradas a cal y canto impedían obtener cualquier información. Viendo, pues, que su intento era en vano recurrió otra vez al lechero. Éste recogía los cántaros vacíos para regresar de nuevo al campo y continuar su jornada con el ganado.

-Buenos días.

-Buenos días nos dé Dios.

-¿Ya vas a cerrar?

-Así es. Una vez he vendido toda la leche, ¿qué puedo hacer?

-Te voy a hacer una pregunta, ¿has vuelto a ver a la joven del otro día?

-¿A Alba?

-No sé cómo se llama. La joven que recitaba en el carruaje.

-Se llama Alba y si lo que quieres es verla, lo tienes mal porque se ha ido de aquí... mejor dicho, se la han llevado, pero no digas que yo te lo he dicho, es un secreto. Su familia no debe saber que yo lo sé.

-¿Es tu novia? -preguntó Daniel.

-Eso es otro secreto. ¿Por qué quieres saber tantas cosas? ¿La vas a pretender?

-Es muy largo de contar. Solo te diré que sus ojos me han recordado a los de una niña que conocí hace muchos años. Era muy bonita, se llamaba Aurora pero un día desapareció y nunca más supe de ella.

-Lo siento. En eso, yo poco te puedo ayudar. Solo te puedo decir que en lo que se refiere a esta señorita es todo muy misterioso. Tanto que, desde hace unas semanas, incluso antes de conocerla, sueño con ella todas las noches. Quiero decir con sus ojos y, por lo que ella me ha dicho, también sueña conmigo. Ah, y recuerda lo que te he dicho, nadie debe saber nada de lo que aquí se ha hablado.

-Tranquilo, a mí me interesa tanto como a ti mantener el secreto, pero eso sí te digo, voy a buscar su origen y no voy a parar hasta conseguirlo.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Tú dirás.

-Esa niña que buscas no era una niña que te cruzaste con ella por casualidad, ¿verdad?

-No. Esa niña no fue un encuentro del destino, era mucho más...

Anselmo preguntó, seguro de la respuesta que obtendría:

-Aurora era tu hermana, ¿no es así?

-Así es. Algún día tal vez te cuente lo ocurrido, ahora me voy, mi hermano me espera.

-Que tengas suerte y encuentres a tu hermana.

-Gracias, Dios te oiga.

 

 

Alba insistía, empeñada en saber la verdad.

-Juanita, por favor, dime lo que sepas. Yo no te voy a delatar, no te va a pasar nada.

-Es que en realidad no sé nada que pueda ser de tu interés.

Pero sí, Juanita recordaba las idas y venidas de un extraño personaje a la casa de sus señores y que se encerraba en el despacho con don Francisco.

 

 

Felisa, la cocinera de la familia Romero López, fue la encargada en este día de ir a comprar la leche que diariamente compraban en la lechería de Anselmo.

-Buenos días, joven.

-Buenos días, señora.

-Ponme un litro de leche.

-¿Hoy sólo quiere uno?

-Sí, por favor, es que hoy somos menos para el desayuno.

-¿Los señores están de viaje? -preguntaba el muchacho intentando sonsacar alguna información de su interés.

-No, los señores están en casa. La que no está es la señorita Alba, Juanita y dos criados que viajan con ella.

 

-¿Estarán muchos días fuera?

-Eso parece ser, según tengo entendido.

-¿La señorita está estudiando en la capital? –continuaba Anselmo con su interrogatorio.

-Qué va, la señorita está en el Castillo custodiada por los criados, pero tú no digas que te lo he dicho yo. El señor tiene muy mal unto y se enfadaría conmigo. La ha llevado allí porque está comprometida con un señor muy rico y, hasta que no pida su mano, mi señor no quiere que la vea nadie.

-¿Tienen muchos hijos los señores?

-¿Hijos? Ninguno, la señorita es adoptada.

-Entonces no tendrá usted mucho trabajo, ¿no?

-Mucho, lo que se dice mucho, no, pero trabajo siempre hay. Ya ves, hacía días que no salía a la calle y hoy me apetecía que me diera el aire fresco de la mañana, pero ahora me voy otra vez a la cocina. Hasta mañana, si es que vuelvo yo.

-Hasta mañana. ¡Ah! y muchas gracias.

-Gracias, ¿por qué?

-¿Por qué va a ser, mujer? por comprarme la leche.

7 comentarios:

Piedad dijo...

buenos días, amigos y amigas.
¿Estáis preparados? Pues vamos a ver otro capítulo más mientras todos juntos, tomamos una taza de café recién hecho, jeje. ¡Que disfruteis leyendo y hasta el próximo martes. Os deseo una buena semana... aquí está lloviendo, por lo que apetece leer...

Abrazos.

rosa mis vivencias dijo...

Hola Piedad.
Sigo muy atentamente como va desvelándose poco a poco el misterio de Alba. La verdad es que nos tienes en un vilo esperando el desenlace de tu relato, o novela, porque a mi me tienes enganchada todos los martes!
Me gusta mucho lo que escribes, sabes que siempre te lo digo, pero es así.

Abrazos.
Rosa.

Beatriz dijo...

Cada capítulo se pone más interesante. Esperemos ver como se va abriendo la trama. Me encanta . Beso y buen fin de semana

PEPE LASALA dijo...

No me imagino el desenlace Piedad, algo que me tiene sujeto a ir acercándome aquí poquito a poco. Por cierto, muy bueno ese café recién hecho amiga. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
@Pepe_Lasala

Mariaisabel dijo...

Queridísima Piedad, aquí estoy otra vez siguiendo tu relato.
Hay que verlo que bien escribes.
Vamos a tomar ese cafetito que nos sugieres.
Un gran abrazo, querida amiga.
Mariaisabel

Marina-Emer dijo...

Querida amiga Piedad ...No sabia que escribias asi de bonito,hace mucho que no se de ti y yo seria largo de contar he estado mal de una caida ...Maribel ya lo sabe ella tampoco esta muy bien...agradezco mucho tu visita y siento que no se entre bien al blog ,no me dicen nada ...Maribel tambien me lo dijo ...gracias cariño y me dio mucha alegri leer tu hermoso relato.
besitossss
Marina

Kety dijo...

Piedad, paso a dejarte un abrazo. Veo que has escrito un libro. Volveré más tranquila.
Besos