lunes, 27 de abril de 2009

HISTORIA DE UNA ABUELA.

COMUNICACIÓN ANTIGUA


Dulce y mimosa, Lorena se acerca a su abuela mientras observa el movimiento del ganchillo entre los dedos que ágilmente van tejiendo un pañito. Con sus brazos rodea el cuello de la abuela y con ternura le besa repetidas veces de esa forma que ella sabe hacer cuando quiere obtener algo de alguien. Su abuela que ya la conoce le pregunta con tono tranquilo:
-¿Buscas algo Lorena?
-No, nada. Bueno, sí -contesta la niña tímidamente-. ¿Me puedes prestar 10 euros? Los necesito para el móvil, estoy sin saldo y le he pedido a mamá y dice que no tiene ni cinco. Siempre se queja que la vida está muy mala.
-Y tiene razón querida. La vida está muy mala, sobretodo para los que dependen de un jornal. Bueno, en realidad la vida siempre ha estado mala para los pobres, pero es que también nosotros la ponemos mala.
-¿Por qué nosotros la ponemos mala? -Pregunta Lorena desconcertada
-¡Pues por qué va a ser! ¡ porque gastamos dinero en cosas innecesarias, en chorradas y tonterías. ¿Ya me dirás para qué necesitan los niños el móvil?
-Abuela, eso no es ninguna tontería, es necesario, y si no ¿Cómo iva yo a quedar con mis amigas si no tuviera móvil?
-Cuando yo era como tú no teníamos móvil y también vivíamos y no nos pasaba nada. ¡Ay señor, si yo te contara…! -exclamaba la abuela.
-Pues cuenta...
-No, porque te vas a reír...
-Anda abuela, cuéntame como quedabas con tus amigas en tu niñez.
-Bueno, ya te he contado muchas veces que mis padres vivían en el campo...
-Sí, eso ya lo sé. Allí solo había pájaros.
-¡Exactamente! ¡No teníamos ninguna de las comodidades de las que disfrutamos ahora! Cuando queríamos quedar, nos buscábamos unas a las otras y ya estaba todo resuelto. Y cuando mi padre quería decirle algo urgente a mi hermano que estaba trabajando en las tierras al otro lado del río, lo cual había que cruzar el olivar, la vega, el río y después más vega, distancia que bien podría ser de un kilómetro, me decía: “Llama a tu hermano y dile que venga pronto”.
Yo me subía a una loma y carraspeaba para aclarar la garganta y dejaba ir mi timbre de voz infantil chillona con la que pronunciaba su nombre: “¡migueeeeeeel! ¡Migueeeeeel!” Él me contestaba con otra larga voz que preguntaba: “¿Qué quieres?” entonces yo le daba el recado de mi padre.
Que dice papá que vengas enseguidaaaaaa.
“Quééééé diceeeeeessssss”.
Yo volvía a repetir: que dice papá que vengas enseguidaaaaa.
-Jajajajaja, ¡Que exagerada eres abuela!
-No hijita no, No exagero, te estoy diciendo la verdad tal como era.
-¿Pero me puedes prestar los 10 euros?
-¡Lo siento, pero no tengo dinero! ¡La vida está muy achuchada!

10 comentarios:

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

Muy pero que muy lista la abuela .Una bonita manera de decir que no incluida la charla con la nieta .Eso es lo más importante la charla. Demasiados gastos superfluos tienen hoy nuestros jóvenes.
Un abrazo Piedad

alicia barajas dijo...

Y la abuela tenía razón... La experiencia de los mayores es muy sabia. Hasta hace bien poco, nadie utilizaba móviles y quedábamos con los amigos por teléfono normal o simplemente de palabra de un día para otro. Ahora nos parece inconcebible la vida sin esos aparatitos parpadeando en nuestros bolsos y sonando siempre cuando no tienen que hacerlo. Un abrazo

Salvia dijo...

La sabiduría de los años. Las abuelas siempre aciertan.
Un abrazo

Unknown dijo...

me encantó, piedad!!!
la experiencia está sobre todo!!!
una buena manera de hacerle ver a la juventud que existen otra escala de valores............
gracias por compartir!
un abrazo enormeeeeeeeeeee,amiga

Kety dijo...

Bonita forma de distraer a la nieta.
Muy bueno
Un abrazo

Marina-Emer dijo...

que cuento o relato más bonito al final nadie le dio los euros,es verdad antes no necesitabamos para nada el movil y mucho menos los niños bueno hasta cuando gustes venir.besitos
Marina

entreluces dijo...

Uff el sexto sentido de las abuelas, hay que ver lo que saben, a mi me parece que en algunas ocasiones, tanto padres como abuelos, tenemos que saber decir NO y además mantenerlo, esa es la lectura que saco de este relato.

Un abrazo Piedad

Conchi dijo...

Hola, Piedad. Me encantó tu relato y estoy totalmente de acuerdo con la abuela. "Tu madre dijo No y yo también digo No" y seguro que a la niña no le pasa nada por no recargar el móvil y gastarse el saldo en charlas inútiles. La vida está muy achuchada...
Que tengas un feliz fin de semana.
Un abrazo grande
Conchi

Piedad dijo...

Contestación para todas.
Esta abuela es imaginada, pero su relato bien podría entrar en una historia real de la actualidad ya que son muchos los caprichos que tenemos, y que es verdad que son comodidades que antes no teníamos, pero las comodidades se pagan y aveces la vaca no da para tanto como diría mi abuela. Cuando yo era niña ni siquiera teníamos teléfono y cuando queríamos saber de la familia que vivían lejos escribíamos una carta, aunque esta llegara un mes después... ¡Qué tiempos aquellos! ¿Verdad? ¡Yo me quedo con los de ahora! ¡Pero sin pasarme en tonterías claro está!
¡Gracias por vuestra visita y que tengáis feliz fin de semana!

Abrazos para todas.

agua dijo...

¡Cuánta razón tiene esta historia! Los niños de ahora tienen muchas cosas innecesarias, tantas que a veces creo que no saben valorar lo que tienen. Cuando era niña, era muy feliz sin el móvil .Mis hijos de momento no lo tienen, mientras pueda evitarlo así seguirán. Besos guapa