domingo, 8 de junio de 2014

NUEVO RELATO. CAPÍTULO 2º

Esperanza, una mujer que vive entre tinieblas, pero que poco le importa la
oscuridad que la rodea ya que a ella no se le oscurece nada y nunca mejor
dicho, pretende llegar, con su actitud, a la comprensión de los
incomprensibles. Sus amistades dicen que es la luz que ilumina a todos
ellos.

¿Pero será realmente esa luz para esas otras personas, que aún viendo ven
menos que ella?





LA LUZ DE ESPERANZA

Capítulo 2º


Absorta en sus pensamientos y, con su bastón al frente detestando los
posibles obstáculos que pudiera encontrar en su camino, Esperanza paseaba
por los más bellos paisajes de su mente. Amplias avenidas con jardines
cubiertos de flores a ambos lados y árboles que
daban sombra a tal bello paraje, oyendo el trino de los
pajarillos madrugadores.

Un fuerte resbalón hizo que volviera a la realidad. La amplia avenida de su
imaginación no era otra cosa que una angosta acera llena de excrementos de
perros, mascotas de unos amos mal educados que permitían que, los viandantes
de aquella zona lustraran su hermosos zapatos en tal repugnante masa.

Esperanza, a punto de perder el equilibrio y caer al suelo, levantó al aire
su brazo izquierdo intentando mantener el cuerpo erguido, al tiempo que
exclamaba: "¡Mierda!" En realidad era eso, una mierda bien hermosa. Siguió
andando restregándose las suelas de su calzado en la rústica acera, asqueada
por el mal olor que desprendía la cataplasma. Después cogió un clínex y
limpió con sumo cuidado la parte del bastón que arrastraba por el suelo, por
si había recogido algo y siguió zigzagueando.

En principio pensó que aquella zona sería la más indicada para su paseo
matinal, ya que por allí no había mucho tránsito de vehículos, pero estaba
claro que se había equivocado y prefirió abandonarla en cuanto le fue
posible, desplazándose hacia otro lugar más agradable.

Segura de que por aquella acera no encontraría más entorpecimientos,
apresuró el paso pero de pronto algo le hizo detenerse.

¡Uy! -exclamó de nuevo- "Está visto que hoy no es mi día de suerte... o...
tal vez sí. Dicen que pisar mierda trae suerte, pero por el momento, a mí
me ha traído un golpe". -se dijo a sí misma.

Se masajeó el muslo izquierdo con la mano del mismo lado y después buscó con
el bastón, el objeto con el que se había golpeado fuertemente.

-Buenos días, Esperanza -saludó Antonio, un vecino del barrio.

-Ay, Antonio. Buenos días.

-¿Qué pasa, mujer, te has golpeado?

-Dichosos hierrecicos estos clavados como si fueran pilares, que me los he
metido por la pierna y, me han dado unas ganas de reír...

-Eso lo ponen para que no aparquen los coches.

-Pues ya me gustaría a mí ver a la persona que diseñó tal invento, con los
ojos tapados paseando por esta zona y algunas otras.

-Tienes razón. Tú debes encontrar muchos obstáculos que para nosotros pasan
desapercibidos.

-Así es, Antonio, pero me ha venido a la mente una idea, que voy a exponer
sin pérdida de tiempo...

-Pues hala, mujer, que tengas suerte con ella.

-Gracias, Antonio.

Y con la idea fija en su mente, Esperanza se dirigió a un kiosco de la ONCE
para comprar un cupón con la esperanza, nunca mejor dicho, de que le tocara
la suerte después de lo acontecido. Después anduvo por las calles del pueblo
hasta llegar al Ayuntamiento, donde sin pensarlo dos veces, entró en su
interior y se dirigió a recepción.

-Buenos días.

-Buenos días, señora, ¿qué desea?

-Quiero ver al señor alcalde.

-¿Tiene cita previa?

-No.

-Pues me temo que no va a poder ser posible. El señor alcalde está
reunido -dijo el empleado.

-Bueno, esperaré, no tengo prisa. Tengo entendido que hoy es el día que
recibe a los ciudadanos que desean hacerle alguna consulta.

-Sí, pero para eso hay que pedir cita con tiempo.

-Ya me lo imagino, pero yo no he tenido tiempo y tengo que verlo hoy mismo
sin falta. Es muy urgente. Así que voy a esperar.

-Como quiera, pero yo que usted pedería cita para otro día, no sea que hoy
no la reciba.

-No, otro día sería tarde, que dice el refrán que lo que se deja para mañana
nunca llega. Según que cosas son como la gaseosa, que si se deja destapada
pierde fuerza... Lo que a mí me pasa hoy es algo más o menos igual así que
voy a esperar sentada por aquí, si me indica donde hay una silla.

El empleado le ayudó a sentarse y, Esperanza apretó el botoncito de su
reloj, que le indicaba la hora mediante el sonido de voz. Era muy temprano y
total, no la esperaba nadie y tenía la comida preparada, por lo que no le
importaba esperar toda la mañana. ¿Y si el señor alcalde no la recibía?
¿Saldría por aquella puerta? Posiblemente ella no se enteraría si el
empleado no le avisaba.


(Sigue)

6 comentarios:

Piedad dijo...

¡Hola a todos, amigas y amigos!
Aquí traigo el segundo capítulo de mi nuevo relato.
¿Qué idea le habrá pasado a Esperanza por su mente?
Eso lo sabremos la próxima semana, jejeje.

Ahora solo me resta daros las gracias a todos los que habeis dejado vuestros comentarios en la entrada anterior y a los que pasais en silencio, deciros que hagáis un poco de ruido, que si no, yo no me entero, jejeje... como no veo, pues si no hablas me pasa como a Esperanza...

Bueno, que tengáis feliz domingo.

Abrazos.

Beatriz dijo...

Acá, en Buenos Aires, pasa lo mismo. Los dueños de los perros no levantan los excrementos de su mascota. Son poco los que llevan la bolsita. Y está lleno de obstáculos para la gente con problemas. Esperemos que el alcalde la reciba y solucione todo. Buena semana

Conchi dijo...

Hola, Piedad. Aquí estamos dispuestas a sentarnos con Esperanza a esperar a que el señor alcalde la reciba, pues seguro que ha tenido una idea muy buena para el pueblo. Ya sabemos que esos señores que trabajan en los despachos no pisan las aceras de las calles y no se llenan de mierda. Bueno, no se llenan de las cacas de los perros, se llenan de otras "mierdas".

Me está gustando mucho tu relato. Sigue, sigue, no pares!!!!

Un abrazo muy grande
Conchi

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, cuanta razón tiene Esperanza, las vías publicas están llenas de obstáculos para las personas discapacitadas, es muy penoso que los responsables no perciban esos problemas, menos mal que Esperanza no se rinde nunca y parce que quiere plantar cara hasta al mismísimo alcalde.

Ahora a esperar al siguiente capitulo. Me esta gustando mucho.

Abrazos.
Rosa.

reser dijo...

Piedad, me está gustando mucho tu relato.
Las ciudades y pueblos parece que solo están hechas para personas sin problemas. Los arquitectos que diseñan las vías tendrían que tener en cuenta a todas las que van en silla de ruedas o como Esperanza que va con su bastón. Por desgracia para ellos es muy difícil transitar por las ciudades.
En cuanto a las cacas de perro, a sus incivicos amos tendrían quedar ellos cubiertos por estas cacas. Lo peor es que en todos sitios nos encontramos igual.
Espero con impaciencia el siguiente capítulo.
Un fuerte abrazo.
Roser

PEPE LASALA dijo...

Me ha encantado Piedad. La verdad es que quienes "diseñan" nuestras localidades, deberían tener en cuenta a las personas que las habitan. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amiga.