miércoles, 26 de agosto de 2009

OTROS TIEMPOS.

De vez en cuando me gusta desempolvar algún que otro recuerdo sin dejar que estos me dejen mal sabor de boca, aunque en su tiempo fueran amargos, que de esos abundan bastantes, o no sé por qué perduran siempre en la memoria aunque yo prefiero guardar los de buenos sabores y en caso que no lo sean le pongo una pizca de humor. El caso es que para ello, hoy he abierto el baúl de los recuerdos y he removido hasta encontrar el que hoy voy a airear. Es un recuerdo de principios de 1958 y aunque parezca un cuento os aseguro que no lo es, es tan real como la vida misma y aunque en aquellas fechas solo contaba con nueve años y medio de edad, no quito ni pongo más ni menos de lo que en realidad era y así os voy a contar.
Fue cuando tuve el accidente en el que perdí la vista, el cual me obligó a quedarme ingresada cinco meses seguidos y dos más separados por unos días que me dejaron ir a casa, en el hospital clínico de granada. En total siete meses, suficientes como para familiarizarme con el personal del centro. Todos me querían, médicos, enfermeras, monjas, el sacerdote, enfermas y hasta los visitantes de las compañeras de sala, para todos y todas era el juguete de la casa, pero no os voy a hablar de mi estancia aunque tendría tema para otra entrada, sino, de las normas que en aquella época eran normales en cualquier centro similar. Unas normas que quizá por mi corta edad o tal vez porque en aquella época todo funcionaba así, yo lo veía normal, pero ahora que han pasado los años y muchos por cierto y en nada se parece a aquellas costumbres, me paro a pensar y me pregunto: ¿Cómo puede ser cierto...? Pues sí, así funcionaban las cosas. Por la mañana no dejaban entrar ni una mosca, cosa muy normal pero lo que no era normal es lo que viene a continuación.

Sí, dejaban entrar a partir de las dos de la tarde aunque para ello tenías que pagar cinco pesetas por un pase que te valía hasta las ocho de la tarde. Como yo estaba en la cama sin poder moverme porque las operaciones de los ojos así me lo impedía, mi madre se pasaba la tarde y noche conmigo no sin antes volver a pagar diez pesetas más para poder pasar la noche sentada en un banquillo con cuatro tablillas atravesadas sin más espaldar ni reposa brazos que el vacío, único asiento por enfermo. No se podía acercar a la pared para apoyarse un momento ni dejar caer un brazo sobre la cama porque parecía que estaban espiando y entraban enseguida a decirle que se retirara. Pero el colmo era cuando tocaban las ocho, que más o menos era la hora de la cena. Entraba el portero haciendo palmas anunciando que se había acabado el tiempo de las visitas y que abandonaran la sala y poco le importaba que mi madre me estuviera dando la cena, me tenía que dejar a medio comer para ir a la portería y sacar el pase de la noche y aunque le dijera que se esperara un momento a que acabara de cenar, le era igual, le hacía salir sin consideración. Si la señora de la limpieza andaba por allí continuaba dándome la cena, cosa que no me gustaba nada, sobretodo cuando era ensalada porque no apuntaba bien con la lechuga y me lavaba la cara con ella y eso no lo soportaba.
Durante dos meses seguidos mi madre hacía siempre la misma operación, por lo que cada día necesitaba 15 pesetas para poder permanecer 19 horas a mi lado. Un precio muy elevado para un pobre que tenía que vender los conejos o gallinas destinados para el consumo de la casa si quería estar conmigo. Unos gastos que había que sumarles los de la fonda donde descansaba por las mañanas y comía, además de los trasportes de más de 100 kilómetros que nos separaba de mi casa. Ahora esa distancia no preocupa en absoluto pero entonces era casi un día de viaje en aquellos trenes de carbón que no llegaban nunca. Es decir, en un día no podías ir y volver, así que cuando estuve recuperada de las heridas mi madre se tuvo que ir a casa y dejarme al cuidado del personal que para entonces ya éramos todos y todas amigas por lo que ya no lloraba.
Otra norma que tenían y que había que respetar como algo sagrado, era que las personas que visitaban a sus familiares o amigos no podían entrar ni una galleta. Si el portero lo descubría te lo quitaba y delante tuyo lo tiraba al suelo para pisarlo después hasta quedar en polvo o una pasta dependiendo de lo que fuese. Pero como en todas las cosas prohibidas buscas la forma de despistar, en este caso la astucia de los familiares de los enfermos era más potente que la severidad de los porteros, porque en tiempo de primavera cuando aún necesitas una chaquetilla, estos daban unos puntos en la manga y ponía dentro aquello que querían pasar: un plátano, un par de galletas, un pastelito etcétera, doblaban la chaqueta de forma que se ocultara la manga y se la terciaban en el brazo llevándola a modo de previsión por si refrescaba. Mi madre así lo había hecho más de una vez aunque la cantidad que me llevaba no me podía hacer daño ya que el presupuesto no le daba para más. Pero lo más gracioso fue una gitana que tenía a su marido ingresado en la planta de oftalmología donde yo estaba (pues he de decir que una vez recuperada lo corría todo y me metía en todas las salas y habitaciones privadas, yo estaba en una sala de ocho camas). Era un gitano muy gracioso y simpático igual que buena persona. Pues como os decía, un día a su mujer le vino la idea de llevarle una sandía, sí, habéis leído bien, una sandía y para poderla pasar por la portería no se le ocurrió otra cosa que escondérsela en la barriga debajo de la falda. Cuando llegó a la sala fue una comedia de primera porque parecía que estaba apunto de dar alud un par de gemelos. Y entre risas y comentarios sobre los hechos y el comportamiento de los porteros, trocearon la sandía y la repartieron entre los ingresados y acompañantes allí presentes y como yo siempre estaba en primera fila también pillé un trozo que estaba de lo más rico, quizá porque lo prohibido se desea más y es más bueno.

Y aquí pongo punto y final de estos increíbles hechos.

22 comentarios:

Patricia dijo...

Hola, Piedad!
Vengo del blog de mi madre, Elsis, y me ha gustado mucho visitarte y leer cómo fueron aquellos días.
Admiro tu buen humor, tu fuerza.
Sos un ejemplo, y no lo digo por adularte, sino porque sinceramente así lo creo.
Un beso grande.

Isabel dijo...

Después de haber tenido el privilegio de conocerte en vivo y en directo el leerte hoy ha sido una continuación.Me gusta mucho como lo cuentas, son momentos durisimos y tu lo haces como si nada , pero lleva una carga de sentimientos muy grande. Me gusta mucho lo que cuentas sigue .... por favor.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me gusta.

Unknown dijo...

Los momentos vividos (incluso en ocasiones los duros) se recuerdan con el paso del tiempo hasta con sonrisas ... de todo se aprende y se valoran más las cosas buenas.
Un besote Piedad.

Conchi dijo...

Piedad, iba a decirte que no contaras estas cosas que se iba a notar que somos mayores, jaja, pero no, te digo que haces muy bien en contarlo. Lo que más me llega al alma es lo que pasaron nuestros padres y abuelos... Hay que seguir recordando estas cosas para valorar más lo que tenemos y quererlos a ellos aún más, aunque ya no se encuentren entre nosotros.
Gracias al esfuerzo y sacrificio de tus padres tú estás aquí y nosotros podemos disfrutarte.
Un abrazo, amiga. Sigue desempolvando cosas...
Conchi

Mariaisabel dijo...

Hola Piedad,
Me ha encantado lo que has escrito!
Que distinto era todo en aquellos años, es increible verdad?
A veces cuando cuento cosas a mis hijos o a gente joven, me da la impresión de que no me creen.
Fueron años muy duros para nuestros padres. No puedo imaginar que una madre tuviera que pagar para estar con su hijita. Que poca psicologia había verdad?
Gracias por contarnos tus cosas, pues al ser de una edad similar tenemos los mismos recuerdos.
Besitos

Conchi dijo...

Piedad, se me olvidó decirte antes que estamos de sorteo en Compartiendo. ¡No te lo pierdas!
Un abrazo
Conchi

Sabela dijo...

¡Hola Piedad! es tan agradable leerte que estaría toda la tarde con tus escritos. Que pases un buen fin de semana.
Abrazos.

Hada Isol ♥ dijo...

Es increíble como fueron las cosas! me muero si tengo que pasar por una situación así,aunque cuando tuve internado a mi hijo que era bebé no me dejaban quedarme con el solo podía verlo de 11 a 12 y de 16 a 17 hs que triste es eso! lo de la sandía,me hizo reir mucho mira lo que tuvo que hacer! jejeje! me la imagino! Piedad te envío un abrazo enorme!

Conchi dijo...

Piedadddddddddddddddddddddddd
¿dónde te metes????? Te echamos de menos!!!! Venga, asoma la patita por debajo de la puerta... no te escondas!!
Amiga, espero que estés bien.
Un abrazo
Conchi

Unknown dijo...

muy buena tu entrada!
está bueno recordar y homenajear a los que estuvieron antes que nosotros!!
a pesar de las experiencias duras, siempre hay que sacar fuerzas y salir adelante.....

besos y buen finde

Kety dijo...

Tienes que ganar el concurso de la ONCE, eres estupenda contando cosas. Me he reído - a pesar de lo que cuentas- con la sandía. Lo que no se les ocurra a ellos.
Un abrazo

victor Rocco dijo...

Hola te he venido a invitar y a todos tus amigos y seguidores a unirse a mi campaña contra el maltrato a la mujer y el femicidio, en mi blog tierra de letras sur encontraras las fotografías del primer evento que fue el 13 de agosto, el próximo esta por venir a fines de septiembre, te invito que si quieres y puedes me envíes a mi correo vikktor28@hotmail.com un video de apoyo , diciendo tu nombre país ciudad , no importa de donde seas todos somos importantes, luego en mi próximo evento mostrare los videos al publico que asista, así diremos que somos muchos los que estamos contra el maltrato, todos nacimos de una mujer es por eso que hay que cuidarlas, chao te espero en mi blog tierra de letras sur.

Enrique Palacios dijo...

Vale desempolvar los recuerdos, pero sin dejar atrás los actuales (felices o tristes) acontecimientos...

Éxitos Piedad

Águila Solitaria dijo...

hola Piedad, ya he vuelto, ves como tienes escribir un libro!! no me cansare de decirtelo!!1 empieza ya por favor!!! muchos besos!!!

maracuyá dijo...

Piedad, me dejaste pasmada con eso de tener que pagar para acompañar a un familiar en el hospital...qué cosa!!!

Menos mal que igual se pasaban buenos momentos, no? como el del parto de mellizos tan sabrosos...jajaja

Lindos besos para vos.

Isabel dijo...

Piedad ya veo que tu máquina no se ha repuesto . En cuanto pueda te llamo

Conchi dijo...

Piedad, ¿tienes el ordenador escacharrao??? Tiene que ser eso. Bueno, paciencia, que todo se arreglará.
Te mando un fuerte abrazo y te esperooooo.
Conchi

Piedad dijo...

¡Hola a todos y todas! ¡Ya estoy aquí! En primer lugar quiero agradeceros a todos y todas vuestros comentarios. Leeros es para mí un placer además de una buena terapia ya que con ellos me hacéis reír y os imagino lo que estaréis pensando por mi ausencia, pero ¡Eh! no me he ido de casa, aunque eso sí, me he pasado unos días más aburrida que una ostra. Pues os cuento: el fin de semana lo pasé con dolor de lumbares que apenas podía moverme y para ir de un lado a otro me tenía que apoyar en la espalda de mi marido y hacer como los niños cuando juegan a hacer el tren, después masajes con cremas para el dolor....
pero eso no ha sido todo, también he tenido enfermo a mi amigo el teclas con uno de esos virus, que hasta lo he tenido hospitalizado, pero hoy ya le han dado el alta y ya está en activo, así que intentaré ponerme al corriente con todos vuestros blogs y demás.
A los que visitáis por primera vez mi blog, os doy la bienvenida y os invito a que sigáis viniendo.
Angus, a tu breve comentario te digo, que a mí me gusta saber quien eres, de donde vienes y qué es lo que tienes en tu blog, pues de él salió mi ordenador con ese costipado que le ha costado unos días de baja. Quiero pensar que fue involuntariamente, ppero te aviso para que lo tengas encuenta.
Victor, me parece estupendo tu campaña contra el mal trato a la mujer, pero si has leído mi blog sabrás que soy invidente y que no piedo hacer todo lo que quiero, cuando pueda pasaré por tu blog.
Besos para todos y todas

Ali_ dijo...

Hola Piedad hacia mucho que no pasaba por tu blog a visitarte, y no creas que no me acuerdo de ti cada dia, ya que cuando llego a dejar algun comentario en un blog que tiene verificacion de palabras me llevan los demonios y me acuerdo de ti.

Este relato me ha puesto el bello a flor de piel, me encanta como has relatado esta parte de tu vida, y he sentido que correteaba contigo por los casillos de habitacion en habitacion. Muy duros momentos tuvo que pasar tu mami, sin que decir lo que tu pasarias.
Pero esa sandia, ay! esa sandia lo que me ha echo reir.

Un besin

Ali_

Conchi dijo...

Piedadddddddd, qué alegría encontrarte de nuevo. No sabes cuánto te he echado de menos. Los virus es que son mu malos, ya lo sabes.
Aunque hayamos empezado el trabajo o las actividades de cada una seguiremos en contacto.
Te mando un fuerte abrazo
Conchi

entreluces dijo...

Piedad que divertido éste relato, es que en casos así, es mejor reir recordando que llorar, porque la situación es de lo más truculenta... pero tú como siempre sabes ponerle la sal necesaria de la ironia y eso es fantástico.

Me alegro de que la señora tecla esté restablecida de su gripe y con ganas de seguir comunicando.

Abrazos