martes, 21 de octubre de 2014

ANSELMO EL PASTOR 7

LOS OJOS DE MIS SUEÑOS

 

 

Capítulo 7º

 

Eduardo, recuperado de su mal griposo, acudió a la hora en punto, como era habitual, al corral donde Anselmo ordeñaba a las cabras.

-Buenos días, Anselmo.

-Buenos los tengas, Eduardo. ¿Cómo estás?

-Mejor, gracias.

-Eduardo, ¿me quieres hacer un favor?

-Tú dirás.

-Durante unos días me gustaría seguir yendo al pueblo con la leche. ¿Te importaría ir tú con el ganado hasta mi vuelta? Está ocurriendo algo en la casa grande y no quiero perder detalle. Los ojos de mis sueños me necesitan.

-Está bien, lo haré, pero no entiendo nada.  No sé en qué puede ayudar un pastor a una joven rica que lo tiene todo.

-Nunca se sabe, hermanito, las apariencias engañan y, tal vez, tenga mucho dinero pero es posible que carezca de lo más importante.

 

Al abrir la puerta del pequeño comercio, Anselmo encontró la nota que Alba había escrito en verso. El muchacho estuvo toda la mañana pendiente de los movimientos que se pudieran producir en la casa vecina.

Poco tardó en oír el rechinar al correr los cerrojos que custodiaban la puerta de la mansión. Por suerte, los clientes habían desaparecido después de adquirir el tan preciado alimento. Salió a la calle y plantado en la acera esperó el momento de ver salir el carruaje al descubierto transportando a las dos mujeres.

En ese mismo instante, un joven desconocido hacía su entrada calle abajo en dirección al centro del pueblo, cruzándose con la comitiva.

Alba, sentada al lado de la criada, protegida del frío con un hermoso mantón de color azul y con el cabello recogido de los lados en lo alto de la cabeza con un lazo del mismo color, y la melena en cascada, lucía espléndida en el coche de caballos.

Al cruzarse con el lechero, sin apenas mirarle para no levantar sospecha, recitó despidiéndose del pueblo al que no conocía, segura que Anselmo sabría interpretar sus palabras.

 

De ti me despido

aún sin conocerte,

sin pasear por tus calles

ni beber de tu fuente,

el agua cristalina

bajada de la montaña,

donde el destino me lleva

con mis sueños por compaña.

Y allí, en el Castillo,

como buena obediente

esperaré al amor

de mi señor pretendiente.

 

Anselmo buscó con su mirada la de aquellos inconfundibles ojos para transmitirle confianza. Una leve sonrisa indicó al muchacho que su mensaje había sido captado  mientras el carruaje seguía su destino calle arriba.

El muchacho desconocido, al oír los versos recitados en voz de la mujer, paró sus pasos y volvió la cabeza hacia el lugar de su procedencia. Sus miradas chocaron produciendo destellos de luz que iluminaron la memoria del joven, sembrando inquietudes y deseos de investigar a quién correspondían aquellos singulares ojos. Continuó inmóvil hasta verla desaparecer por la calle que le conducía a las afueras del pueblo. Anselmo, pensativo, no había reparado en la presencia del muchacho, hasta que éste le habló:

-Perdona, ¿conoces a esa joven?

-Sí, es hija de los propietarios de esta casa -indicó el lechero con un gesto. El otro exclamó.

-¡Menuda casa! Más que una casa parece un palacio.

-Así es. Dicen que son los más ricos de toda la provincia.

El joven asintió con la cabeza y acto seguido se despidió de él y reanudó su camino.

6 comentarios:

Piedad dijo...

Hola, amigas y amigos.
Aquí estamos de nuevo, fiel a nuestra cita con un capítulo más de mi mini novela, con la que he distraído el tiempo durante unos días mientras escribía. Prefiero imaginar historias llenas de fantasías antes de oír las barbaridades que se oyen cada día, que me ponen la piel de gallina.
De todas formas, yo no puedo arreglar los problemas del país, aunque si pudiera lo haría, así que me monto mis historias... y si vosotro/as disfrutais con ella, yo me doy por satisfecha.

Abrazos.

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, por supuesto que disfruto leyendo cada uno de los capítulos de tu historia, una historia que muy bien pudiera ser real, aunque por suerte, ahora ya no es como antiguamente, que los padres organizaban las bodas de sus hijas, solo por intereses familiares.

Un abrazo, y hasta el próximo capítulo.

Rosa.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Por suerte tu historia habla de un mundo sencillo y de una vida sosegada.

Un abrazo.

PEPE LASALA dijo...

Disfrutamos todos leyendo tu novela Piedad, que como bien dices es preferible meterse dentro de ella antes que escuchar otras cosas. Enhorabuena amiga. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
@PepeLasala

Beatriz dijo...

Escribes tan bien que uno disfruta mucho tus historias. Por acá también en los medios de comunicación se escuchan "barbaridades". Buen fin de semana

Conchi dijo...

Piedad, vengo a decirte que parece que hay problemas con tu correo. Te escribo y me lo devuelven. A lo mejor nos están boicoteando. ¡Pues no van a poder con nosotras!
A ver mañana.
Un abrazo y buenas noches.