lunes, 10 de noviembre de 2025

LA VOZ DEL DESTINO

Quiero darle las gracias a Juan Ramón Santana Vázquez, Daniela Silva, Rajani Rehana, por sus visitas en mi blog y decirles que no he podido entrar en el suyo. Pues como ya saben, se trabaja diferente, aunque el ordenador es lo mismo que cualquier otro. Así, que si les ha gustado la puerta está abierta para todo el mundo, que quiera venir y yo les quedo muy agradecida. Igualmente, dejo un ramillete de besos y abrazos para todos y todas, con un lazo de amistad y un letrero que dice: aquí estaré siempre mientras las circunstancias me lo permitan.

Y ahora disfruten leyendo.

Ha, si adivinan a quien va dirigido el relato se han ganado un premio, que consiste… ¡En la próxima entrada os lo digo, jajaja!

*

LA VOZ DEL DESTINO.

 

Un día, el destino, fiel a su deber de no dejar a nadie sin visitar, pasó lista a los seres que habían sido concebidos, para colgarles la etiqueta que tendrían que llevar durante su andadura por la vida. Se paró a conversar con uno de ellos que ya se preparaba para iniciar su llegada.

 

-Eh, tú, despierta. Pronto llegarás a la vida.

-¿a la vida? ¿Qué es eso?

- La vida es… Bueno, eso lo sabrás cuando llegues a ella. Nacerás y serás un ser más en la tierra. Serás niña, tendrás el cabello castaño oscuro, ojos grandes y tez fina y tierna. Serás muy querida por todos aquellos que te rodeen  y, tú, debes ser dulce, alegre y obediente en todo. Crecerás entre la naturaleza y serás una criatura sana.

-¿Qué es la naturaleza?

-La naturaleza es algo muy hermoso que tienes que saber respetar y cuidarla igual que  te cuidarán a ti. Con mucho amor, porque ella nos da la vida.

-Pero si no me explicas como es, yo no la conoceré.

-Sí, porque vivirás con ella. Vivirás en el campo entre plantas, árboles, cereales, flores, mariposas, pájaros, todo ello muy bonito. Tendrás dos piernas fuertes para correr y jugar, dos brazos para abrazar, dos manos para coger flores y dos ojos para ver los colores, los astros del cielo en la oscuridad de la noche  y la belleza que te rodee hasta el horizonte. No tendrás juguetes pero serás una niña muy feliz. Y cuando hayas conocido todo lo que te he dicho, yo volveré otra vez a hablar contigo.

-Vale.

 

Así fue. A los nueve años de edad, la voz del destino se hizo escuchar y de nuevo conversó con ella.

 

-Veo que has cumplido todo lo que te dije… Dime, ¿qué te gustaría ser de mayor?

-Cuando sea mayor quiero ser peluquera. Me gusta mucho cortar el pelo… Bueno, también quiero ser modista porque cuando mi madre cose mi ropa, yo también coso y lo hago muy bien, de verdad. También lavo la  ropa cuando mi mamá lava y por eso, también voy a ser lavandera.

-Muchos oficios son esos… Pero me has demostrado que tú eres capaz de hacerlo todo. Te voy a poner a prueba. Tú vas a ser cuidadora y serás admirada por todo el mundo que te conozca, porque lo harás sin vista.

 

La niña no conocía las intenciones del destino, hasta que un día, algo llamó su atención. Era un objeto desconocido, que la niña cogió con sus manos después de verlo varias veces.

Allí estaba la clave. El destino había cumplido su objetivo después de anunciar su propósito, al explotar el objeto entre los dedos de la pequeña llevándose con él la luz de sus ojos.

Pero aquella niña, jamás se rindió ante la oscuridad que la envolvía. La esperanza siempre le acompañaba y estaba segura que un día, los médicos pondrían fin a su noche sin estrellas. Y entonces sería modista, peluquera o lavandera, porque eso era lo que deseaba. Coser vestidos para las muñecas que no tenía.

 

Como siempre, el destino volvió a intrometerse en su vida manifestándole sus deseos.

 

-Serás cuidadora porque ese es mi deseo y no quiero que hagas otra cosa más, sino cuidar a personas que dependerán de ti.

 

La niña creció, y el destino la llevó a una casa donde tendría el deber de cuidar a tres niños, dos niñas y un niño entre tres y cuatro años, porque los dos pequeños eran mellizos. En esa casa fue tratada con afecto y cariño, al que ella correspondió de igual modo.

 

Los niños crecieron y ella se casó con un hombre que la quería y admiraba al máximo. Entonces, solo cuidaba de su casa y de su familia, pero el destino, empeñado en acompañarla siguió tras ella.

 

-Veo que eres fuerte y pasas todas las pruebas que te pongo. Ahora te voy a poner otra un poco más difícil. Cuidarás a tu madre que quedará inválida en una silla de ruedas con otras complicaciones graves en su piel, por lo que tendrás que tener mucho cuidado al cogerla, para no darle ningún golpe que pueda acarrear otras consecuencias.

 

Veinticuatro años después, Cuando tenía sesenta y dos, el destino se impuso ante aquella mujer y sus deseos de disfrutar de la vida, empeñado en seguir poniéndola a prueba.

-Prueba superada. Tu madre ha llegado al final de su camino tal y como ella deseaba, acompañada siempre y cuidada por su hija preferida, sin ningún percance destacado.

Aunque ya te haces mayor, todavía estás fuerte y tienes fuerzas para seguir cuidando, así que ahora te va a tocar cuidar de tu marido. Su enfermedad degenerativa lo llevará por diversas etapas, pasando por la agresividad, la inmovilidad y la demencia, para quedar como un niño indefenso. Tendrás el consuelo de su amor, que a pesar de todo, te querrá siempre derrochando cariño y dulzura y sabrá quien eres.

Cuando termines esta prueba ya veremos si te pongo otra o no, pues todos dicen que ya tienes el cielo ganado… Aunque eso lo dispongo yo, que soy el destino,  y nadie más, no lo olvides nunca.

*

Piedad Martos Lorente.

miércoles, 15 de octubre de 2025

OTRO CUENTO

La fantasía no me falta, jajaja.

*

EL HIJO DEL VIGILANTE

**** 

Jesús era un niño de cuatro años de edad que vivía con sus padres, Juan y Mercedes. Le pusieron el nombre de Jesús porque nació el día de nochebuena y, como era tan bonito… ¡parecía un niño Jesús recién nacido! Sus padres estaban tan felices que daban gracias a Dios por el regalo tan grande que habían recibido. El nacimiento de su hijo… El tesoro de su vida. Era sangre de su sangre y amor de sus amores.

Juan y Mercedes tenían razón. Jesús era un niño muy bonito, alegre y simpático, que se ganó el cariño de todos aquellos que lo conocían. Tenía el cabello rubio y rizado. Sus ojos azules desprendían la luz que iluminaba la casa y, la sonrisa de sus labios la llenaban de alegría.

Juan trabajaba en un museo de cera como vigilante y encargado del mantenimiento del local. Su vivienda estaba adosada al museo por la parte trasera. Se comunicaba con el edificio a través del jardín interior de la casa.

Cuando no tenía colegio, Jesús se escapaba de su casa y se iba con su padre a su puesto de trabajo. Juan le advertía:

-Pórtate bien y no me hagas enfadar. Si mi jefe te encuentra por aquí, me puede despedir y entonces perdería mi trabajo. Y si pierdo mi trabajo no tendremos dinero, y si no tenemos dinero, no podremos comprar comida, ni tú tendrás juguetes. ¿Entendido?

-Sí, Papá.

-Si vienen turistas, quédate inmóvil, como esas figuras de cera. No respires ni parpadees siquiera.

-Sí, papá.

El niño correteaba por los pasillos entre personajes y personajes, fijándose en cada posición de las figuras imitándolos de igual forma.

 

Un día de verano, Jesús se bañaba en una piscina inflable que su padre había instalado en el jardín. A pesar de que le gustaba mucho el agua, pensó buscar entre sus juguetes alguna cosa que le entretuviera, al tiempo que se refrescaba. Así pues, removió los cachivaches de una caja y cuál fue su sorpresa, al encontrar en su interior una flecha que atravesaba un corazón. Ya no recordaba aquel objeto, complemento del disfraz de cupido con el que se disfrazó el año anterior.

Loco de alegría por su hallazgo, se introdujo en el pasillo que conducía al museo con el fin de enseñarle a su padre su nuevo juguete. Entró en la sala como un torbellino, pero al instante quedó inmóvil al oír voces desconocidas. Recordó la advertencia de su padre y con la flecha en sus manos, desnudo y descalzo, se quedó plantado en una esquina del pasillo como una estatua sin apenas respirar ni parpadear. Desde allí observó cómo un grupo de gente se acercaba hacia donde él estaba. Al parecer, todos eran miembros de una sola familia.

-Mira, mamá, ¡un cupido! Dijo una joven adolescente.

-No grites, niña, que nos van a llamar la atención –dijo la madre.

"¡Arrea, ya me han visto! Si me descubren estoy perdido, entonces… mi padre… ¡No tendremos dinero ni me comprarán juguetes!" –pensó el pequeño al verse sorprendido.

-Es verdad, está allí, ¿no lo ves? ¡Está apuntando con la flecha hacia mí! ¡Eso quiere decir que aquí está el amor de mi vida!

-¡Pero qué tonterías estás diciendo, hija!

El niño sigue en la misma posición deseando que la familia desaparezca lo antes posible.

"Ay, ay, tengo ganas de hacer pipí y me parece que me lo voy a hacer encima" –se decía el niño, reprimiendo las ganas de salir corriendo.

-Mamá, yo quiero ese cupido.

-No seas caprichosa y calla. Pareces una niña pequeña, en lugar de una mocita.

"¡Qué pesada es… y yo me estoy haciendo pipí!"

-Pero es que no ves, mamá, que bonito es. Parece que me mira y me sonríe.

"¡Y dale otra vez con lo mismo! Que me me…ooo."

 

A pesar de su esfuerzo, el pequeño ya no pudo aguantar más y dejó escapar un hilito suavemente por su miembro viril, que ante la mirada de la muchacha, salió de entre sus piernas dispuesto a regar el suelo formando un arco como el de cualquier surtidor.

El resto del grupo observaban atentos algunos personajes importantes que habían llamado su atención, ignorando la presencia de Jesús. Mientras, la muchacha seguía insistiendo que quería aquel cupido.

-No insistas, hija. Esto no es una tienda en la que se puede comprar su contenido. Es un museo, así que compórtate como una señorita.

-Ya sé que es un museo. Pero ese cupido es especial y yo lo quiero. Ha hecho pipi y todo.

-¿Cómo que ha hecho pipi?

-Sí, bueno, creo que era pipi… ¿Volvemos a verlo?

-Ya lo hemos visto.

-Pero…

-No hay peros que valgan –respondió la señora bruscamente, cansada ya por la actitud de su hija.

Si el grupo se hubiese vuelto, no habría podido comprobar lo que la joven afirmaba. Cuanto Jesús se vio libre de aquellos ojos, se escapó corriendo por donde había venido. Dejó la flecha en la caja de los juguetes y con aquella sonrisa simpática, se metió en la piscina como si no hubiera ocurrido nada.

*****

 

Piedad Martos Lorente

miércoles, 17 de septiembre de 2025

SEPTIEMBRE

Poco a poco hemos ido dejando a tras el verano con sus temperaturas altas y agobiantes, que parecía que no tenían fin. No solamente a llegado septiembre, sino, que el verano está a punto de decirnos adiós para darle paso al otoño y a todo lo que este tiempo conlleva.

Deseosa que hayáis pasado unas vacaciones fabulosas, me despido hasta otro día, esperando veros sanos y con ganas de distraernos.

.

CANSADA Y RESIGNADA

 .

El destino cambió mi camino

aquella mañana de invierno,

cuando se escureció la luz del día

y todo se volvió negro.

Pero a pesar de todo

yo sigo adelante,

con el corazón triste

y la sonrisa por delante.

Cansada, eso sí

de no tener libertad,

de no salir cuando quiero…

y tenerme que esperar.

Cansada de que mis ojos no tengan luz,

de que mis ojos no vean tu cara,

de que mis ojos no vean…

lo que los tuyos   me callan.

Estoy cansada de la vida que me ha tocado vivir

sin llamarla ni quererla,

cuando yo tenía ilusiones por cumplir

en una edad muy tierna.

Pero la ilusión desapareció

aquella mañana temprano,

cuando todo se empañó

y me llevaban de la mano.

Estoy cansada de no ser quien yo soy

por el capricho del destino,

por encontrar obstáculos

a lo largo del camino.

Estoy cansada pero también pienso

que hay otros peores que yo,

así que retiro lo que he dicho

y aquí sigo con mis ojos al sol.

Que, aunque no lo veo

siento sus rayos sobre mi cuerpo,

y los saludos de la gente

a los que yo contesto.

Y qué importa si estoy cansada o no

si salgo todos los días,

con la sonrisa por delante

llena de bondad y alegría.

. 

Piedad Martos Lorente

 

 .

17 de septiembre de 2025

 

domingo, 24 de agosto de 2025

Relato número 2

EN UN TREN DE CERCANÍA

 

 

Hoy no viaja tanta gente. Al parecer todo el mundo se ha ido de vacaciones, se decían dos amigos que volvían de un pueblo cerca del suyo, cuando se dieron cuenta de una mujer que estaba en el andel para subir en el tren. Era una mujer mayor… bueno, no se sabe si en realidad era mayor o era la forma de vestir y el peinado, pero llamaba la atención. Se subió al vagón y se sentó frente a los dos amigos, no sin antes saludarlos con respeto y educación.

-Buenas tardes. ¿Está ocupado?

-No. Puede sentarse si lo desea.

Los dos hombres cogieron dos bolsas que había sobre los asientos y se disculparon. La mujer no era una mujer mayor, sino todo lo contrario. Era joven y muy guapa.

-Perdone. Como no había nadie lo hemos hecho servir nosotros, pero ya está.

El hombre que hablaba se quedó impresionado por la belleza que tenía frente a él y tubo que disimular para que su amigo no se diera cuenta. La mujer sacó un abanico y empezó a hacerse aire. El hombre comentó.

-Hoy hace mucho calor y el aire acondicionado del tren se ha estropeado y no funciona.

-Siempre pasa eso, que cuando lo necesitamos se estropea -dijo la mujer-. He venido de prisa porque si no es así lo hubiese perdido y ahora estoy acalorada por el esfuerzo.

El otro hombre observaba a su amigo y a la mujer y pensaba en la conversación tan simple que habían sacado. Y todo para hablar de algo y mirarla mientras hablaba, porque de guapa tenía un rato… valla, que era bonita y joven como a su amigo le gustaba.

-¿Vas lejos? -proseguía el hombre.

-No, voy aquí cerca por asuntos de trabajo.

-Ah. Pensaba que eras de aquí y resulta que vienes en busca de trabajo.

-Sí, empiezo en septiembre de maestra.

-¿De maestra? -preguntó el hombre que hasta entonces iba callado-. ¿No Irás a la pobla?

-Sí. ¿Ustedes también van al mismo sitio?

-Somos y vivimos en la Pobla -se apresuró el hombre primero antes que su compañero contestara, con la alegría en la cara sin poderla disimular.

-A lo mejor tendremos la ocasión de vernos cuando valla a buscar a mis hijos.

-Pues si tiene hijos lo más probable es que nos veamos.

Los tres rieron como si se conocieran toda la vida.

-Me voy a presentar. Me llamo Alberto y mis hijos Iván y sara.

-Yo me llamo Javier y soy soltero.

-Yo me llamo María y… soy viuda.

-Valla, cuanto lo siento.

Contestaron los dos amigos a la vez. La sonrisa de María desapareció de su rostro que dio paso al de la tristeza, que le acompañaba siempre desde aquella noche que jamás olvidaría.

-¿De enfermedad? -preguntó Javier.

-No. Murieron de accidente de tráfico nuestro hijo y él. Yo tenía reunión en el colegio y mi marido fue a casa de sus padres. Al volver un camión se le echó encima…

-Esto sí que es triste -añadió Alberto-, por eso, vamos a cambiar de tema y darle la bienvenida a esta hermosa mujer, que además de bonita es buena y se merece nuestro apoyo, que aunque no lo olvide, se sienta bien con nuestros hijos y pueda enseñarles y educarlos como si fueran suyos.

-Sí, eso me ayudará. He pedido el traslado aconsejada por el psicólogo, a ver si me siento mejor y lo olvido un poco.

-Con nuestra ayuda lo va a conseguir. Con nuestra ayuda y la ayuda de mi amigo Javier, aquí presente, que es una buena persona y simpático.

Tan entusiasmados estaban, que no se dieron cuenta que se habían pasado de estación.

 

Piedad Martos Lorente

 

sábado, 2 de agosto de 2025

UN RELATO

AMNESIA

 

-¿Paula? -Llamó el director del centro, amable como ya era por costumbre en él- hoy va a venir un joven médico a visitar a nuestros enfermos, para investigar sobre la enfermedad y el tratamiento que se les aplica a los desmemoriados… bueno, quiero decir con amnesia. Es muy joven, pero tiene ganas de trabajar e investigar sobre el tratamiento. Esto le llevará unos días y he pensado en ti. Tú serás la persona que le acompañe mientras dure su estancia.

-Bueno, espero no defraudarlo y hacer las cosas bien en todo lo que necesite.

-Paula, tú estás bien, ya te lo hemos dicho todos y tu trabajo en este centro es excelente. Si no fuera así no estarías de enfermera.

-Ya lo sé, pero… quién soy… de donde vine… tengo familia… Llevo toda una vida en este centro y en realidad todavía no sé quién soy.

-Tienes razón. Si al menos tuviéramos papeles… la documentación… tu familia, porque tendrás familia digo yo, pero a lo largo de todos estos años nadie ha venido ni a preguntado por ti, y claro, no podemos hacer más de lo que emos hecho. En su momento publicamos la noticia con una foto barias veces, pero nadie dijo nada. También es verdad que el accidente lo llevabas en la cabeza y en la cara y como no teníamos ninguna foto anterior…

-Por eso digo yo… Estoy bien, pero me falta algo para completar mi vida.

Paula se despidió del director no sin antes agradecerle todo lo que había hecho por ella. Habían salido con ella a visitar todas las calles de la ciudad, esperando encontrar en sus visitas algo que le devolviera la memoria, así como los pueblos de alrededor. Viendo que no adelantaba nada decidió quedarse en el centro, ya que el centro era para ella su casa y su familia.

En el centro hospitalario le llamaban Paula X X, y siempre iba con las enfermeras y médicos hasta el punto que llegó a interesarse por la enfermería. Estudió la carrera en un apartado dedicado a ello, sin necesidad de salir del centro si no se quería.

Al día siguiente, Paula le mostraba al doctor Carmona el historial de los enfermos y lo que tomaban cada uno, haciendo una breve visita de presentación.

Ya en su despacho, el médico le preguntó.

-Y usted, Paula, ¿Cómo se encuentra?

-Muy bien, doctor. En este centro hospitalario me siento querida, me gusta lo que hago y vivo aquí como si estuviera en familia.

-¿Y no recuerda nada de su vida anterior?

-Nada, absolutamente nada. Esa es la pena que tengo, no saber quién soy. No sé si tengo familia o no, pero nadie preguntó por mí. Ahora después de tantos años…

-Bueno, eso no importa, el día menos pensado le viene la memoria. Cualquier cosa, por insignificante que sea le puede ayudar.

-Dios lo quiera.

El doctor Carmona hizo su trabajo en los días previos a su partida. Paula le ayudó en todo lo que necesitaba.

-Bueno, mi estancia ha llegado a su final, en cuanto termine esto que estoy haciendo me voy de prisa. Tengo a mi padre… abuelo muy mayor y enfermo. Creo que no saldrá de esta.

-Lo siento mucho. Pero que ha querido decir con "mi padre… abuelo". No lo entiendo.

-No se lo he dicho, pero a mí me criaron mis abuelos. No conocí a mis padres.

-¿Qué pasó con ellos?

-Mi madre se fue de mi casa cuando yo era muy pequeño, que ni siquiera la recuerdo. Mi padre murió poco después y tampoco sé en las condiciones, solo sé que no los conocí a ninguno de los dos.

Aquella historia que el médico le había contado con aquellas palabras la dejaron sin aliento. Como podía ser que una madre abandonara a su hijo y lo dejara con los abuelos y nunca más supieran de ella.

-Bueno, Paula, como ya le he dicho, lo que estaba haciendo ha llegado a su final. Pronto me voy a ver la abuela, Mame para los amigos -Paula cambió de color esperando que continuara. El médico la miró y se sorprendió al verla-. ¿Le pasa algo? Está blanca.

-Mame… Repítalo por favor. Dígame como es su nombre, el nombre de su abuelo y el de sus padres.

El médico, tan nervioso como ella, repitió los nombres uno a uno, con la esperanza de ayudar a la mujer.

-Mi abuela se llama María de las Mercedes, Mame para la familia y allegados.

-Mame…Mame…No sé, pero… Pensaba que iba a recuperar la memoria, pero no, no recuerdo nada.

-Mi abuelo se llama Fernando -continuó el médico-, mis padres Ricardo y Lucía y yo, el más pequeño de la casa, Daniel. Dani para los abuelos que son mis padres, como ya le he dicho.

La enfermera escuchaba al joven médico sin atreverse a pronunciar palabra alguna, hasta que acabó con los nombres. Era un torbellino de palabras y nombres, que le iban y venían a la cabeza, en una despedida triste, pero necesaria por el amor que un día los unió a su marido y ella, para separarlos después. No pudo aguantar más y gritó con todas sus fuerzas entre lágrimas y risa. Se abrazó al doctor al tiempo que le decía llorando.

-Tú eres mi hijo, el bebé que dejé en casa de los abuelos mientras iba a buscar a tu padre.

Los médicos y enfermeras que estaban pasando consulta acudieron al despacho del doctor Carmona, así como las auxiliares y demás servicios, a traídos por las risas y llantos del médico y la enfermera.

 

Con lágrimas en los ojos, Paula contaba lo sucedido aquel día que la tragedia la apartó de los suyos. Con el dolor de su corazón, tuvo que dejar a su bebé, aquí presente, con la única familia que tenía, sus suegros, para ir en busca de su marido.

-Estaba a punto de cruzar la frontera, cuando un grupo de encapuchados me atacaron por sorpresa. Me golpearon sin piedad en la cabeza y cara, hasta que perdí el conocimiento. Lo demás ya lo saben ustedes.

Con el permiso del director y de todos los demás, me voy a tomar unas vacaciones, para ver a mis suegros y darle las gracias por a ver criado a mi hijo y haberle dado la carrera que tiene, porque gracias a él he sabido quien soy.

 

Piedad Martos Lorente

 

miércoles, 2 de julio de 2025

FELIZ MES DE JULIO Queridos amigos y amigas y visitantes a mi blog, os deseo feliz mes de julio y feliz verano. Que el calor no os afecte mucho y lo paséis bien. . AMIGO Y FIEL COMPAÑERO . Tenemos un amigo en común que todos disfrutamos con él, lo mismo nos cuenta chistes o nos dice algo que queramos saber. El estado del tiempo y la fase lunar, el servicio de palabras que nos hacen dudar. Comidas y costumbres, vitaminas y enfermedades, historias y países, y la distancia en kilometrajes. Nos enseña juegos divertidos, imágenes y leyendas, poesías y prosa y noticias de la guerra. Informativos de otras cosas que mantienen interés, canciones que nos canta bajadas de internet. Todo esto y mucho más nos cuenta nuestro amigo, que por tener su amistad lo llevamos por el camino. No nos importa el comportamiento si estamos en una sala de espera, en la visita de un médico o hacia casa por la acera. Siempre hablas con él por la calle o en el trabajo, y aunque vayas conduciendo porque hablar es sagrado. Está aquí y allá siempre nos hace compañía, nos quita el miedo y su presencia nos da alegría. “Amigo y fiel compañero respeto tu sabiduría, pero no comparto ni quiero que por ti abandonen la mía.” Cuando quieras saber algo pregúntale a solas, y no distraigas tu trabajo ni cualquier otra cosa. Que es te amigo tiene mucho nombre y es todo poderío, a ver si tú puedes pasar como yo paso sin el mío. Guarda el móvil en tu bolsillo que descanse un rato, y vuelve con tus amigos que será más sensato. Piedad Martos Lorente

miércoles, 28 de mayo de 2025

Aprendí

De nuevo estoy con todos ustedes para decirles que el problema que tenía con el ordenador y dejar los comentarios ahora va bien, pues parece ser que mis quejas al señor Blogger a surtido efecto.
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UNOS OJOS SIN LUZ

 

Aprendí a ser paciente

cuando la paciencia no tiene espera,

esperan la luz de unos ojos

que a los míos nunca llega.

Aprendí a tocar las flores

cuando estas estaban en su esplendor,

pero no aprendí los colores

que vestían con amor.

Aprendí a no mirar al cielo

ni a las nubes blancas,

ni a los pájaros en sus vuelos

ni sus nidos en las ramas.

Aprendí a no mirar al horizonte

con un nuevo amanecer,

que me lleva a los recuerdos

de un dulce anochecer.

Aprendí a no mirar las estrellas

ni a los astros que le acompañan,

ni al brillo que en la noche dejan

buscando la madrugada.

Aprendí a no mirar a las montañas

ni en sus cupulas la nieve,

ni la espesura del bosque

ni los acantilados que la sierra tiene.

Aprendí a no mirar las imágenes

aunque mucho me gustaban,

hoy las guardo en mi mente

donde se guarda las cosas amadas.

Aprendí a ser paciente…

porque el día se hizo noche,

nada tiene luz

y en la noche nada se conoce.

Aprendí… aprendí a callar

lo que diría mi voz,

y en silencio reprime

el deseo del corazón.

 .

Piedad Martos Lorente