miércoles, 19 de enero de 2011

DESEMPOLVANDO CUENTOS ANTIGUOS

LA BODA DEL SIGLO


Te voy a presentar a uno de nuestros personajes: se llama Panzuco, un zorro muy astuto e inteligente, que vive en un pequeño bosquecillo situado al sur de nuestra geografía. Como ya te he dicho, Panzuco es hábil, astuto e inteligente, pero no tiene amigos entre los habitantes que pueblan el bosque. Sus vecinos los conejos y las liebres le dan siempre de lado porque según ellos, tiene cara de pocos amigos y le resulta un tanto peligroso cuando se cruzan con él y les mira fijamente relamiéndose los bigotes. Así que los conejos y demás animalitos corren a esconderse nada más oyen sus pasos, y es que tienen razón, Panzuco es peligroso para ellos, ya que éste es muy tragón y le gusta alimentarse con buenas tajadas de carne. La verdura no es su plato favorito, prefiere dejárselas a los demás y él comerse a ellos que le sabe más sabroso. Se pasa la noche en vela acechando a sus presas y cuando está seguro se abalanza sobre las mismas sujetándolas con sus patas y clavándole sus afilados dientes sobre su cuello, sin que ésta pueda escapar de sus garras.
Después las lleva a su territorio, allí hace un hoyo donde las esconde para que ningún otro depredador pueda quitárselas y así va almacenando en su despensa la comida de varios días, para después dormir a pata estirada sin preocuparse de la caza.

Ahora te presento a nuestro segundo personaje llamado Picote.
Picote es un grajo de negras y brillantes plumas, que igual que a Panzuco le gusta los buenos banquetes con buenos picotazos de carne. Aunque también podría comer semillas y frutas como hacen otras aves, pero él también prefiere los ricos manjares donde todo es carne. Así que desde el cielo acecha atentamente a su presa y cuando ésta está distraída comiendo a su vez, se desploma sobre ella, clavándole sus afiladas uñas y picotazo va y picotazo viene tranquiliza su hambriento buche, vacío hasta ese instante. Una vez satisfecho y repleto de buena carne levanta el vuelo, dejando en el lugar de los hechos la comida sobrante para el día siguiente, pero al día siguiente se lleva la gran sorpresa al comprobar que la comida que él dejó no hay ni rastro, pues de eso se ha encargado Panzuco, que muy hábilmente la ha depositado en su despensa.
Un día tras otro día se repite la misma historia. Picote, cada vez está más cabreado y está dispuesto a descubrir al ladrón de su comida, así que se coloca entre las verdes y espesas ramas de un pino a esperar, pero la espera no se hace muy larga. Panzuco que también está al acecho, no tarda mucho en aparecer, en busca de la carne que minutos antes ha dejado Picote, éste, desde lo alto del pino observa la maniobra de Panzuco.
“¡Rayos y truenos! -Exclama Picote-. ¡Es Panzuco, no podía ser otro! Hoy me voy a divertir, le voy a gastar una broma que no la va a olvidar en mucho tiempo.
Picote da una volada para salir del pino y baja altura para volar sigilosamente sobre el territorio de Panzuco.
-Jua jua jua jua. ¡Buenos días Panzuco!
-¡Demonios y diablos, quién me habla! -exclama Panzuco sorprendido mirando a su alrededor.
-Soy yo, Picote.
-¡Ah, eres tú! ¿Qué tripa se te ha roto? -Pregunta Panzuco desconcertado por la amabilidad de Picote, que no deja de dar vueltas sobre él-. Estás muy amable.
-Estoy contento que no es igual. No me preguntas ¿por qué?
-Estoy esperando a que lo sueltes. Dime ¿por qué estás contento?
-Hoy hay una fiesta por todo lo alto en el cielo, y nunca mejor dicho.
-¿Una fiesta en el cielo? -pregunta Panzuco extrañado.
-Sí, para decir verdad es una boda, se podría decir que es la boda del siglo. Se casa un grajo amigo mío con una graja y yo soy el padrino. Habrá un gran banquete y vendrán invitados de todo el país.
-¿Dices que habrá un banquete? -pregunta Panzuco al oír dicha palabra.
-Sí, tenemos 50 vacas de la ganadería de Pepín, 200 ovejas del rebaño de Valerio, 300 cerdos de Jabugo y un sinfín de pollos y gallinas de las granjas de los alrededores.
-¡Calla calla, no sigas que se me están puniendo los dientes largos! -ordena Panzuco al tiempo que se relame los bigotes.
-Tú también puedes asistir al banquete, recuerda que yo soy el padrino y puedo invitar a mis amigos.
-¡Encima con cachondeo! Recuerdo perfectamente que tú eres el padrino, pero al parecer, a ti sí se te ha olvidado que yo no puedo asistir a esa fiesta. Sabes muy bien que yo no vuelo.
-No Panzuco, no se me ha olvidado, he pensado en todo, por eso estoy aquí, para ofrecerte mis lomo como medio de transporte.
-¿quieres decir que te ofreces para llevarme a bordo de tu lomo?
-sí, quiero decir que yo te puedo llevar, o ¿cómo quieres que te lo diga para que lo entiendas?
-No, si yo lo entiendo, pero me extraña tanta amabilidad por tu parte -contesta panzuco un tanto receloso.
-¿qué pasa Panzuco? ¿No confías en mí? ¿No se puede ser amable? Yo sé que a ti te gustan los ricos manjares donde puedas clavar bien los dientes a una buena tajada de carne. ¿No ves que yo también soy como tú, que disfruto dando buenos picotazos a un buen filete?
Con su razonamiento, Picote trata de dar confianza al receloso Panzuco, que duda mucho en la bondad del grajo, pero la idea de comer tanto como quiera, le hace olvidar todo su recelo.
-Vale vale, no te enfades. Perdona la desconfianza, acepto la invitación.
-Me alegro mucho que hayas aceptado Panzuco, nos vamos a divertir mucho en esta fiesta, ya verás -aseguraba Picote, satisfecho por su idea tan genial.
-Cuando quieras podemos emprender el vuelo –decía el zorro, deseoso de llegar pronto a la fiesta atraído por la curiosidad de asistir a la misma.
Picote descendió hasta el suelo y se colocó delante de Panzuco. Éste se aposentó cómodamente en cima de Picote, dejando caer su gruesa panza sobre el negro lomo del grajo, y sus patas delanteras por delante de las alas una por cada lado del cuello.
“¡Cómo pesa el condenado!” Exclamó Picote para sí y sin abrir el pico.
“¡Qué fácil me sería clavar mis dientes en su cuello! -Pensó Panzuco mientras se colocaba bien para su vuelo-. Pero pensándolo bien, es mejor que me lleve a la boda de su amigo, allí podré comer todo lo que se me antoje y variado”.
-¿Estás preparado Panzuco?
-Sí Picote, cuando quieras.
-Pues allá va.
Picote levantó el vuelo haciendo un gran esfuerzo, empezó a subir altura lentamente, pues Panzuco pesaba más de lo que él había calculado. A medida que iba subiendo, a Panzuco se le aflojaban todas sus fuerzas para mantenerse equilibradamente, y la vista se le empezó a nublar y todo le daba vueltas. Picote, que se imaginaba el mal estado de su pasajero, le preguntaba con ironía:
-¿Cómo vas Panzuco?
-¡muy mal, me da vueltas todo, estoy mareado!
-No te preocupes, es normal, cuando subas un poco más ya no notarás nada, eso suele pasar al principio del viaje, pero en cuanto comas se te pasará todo, Ya verás.
-Eso espero –contestaba Panzuco con voz entre cortada.
Picote voló un poco más alto maldiciendo a su pasajero mil veces a pico cerrado.
“¡Rayos y truenos, cómo pesa este bicho!”. Y Panzuco maldecía su viaje. “¡Demonios y diablos, qué viaje más horrible! me ha entrado un cosquilleo por todo el cuerpo, desde las uñas de las patas de atrás, hasta las puntas de las orejas que ya no puedo más”.
-¿Falta mucho Picote?
-No no, ya mismo llegamos, un poquito más arriba y se acaba el viaje.
-¡ay que malito estoy!
Picote empezó a hacer piruetas en el aire, de izquierdas a derechas, de abajo a arriba y de pronto se puso vertical. A Panzuco ya no le quedaban fuerzas en su cuerpo para sujetarse, con la vista perdida por el mareo, se despegó del lomo de Picote, cayendo al vacío al tiempo que gritaba sin alientos.” ¡Sooocorroooo, auxiiliooo! ¡Dios de los animalitos sálvame, que yo te prometo que si de esta escapo y no muero, no quiero más bodas del cielo!”
Panzuco calló desplomado sobre la hierba verde del bosquecillo, haciéndole ésta de cojín para amortiguar el brutal golpe.
En el aire, sobre el lugar donde había caído su invitado flotaba el negro picote, que asustado no quitaba ojo del pobre Panzuco, que permanecía panza abajo con las cuatro patas estiradas, inmóvil, sin respirar.
“¡Rayos y truenos! -Exclamó Picote preocupado por la imagen que contemplaba-. ¿Estará muerto? Yo sólo quería gastarle una broma y nada más. Jua jua jua jua”. -gritaba sin retirarse demasiado. Quería saber si Panzuco había muerto.
Después de unos minutos de silencio, panzuco empezó a mover una pata, después la otra, estaba molido, le dolían todos los huesos de su cuerpo. Se giró de un lado, cambió de postura la cabeza que todavía le daba vueltas y poco a poco se levantó y casi arrastras se fue a su aposento, allí se puso cómodo estirado en su cama.
“¡qué malito estoy! ¡Me duele todo! ¡Demonios y diablos, se me han quitado las ganas de comer! Picote se estará riendo de mí, nunca más le quitaré su comida.


Piedad Martos Lorente.

13 comentarios:

reser dijo...

Piedad, veo que sigues escribiendo ¡muy bonito el cuento! Vaya lección le dio Picacho al ladrón y es que con la comida no se juega.
Besos

rosa mis vivencias dijo...

Piedad como siempre es un placer leerte,de cualquier tema eres capaz de escribir cuentos,poesías y lo que sea,porque tu capacidad de expresión es enorme.
por cierto, cuantos Pazucos y Picotes existen en la realidad ¿verdad?.
Un beso.
Rosa.

Piedad dijo...

Roser, Rosa, gracias a las dos por vuestra visita, de la cualse alimenta esa imaginación que tú, rosa crees que tengo... Y tú, roser, ¿No crees que la tuya va creciendo...?
Esto es cuestión de ponerse, escribir y borrar hasta que encuentres la palabra o frase que buscas, así que ánimo a las dos, escribir y borrar si es necesario hasta llegar a ese punto...
Abrazos para las dos...

Blanca dijo...

Quiero felicitarte por los regalos que le hiciste a Conchi, son muy bonitos, ella se los merece!!!!
Bss

Piedad dijo...

Gracias Blanca por tu felicitación y como no, también por tu visita, verte por aquí es para mí una gran alegría.
Tienes toda la razón, Conchi se merece eso y más... Yo se lo hice con todo mi cariño.
Otro beso para ti...

Mariaisabel dijo...

îdad, que bonito escribes, amiga!
Te felicito, además de admirarte.
Muy feliz fin de semana, con un gran abrazo
Mariaisabel

Piedad dijo...

Gracias María Isabel por tus palabras.
Yo también te deseo que tengas un feliz domingo.
Petons.

Isabel dijo...

¡¡¡Uixxxx...!! que casi no llego , pero sí al final lo conseguí. Que casi me lo pierdo y no !!! tu sabes que soy lectora cautiva.
¿Antiguo? ¿a que le llamas tu antiguo?
o es que lo escribiste hace muchooo

Piedad dijo...

Isabel, sí, hace tiempo que lo tengo escrito, por eso digo que es antiguo.
Abrazos.

Conchi dijo...

Pues Piedad, desempolva cuentos mientras sigues escribiendo nuevos, que aquí estamos encantadas leyéndote.
Este cuento es como las fábulas de Samaniego. Los personajes son animales y de ellos se sacan enseñanzas. Muy bonito, amiga.
Te mando un fuerte abrazo y que el frío no te enfríe las ideas!
Conchi

loli dijo...

¡Hola Piedad, bonito cuento, y con moraleja!
Dicen en mi pueblo que "La avaricia rompe el saco"¡que verdad es! aunque tengamos bastante siempre queremos más. Somos insaciables, y eso nos pierde. Es una pena, pero cierto.
Tú sigue desempolvando, que nosotras seguiremos leyendo.
Un pató.

Ali_ dijo...

Querida Comadreja.

Dispongo de cada dia menos tiempo libre para navegar a la red. Tengo mucho trabajo y tareas que me mantienen alejada de este lugar. Pero sigo teniendote en mi corazon cada dia auqnue no venga a visitarte ni tiempo para leerte.

Tus libros estan repartidos, y acojidos con muchisimo cariño, ahora se alojan en escritorios de niños, tu sueño hecho realidad.

Besines.

Ali_

Piedad dijo...

Conchi, te haré caso y desempolvaré de vez en cuando algún otro cuento que todavía tengo más y con lectoras como vosotras, la verdad es que uno se anima a ello.
Loli, lo mismo te digo, gracias por estar ahí.
Ali_, Yo también te llevo en el corazón y no te olvido. Me gusta verte por aquí.
Abrazos para todas.