martes, 11 de noviembre de 2014

ANSELMO EL PASTOR 10

LOS OJOS DE MIS SUEÑOS

 

CAPÍTULO 10

 

 

Anselmo obtuvo el material necesario para el rescate y, en cuanto hubo encerrado el ganado, se puso manos a la obra montando el artilugio que desde hacía días iba maquinando en su mente. Un gran royo de cable, cinta aislante y un centenar de bombillas de tamaño minúsculo de las que usan en las capitales para adornar las calles en Navidad, un pequeño trasformador así como un royo de cuerda formaban parte de su estrategia.

-¿Qué vas a hacer con todo esto? -preguntó Eduardo.

-Rescatar de su cautiverio a los ojos de mis sueños -contestó su hermano.

-¿Con cables y bombillas? Jamás he visto una cosa igual. ¿Vas a alumbrar el camino?

-Mira, hermanito, aunque no lo parezca, estas son las armas del ejército con el que voy a combatir. Y no te rías porque quizá me tengas que echar una mano.

-A veces pienso que estás verdaderamente como una cabra, es decir, totalmente chiflado.

-Cuando lleve a cabo mi hazaña me dirás si estoy loco o cuerdo y ahora déjame que siga con mi trabajo, cuando te necesite te llamaré. También necesitaré la ayuda de nuestro hermano.

-¿De Ramón? Te recuerdo que él no tiene edad para combatir -aconsejaba Eduardo entre carcajadas un tanto irónicas.

 

-¿Qué tiene hoy mi niña que tan triste la veo? -preguntó la criada al ver cómo se apagaba la sonrisa alegre que habitualmente envolvía a la muchacha.

-Qué me va a pasar, Juanita, que ya llevo dos semanas encerrada entre las paredes de este viejo Castillo, sin permitírseme ni salir a la puerta. Los que dicen ser mis padres y quererme tanto están demostrando que su cariño es puro egoísmo en su favor. No entiendo el por qué de su comportamiento, de querer tenerme apartada de la sociedad. Pensaba que aquí iba a recuperar parte de mi libertad pero veo que no es así. Mis sueños me han fallado abandonándome mi salvador.

-Es pronto todavía, piensa que las cosas no son tan fáciles como uno las ve y menos en sueños.

-Si al menos tú me contaras todo lo que sabes, la espera no me sería tan angustiosa.

-Es que yo no sé nada, mi niña, a mí nadie me dijo nada, solo tengo sospechas y no quisiera decir algo que no fuera verdad.

-Por favor, cuéntame esas sospechas.

La criada hizo una pausa y lentamente empezó a recordar aquel día de noviembre, catorce años a tras.

-Cuando llegaste a la casa tendrías poco más de tres añitos y apenas sabías hablar. Eras tímida y estabas siempre asustada. Don Francisco te puso bajo mis cuidados, pero nunca me habló de tu procedencia. A menudo venía por la casa un extraño hombre, que más bien parecía un indigente por cómo vestía, que se encerraba en el despacho con el señor y allí permanecían horas enteras. Un día, después de tu llegada, volvió a venir y al pasar yo por el pasillo observé, porque tenían la puerta del despacho entreabierta, cómo el señor le daba una buena cantidad de dinero. Me quedé unos segundos parada, sin que me vieran, lo suficiente para oír cómo el señor le decía estas palabras: "ahora vete y no vuelvas nunca más por aquí, y recuerda, si se te escapa algo de lo que aquí se ha hecho date por muerto, porque lo mismo que te he buscado para una cosa te buscaré para la otra y no tendré ninguna consideración en pegarte dos tiros en la cabeza, ¿entendido?" El mendigo contestó: "Cuando salga de esta casa me voy directamente al tren con el que partiré fuera de la provincia, así que Micaela y Luis nunca sabrán qué ha pasado. Los rastros que dejé les harán creer que fue devorada por las fieras del bosque". Y eso es lo que yo te puedo contar. En aquellos momentos no le di la menor importancia, pero después, con el paso de los años, he ido sospechando que se referían a ti.

-¿Quién me llevó a la casa? ¿Cómo era mi comportamiento?

-Después de una visita de ese hombre extraño, los señores salieron de viaje una semana y volvieron contigo. A su vuelta dijeron que te habían adoptado. Los primeros días llorabas mucho y por las noches tenías pesadillas en las que gritabas llamando a mamá y papá, y también pronunciabas algunos nombres que por tu media lengua nunca supe a quien te referías. Un mes después de tu llegada, los señores pusieron la casa en venta y compraron la de la capital de Las Tres Torres a la que nos fuimos y donde hemos permanecido hasta ahora, eso ya lo sabes tú.

-Gracias, Juanita, yo siempre supe que ellos no eran mis padres porque aunque no puedo decir qué fue lo que pasó, sí recuerdo otra casa, un campo y otros niños que estaban muy unidos a mí. Lo veo todo confuso, como si fuera una pesadilla en la que alguien me cogió, me tapó la boca y corrió por entre la espesura del monte.

7 comentarios:

Piedad dijo...

¡Buenos días!

Hoy traigo el capítulo diez, casi, casi el número del día... Once del once, especial de la Once... ¿Habeis comprado ya un numerito? Yo sí, espero que me toque y si no me toca todo sea por la Once y su organización que ayudan mucho a mucha gente, que si no fuera así no podrían trabajar. Y dicho esto vamos a leer porque parece ser que ya se va descubriendo un poco la misteriosa historia de los sueños de estos dos jóvenes, aunque todavía no llegamos al final.

Que disfruteis con ella y os espero el próximo martes.

Abrazos.

Beatriz dijo...

Una historia muy interesante y cada vez mejor. Me gusta mucho como escribes.

isam dijo...

Bueno Piedad, hoy me he escapado un momento y he leido dos capitulos, porque me tiene intrigada.
Besos Isabel.

Conchi dijo...

Piedad, ¿te tocó la lotería? Creo que el gordo le tocó a un hombre de Córdoba, jeje pero no sé más.
Ya falta menos para que descubramos el final de tu relato. Siempre intrigante.
Oye, has puesto un fondo muy bonito en el blog y con unos colores muy alegres. ¿Cómo te dio por cambiar?

Te dejo un fuerte abrazo
Conchi

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, sigo con la intriga de como continuara esta bonita historia que nos estas regalando. Que largo se le esta haciendo a la pobre Alba su estancia en el castillo y, pensar que en otros tiempos pudo ser real.

Abrazos.
Rosa.

Piedad dijo...

Hola a todas, Beatriz, Isabel, Conchi, Rosa, Que ilusión me hace veros por aquí y saber que os gusta este relato, que como bien decís, ya queda menos para llegar al final pero todavía quedan unos cuantos capítulos.

Conchi, no, no me ha tocado la lotería pues yo siempre llevo el número contrario, jeje. Sí, creo que el premio calló en Córdoba... eso es lo que me han dicho.

¿Os gusta la nueva plantilla? Ha sido cosa de mi informático que como es joven, le ha dado un toque alegre porque dice que ya había que cambiar, jejeje.

Abrazos.

PEPE LASALA dijo...

La historia es preciosa y nos tienes intrigados Piedad, jejeje. Por cierto, si te toca la Lotería avisa para felicitarte ¿eh? Un abrazo y buen fin de semana amiga.
@Pepe_Lasala