domingo, 28 de noviembre de 2010

LAS HADAS EXISTEN

LA NIÑA DEL BOSQUE

Érase una vez una niña llamada Luz María, que vivía con sus padres en una cueva en el bosque muy lejos de la ciudad.
Contaban sus padres, que Luz María era la luz que no tenían porque en el bosque no había luz eléctrica pero el brillo de sus ojos y su simpatía iluminaba el hogar, y que era la alegría de su casa porque siempre estaba contenta. Cantaba y reía haciendo que sus padres se sintieran felices en todo momento. Pero Luz María no tenía juguetes ni cuentos para leer, porque sus padres eran muy pobres y no tenían dinero para comprarle nada. Su papá buscaba comida en el bosque para comer y leña para calentarse y hacer la comida.
Por las noches, Luz María dormía en su cama sobre un colchón de paja confeccionado por su madre, y soñaba cosas bonitas. Sí, soñaba que era una princesa que vivía en un castillo encantado y que vendría un príncipe a rescatarla. Soñaba que tenía cuentos, muchos cuentos para leer y muchos juguetes para jugar, pero cuando se despertaba se daba cuenta que no tenía nada y entonces, cuando salía a la calle dibujaba con un palo en la tierra todo lo que soñaba.
Un día, cuando iba hacia el río donde su madre lavaba la ropa oyó una suave melodía confundiéndose con el sonido del bosque. Miró a su alrededor y vio algo que se movía entre los árboles vestidos de verde, amarillo y ocre, colores que anunciaban la llegada del otoño. Era una figura muy bonita toda de blanco que parecía una nube caída del cielo, seguida por otra de azul como si fuera un trocito de cielo que le siguiera. La muchachita las miró sonriente sin hablar y sin atreverse a despegar los labios de su sonrisa.
Entonces, la figura blanca se dirigió a ella sonriendo también.
-¡Hola! ¿Sabes una cosa? Me gustan mucho los dibujos que haces en la tierra.
Luz María se ruborizó avergonzada, pues aquellos seres tan bellos la habían descubierto.
-No te asuste, soy un hada que te quiere ayudar. Tus sueños se harán realidad, tendrás en tus manos todo lo que deseas.
Acto seguido, la figura de azul se adelantó unos pasos y le mostró una caja de terciopelo de color rojo en la que llevaba los regalos que el hada le había anunciado. Eran cuentos que narraban historias tiernas llenas de amor y bondad, ilustrados con los dibujos más hermosos que ella había visto jamás. La niña los miró sin dejar de sonreír, pero en el fondo de su alma sentía una inmensa pena, porque ella no sabía leer, allí no había escuelas donde le enseñaran a leer y a escribir. Pero las dos hadas leyeron en sus ojos lo que la niña callaba y al momento comprendieron todo.
-No sufras, sabrás leer y también sabrás escribir -le dijo el hada de azul.

Luz María cogió un libro entre sus manos y fue pasando las páginas una a una mirando los dibujos. Después otro, y otro hasta que uno a uno los miró todos y cuando se dio cuenta, las hadas habían desaparecido. Entonces cogió la caja y la guardó en la cueva como si fuera un tesoro. Y realmente aquellos cuentos eran un tesoro para ella, el tesoro más grande que nunca había tenido.
Aquella noche, su sueño fue el encuentro que había tenido con las hadas y sus cuentos. Soñó que las hadas la buscaban para enseñarle a leer y que pronto podría saber lo que contaban aquellas historias que ahora guardaba al lado de su cama en la caja de terciopelo.
Al día siguiente cogió la caja y salió de la cueva, cogió el palo con el que dibujaba y después de abrir un libro, se puso a dibujar las letras del texto sobre la tierra. Las hadas la miraban sin que ella las hubiese visto y de pronto oyó la voz de una de ellas que le decía:
-¡Muy bien Luz María! ¿Sabes lo que dicen esas letras?
-No -contestó la niña un tanto triste aunque sin perder la sonrisa.
-Esas dos palabras dicen tu nombre -prosiguió el hada. La niña exclamó sorprendida:
-¿Mi nombre va escrito en el cuento?
-Sí, ese cuento igual que los demás están dedicados a ti, por eso lleva tu nombre escrito.
-¡Oh, ya sé como se escribe mi nombre!
Así, Luz María supo escribir y leer aquellas historietas porque las hadas venían todos los días y le decían lo que era cada palabra. Ella repasaba una vez y otra todas las palabras escritas hasta que supo leer bien. Y a partir de aquí siempre tenía un deseo que escondía en su corazón, era el deseo de poder escribir ella también cuentos tan lindos como aquellos en los que había aprendido a leer. Pero tampoco tenía papel ni lápiz para poder escribir si no era con el palo sobre la tierra, en la que escribía frases y párrafos de todo aquello que a ella le era hermoso.
Un día tuvo una sorpresa cuando distraída escribía palabras llenas de ternura al acercársele un joven montado a caballo.
-Buenas tardes linda princesa. Os habéis retirado demasiado del palacio.
-No, no me he retirado, yo vivo aquí.
-No sabía que en este lugar hubiese un palacio.
-Y no lo hay. Yo vivo en una cueva y mi corte es las aves del bosque, los árboles los pilares del palacio y aquí donde estoy ahora es mi escritorio y este palo que tengo en la mano, es la pluma con la que escribo en el papel de tierra.
El joven observaba los movimientos de sus manos escribiendo en la tierra y por un momento pensó que aquel ser que tenía frente a él era un ángel caído del cielo, pero en seguida reaccionó, pues él sabía que eso no podía ser ya que lo que él pensaba en aquellos momentos solo pasaba en los sueños y cuentos de hadas y él no estaba soñando, sino todo lo contrario, estaba despierto y aquella muchachita era real, tan real como lo era él.
-Si vienes conmigo tendrás un palacio de verdad, una corte de verdad y un escritorio con pluma y papel de verdad en el que podrás escribir tanto como desees, y serás mi princesa, la princesa más bella del mundo.
Al oír estas palabras Luz María recordó sus sueños y lo que el hada le había dicho: “tus sueños se harán realidad”. La muchachita comprendió que había llegado el momento de abandonar el hogar de sus padres para empezar una nueva vida junto a aquél joven que era el príncipe de sus sueños, el príncipe que venía a rescatarla del castillo imaginado.
Se despidió de sus padres dejando a estos un tanto tristes y apenados, pero contentos al mismo tiempo por ver a su hija feliz.
-Papá, mamá. He crecido y debo marchar para empezar una nueva vida. Soy ave que deja su nido para vivir y descubrir nuevos horizontes. Algún día volveré a por vosotros para llevaros cerca de mí. Os recordaré siempre con cariño.
Se abrazaron a ella y después la vieron alejarse perdiéndose en la distancia al tiempo que se apagaba la alegría de su hogar, pero ellos quedaban felices por verla feliz.

7 comentarios:

Conchi dijo...

Hola, Piedad. Un nuevo cuento nos regalas y con él nos trasnportas al mundo mágico de la fantasía, con hadas, principes y princesas. Ese mundo que cuando niñas todas soñamos.

Me ha gustado cuando el hada dice: Tus sueños se harán realidad. Muchas veces nuestros sueños no se cumplen, pero otras veces, sí, y entonces nos sentimos las personas más felices del mundo.

También me ha gustado el final, esa despedida de los padres, porque es lo normal, que los hijos sigan su camino y los padres deben dejarlos ir sintiéndose felices de ver que ellos también los son.
En la realidad, muchos padres somos muy posesivos. Pensamos que los hijos nos pertenecen, que debemos de organizar su vida,etc, y estamos equivocados, sin duda.

Te felicito por este nuevo cuento y te agradezco que lo compartas con nosotros.

Espero que muy pronto puedas publicar tu segundo libro de cuentos, amigas. Aunque aún tienes que disfrutar más del primero! Sacarle todo el jugoooo, jaja.

Un abrazo grande
Conchi

Sabela dijo...

¡Buenas noches Piedad! un bonito cuento para irse a la cama relajada por haber leído una historia de fantasía y tan bien hilvanada, pues una ya está cansada de leer historias enrevesadas, complicadas, que te pierdes en el laberinto de un irreal fantasmagórico..., ¿Sabes una cosa? me gusta escribir sobre la arena de la playa cuando al bajar la marea queda lisa como un folio... y, otra es que Juan está aprendiendo a leer y todos somos hadas, ayudándole a repasar...
¡Gracias Piedad! porque, leyendo tu cuento, me acercaste a unos bellos recuerdos. Sigue dejando estas historias que nunca te faltaran lectores que disfruten de ellas.
Abrazos.

rosa mis vivencias dijo...

Hola Piedad:
Tu, mejor que nadie sabe de la existencia de las hadas,has tenido la suerte de conocer a "DOS" que convierten los sueños en realidad.
Tu cuento es uno más, de tantos que escribes y que estoy segura podría ser uno entre otros para tu próximo libro.
Sigue escribiendo.
Un beso.
Rosa.

Tomi dijo...

Piedad que bonito, un cuento de hadas como los que leía yo cuando era pequeña y después dibujaba las hadas con pelo largo y varita mágica.
Yo si que creo que existen las hadas.

Marina-Emer dijo...

Piedad cielo yo no te olvido y quiero venir a saludarte para que veas que no te olvido ya que las hadas me han traido a tu blog
besos
Marina -emer Pastor

reser dijo...

Hola Piedad, otro bonito cuento,
Dicen que poco a poco se llega lejos, pues ves guardando tus cuentos que cuando tengas unos cuantos podrás volver hacer otro libro. Pero como dice Conchi, saborea este primero y disfruta de todo lo que te está pasando, que bien te lo mereces.
Un abrazo muy muy fuerte
Roser

Isabel dijo...

Hola Piedad acabo de ver el vídeo en el blog de Conchi, el de tu presentación del libro en Cervelló, me tengo que contentar con eso , ya que no fue posible que me escapara para verte. Tengo que conformarme en leerte y gracias
. Un abrazo