martes, 9 de septiembre de 2014

ANSELMO EL PASTOR 1º

Espero que os guste mi nuevo serial, que podréis seguir cada semana todo aquel que le guste leerme.

Si así es, os agradezco vuestros comentarios.

 

 

LOS OJOS DE MIS SUEÑOS

 

Capítulo 1º

 

Anselmo, el pastor de Monte verde, se levantaba todos los días al amanecer para ordeñar a las cabras y a las ovejas antes de salir a pasturar con ellas, y después, su hermano, el que le seguía a él, llevaba la leche al pueblo en el que no existía la industria ni había llegado la nueva tecnología.

 

Una noche, el pastor tuvo un sueño muy extraño en el que se veía de capitán frente al mando de un ejército, pero no sabía de qué manera había comenzado y, en aquel sueño veía unos brillantes ojos azules en un fresco rostro de piel fina como la seda. Una larga melena rubia caía sobre sus hombros cubriendo parte de su cara sin poder llegar a distinguir a quien correspondía, solo sabía que era bellísimo. Y cuando le preguntaba por su nombre, una adivinanza obtenía por respuesta entre una alegre carcajada, desapareciendo acto seguido sin saber cómo: "mi nombre está relacionado con el amanecer".

El sueño se repetía noche tras noche haciéndose tan habitual que aquellos ojos azules los tenía presentes en todo momento y a todas horas del día.

 

Una mañana, el hermano del pastor no llegó al corral donde este lo esperaba con la leche recién ordeñada, para llevarla a la lechería del pueblo a la cual acudían los vecinos con las lecheras (vasijas de aluminio) con el fin de comprar la leche para el desayuno.

Anselmo, contrariado, tuvo que hacer la labor de su hermano ya que este se encontraba enfermo con un fuerte catarro. Miró al cielo cubierto de nubes amenazantes de lluvia y pensó que tampoco iba a poder salir con el ganado al campo, así que llenó de pienso y agua los comedores correspondientes y se dispuso a llevar la mercancía al lugar de su destino.

Cargó los cántaros de latón llenos de leche en un remolque tirado por una borriquilla y se puso en marcha, conformándose con el trabajo que ese día le había tocado hacer.

Llegó al puesto de venta, descargó las vasijas, ató al animal en un rincón del porche y se dispuso a despachar a la gente que desde hacía unos minutos esperaban su llegada.

-Buenos días, señora Encarnación, cómo madruga usted.

-Buenos días, Anselmo. La fuerza me hace... si no madrugara yo, en mi casa no se desayunaría.

-Pues ala, ya tiene usted aquí la leche.

-Gracias. ¿Cómo es que hoy has venido tú y no tu hermano?

-Eduardo está acatarrado y se ha quedado en la cama.

-A lo calentito, ¡anda, qué no sabe nada!

-Ya ve, yo también me quedaría un rato más en la cama, pero primero es el trabajo. Tenga el cambio, señora Encarnación, y que tenga usted un buen día.

-Gracias, hombre, igual te deseo. Ah, y que se mejore tu hermano.

-Gracias.

Buenos días, señora Ángela.

-Buenos días Anselmo. Ponme la leche que me voy corriendo, ¡estoy helada! Me parece que se va a poner a llover ya mismo.

-Sí, eso creo.

Anselmo, simpático, despachaba sin pérdida de tiempo a los clientes siempre con una sonrisa en los labios saludando amablemente a cada uno de ellos.

-Buenos días, Julián, ¿qué tal está la familia?

-Todos bien, gracias a Dios, esperando a que llegue con la leche para hacer el queso.

-Pues ya la tiene usted aquí, ordeñada de esta misma mañana.

Poco a poco, el puesto quedó vacío de clientes y el muchacho se dispuso a ordenar las vasijas vacías sin darse cuenta que alguien se le acercaba. Una figura humana, embozada en un chubasquero para protegerse de la lluvia que ya había hecho acto de presencia racheada por el viento, entraba en el porche para continuar hacia la lechería.

Al notar su presencia, Anselmo se incorporó con la mirada puesta en la puerta de entrada. Con los ojos muy abiertos y sin parpadear, con los labios entreabiertos pero sin poder articular palabra alguna y el corazón latiéndole fuertemente en el pecho, el chico quedó paralizado, inmóvil como una estatua ante lo que sus ojos estaban viendo. La mujer quedó petrificada igual que él, con una sonrisa marcada en los labios sin atreverse a despegarlos.

Al fin, Anselmo exclamó:

-¡Los ojos de mis sueños!

A lo que ella contestó tímidamente:

-¡Mi salvador! Perdone, es que tengo un sueño que me persigue desde hace tiempo. En su cara he visto la de un pastor que me salva del peligro.

-¿Del peligro?

-Sí, sueño que estoy en un Castillo lejos del pueblo y un pastor me rescata de mis guardianes.

-Yo sueño con tus ojos, ellos me iluminan día y noche. ¿Cómo te llamas?

-Mi nombre es...

-¿Niña? Deja de hablar y date prisa a ver si llegas ya con la leche -se oyó una voz desde una de las ventanas de la casa de enfrente.

-Perdone, no puedo hablar, en casa me esperan para desayunar.

-Espera, por favor, dime ¿cómo te llamas?

-Tengo prohibido decir mi nombre, salir sola y hablar con desconocidos. Sólo puedo decir que mi nombre es muy madrugador.

A continuación, la muchacha emprendió su retorno con la lechera en la mano, ocultándose entre las plantas del jardín de aquella hermosa casa.

El joven siguió con la vista a la dueña de los ojos de sus sueños y, durante unos minutos, permaneció con la mirada fija en la lujosa puerta por donde la vio perderse. No llegó a ver el color de sus cabellos porque el chubasquero se lo impedía, pero estaba seguro que su cabellera sería larga y rubia.

Acabada la venta abandonó el pueblo, deseando que el día pasara rápido, que el temporal  de lluvia se alargara  un tiempo... o que su hermano no mejorara todavía para tener la ocasión de volverla a ver.

 

11 comentarios:

Piedad dijo...

Bueno, pues aquí me teneis de nuevo con otro relato, esperando no ser muy cansada ni aburrida, aunque con este tendremos para unas cuantas semanas, ya que pondré un capítulo cada siete días.

Os doy las gracias a todos y todas que habeis dejado vuestras huellas en las entradas anteriores y os invito a que también la dejei en esta.

Yo os dejo un abrazo lleno de gratitud.

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, me ha encantado leer este primer capítulo de tu nuevo relato.Me he relajado tanto leyendo este primera parte, que por un momento me parecía estar metida dentro de este bonito relato.
Estoy deseando leer el siguiente capitulo parece muy interesante.

Abrazos.
Rosa.

Marisa Torres dijo...

HOLA PIEDAD!!!!! MUCHAS GRACIAS POR TU BONITO COMENTARIO.
EL RELATO ME HA PARECIDO MUY BELLO...ESTOY DESEANDO LEER EL SIGUIENTE.
BESITOS GUAPA.

Mariaisabel dijo...

Querida Piedad, me ha encantado este primer capítulo!
Ya ves que vuelvo a estar por estos lares, a ver si las cosas me van mejor y sigo escribiendo cositas. De hecho hoy ya entré en mi blog que he tenido tan abandonado y ya sabes el porqué.
Un gran abrazo,
Mariaisabel

Conchi dijo...

Aquí estaremos leyendo tus capítulos. Tienes la facultad de describir tan bien las situaciones que haces que nos metamos en la historia sin darnos cuenta. A mí me pasó como a Rosa.

Te dejo un fuerte abrazo, amiga.

Piedad dijo...

Rosa, Marisa, María Isabel, Conchi, me alegro que os haya gustado el primer capítulo de mi mini novela. Vuestras palabras me dan ánimos para seguir publicando los capítulos restantes.
Gracias a todas por vuestra visita.

Os dejo un fuerte abrazo.

Beatriz dijo...

Me gusta mucho la historia que cuentas. Ya estoy esperando el próximo capítulo. Te felicito

Anónimo dijo...

Gracias, Beatriz. El próximo martes tendremos el segundo capítulo, así que ya sabes.

Feliz fin de semana.
Piedad.

PEPE LASALA dijo...

¿Cómo vas a ser cansada y aburrida Piedad?, todo lo contrario, da gusto leerte y absorber todo lo que nos ofreces. ¡Gracias! Un abrazo y buen fin de semana amiga.

Piedad dijo...

Hola, Pepe.
Gracias por tus palabras. Yo también te deseo un feliz fin de semana.

Piedad.

Kety dijo...

Piedad, acabo de empezar a leer tus relatos. esto se pone interesante.
He estado liada con un librillo que he terminado ,pero que aún le faltan algunos requisitos y no he podido estar al corriente de todos los blogs.

Continuo leyendo.
Besos