domingo, 6 de julio de 2014

NUEVO RELATO. CAPÍTULO 6º

LA LUZ DE ESPERANZA





CAPÍTULO 6º





Eran las cuatro y cuarto de la tarde. Esperanza ya estaba preparada para la
cita con su amiga Luisa, que vendría a recogerla media hora después. Se
examinó cuidadosamente con las manos toda ella, se puso una pulsera, un
collar, los pendientes y comprobó el peinado. Todo estaba perfecto. Se había
duchado y secado el cabello puniendo sus cinco sentidos en ello. Ese día
tenía que dar buena impresión ante los amigos de su amiga. Luisa tenía mucho
empeño en presentarles a Natalia y a su marido Pedro, aunque nunca le
explicó el porqué de su interés. Se perfumó, cogió el bolso y el móvil,
cerró la puerta y esperó en la calle.

La espera no se hizo larga, a penas unos minutos más tarde, Luisa estaba a
su lado.

-Chica, qué guapa te has puesto, ni que fueras a buscar novio.

-Por si a caso -contestó Esperanza con una sonrisa a modo de saludo. Luisa
la besó con la misma simpatía.

Esperanza se cogió de su brazo y le dijo:

-Luisa, si no te importa, voy a pasar por el quiosco de la esquina. Ayer
compré un número de la ONCE y voy a ver qué me ha tocado.



Llega al puesto y saca el número: 32569.

-Toma, Javier, mira a ver qué premio tengo.

Javier lo introduce en su maquinita y esta responde: no premiado.

-Esperanza, no tienes nada. Ayer salió el 23691 -le confirmó el vendedor.

-¡Para que luego digan que pisar mierda trae suerte! Con la cataplasma que
pisé ayer, ay, señor. Hasta los números me llevan la contraria. Salen todos
al revés de cómo yo los tengo. Ea. Dame otro para hoy.

-Anda, mujer. No te quejes, que la suerte no es para el que la busca, sino
para el que la encuentra.

Las dos amigas rieron, se despidieron del muchacho y reanudaron su camino.
Entonces Luisa le adelantó el porqué de su interés en presentarles a sus
amigos.



-Quiero presentarte a Natalia y a Pedro porque... Bueno, mejor dicho, quiero
que Pedro te conozca a ti.

-¿Y por qué Pedro?

-Bueno, Pedro y por supuesto, Natalia también. Pero Pedro es el que más
interesa en este caso.

-No te entiendo -replicó Esperanza.

-Verás, Pedro ha perdido la vista. Tuvo un accidente en el trabajo y perdió
un ojo y casi el otro, a penas ve un poco. Está hundido y no es capaz de
salir adelante. Por eso mi empeño en que te conozca, porque tú puedes
ayudarle.

-¿Yo? ¡Pobre de mí!

-Sí, tú le puedes ayudar, simplemente con tu manera de ser Y ver la vida
como la ves. Él no sabe que tú no ves. Lo irá descubriendo a medida que
vayamos hablando. Quiero que lo descubra por sí solo y, que te vea como una
persona con vista. A ver si le hacemos salir de ese pozo en el que ha caído
y del que se niega a salir. Su mujer ya no sabe cómo hacerle ver que la vida
sigue y hay que luchar por ella. Hay que luchar por uno mismo, y por los que
nos rodean.



Quince minutos después de llegar, lo hicieron también Natalia y Pedro.

Luisa los presentó, tomaron el café y hablaron de todo un poco. Después,
Esperanza propuso jugar una partida de dómino.

-Conmigo no contéis -dijo Pedro-, yo no veo jugar.

-Al dómino se puede jugar aunque no se vea -contestó Esperanza.

-Siempre se ha dicho, que habla muy bien el sano con el enfermo, y es
verdad -continuó el hombre-. Si tú estuvieras como yo... quiero decir, si tú
vieras lo que yo veo, no dirías tonterías.

-No, Pedro, no son tonterías. Un ciego puede hacer casi todo –continuó
Esperanza mientras Luisa y Natalia escuchaban atentamente la conversación-.
Puede leer, escribir, jugar una partida de cartas, de dómino, llevar una
vida casi normal, etcétera, etcétera.

-Pero cómo voy yo a llevar una vida casi normal, si no te veo ni la cara.
Sólo veo el color de la blusa que es verde, pero no distingo nada más. ¿Tú
crees que así se puede hacer todo eso que dices?

-Claro que se puede. Yo hago eso y mucho más, y ya me gustaría ver el color
de tu camisa, porque tú ves el color de mi blusa, pero yo no sé como es la
tuya.

-¿Me estás tomando el pelo? -preguntó él.

-No, Pedro, estoy diciendo la verdad. No veo nada, vivo sola, hago toda la
faena de casa, plancho, hago la comida, salgo a la calle y además, estoy
dispuesta a enseñarte a leer y a escribir y, a ver la vida desde nuestro
mundo si tú estás dispuesto a aprender.

Pedro no contestó, durante unos segundos quedó pensativo, sin palabras, sin
atreverse a abrir la boca.

-No sabía que... Pensaba... Pensaba que veías. Perdona, no debí hablarte
así. Nadie diría que eres...

-Si yo te digo que puedes salir adelante, es porque sé que puedes, y te lo
digo por experiencia propia. Así que no hay excusas que valgan.

Pedro volvió a quedarse sin palabras, pensativo, reflexionando por lo que
acababa de descubrir. Las tres mujeres esperaban en silencio una respuesta.

-De acuerdo. ¿Cuándo empezamos las clases?





(Sigue)

5 comentarios:

Piedad dijo...

¡Buenas tardes!
Volvemos con otro capítulo más.

Poco a poco vamos llegando al final, aunque todavía faltan algunos, pero menos, jejeje.
Después, Esperanza, seguramente se irá de vacaciones, jejeje. Si vosotro/as estais preparando también para salir, disfrutad todo lo que podáis y sobre todo, mucho cuidado en la carretera.

Abrazos.

Beatriz dijo...

Qué hermosa lección de vida y cuanta esperanza para Pedro, que ya se daba por vencido. Ahora se va a abrir un mundo nuevo para él. Que generosa y buena es Esperanza. Por cierto así se llamaba mi abuela asturiana. Beso y buena semana

Piedad dijo...

Qué casualidad, Beatriz, que tu abuela también se llamara Esperanza, y además, española. Me alegro por ello y cómo no, también porque te guste la historia de la protagonista.

Igualmente te deseo buena semana.

Un abrazo.

Conchi dijo...

Muy bueno este capítulo, Piedad. La fuerza y la energía de Esperanza la harán ayudar a esas personas que no saben cómo seguir adelante.
Dices que ya quedan menos capítulos, pero antes de que la protagonista se vaya de vacaciones que se dé otra vuelta por el ayuntamiento a ver si han decidio algo sobre el asunto que ella le planteó al alcalde. Que a mí no se me ha olvidado!!!

Te mando un fuerte abrazo
Conchi

Ah, la palabra "apenas" se escribe todo junto. Seguro que tu ordenador te lo separa.

rosa mis vivencias dijo...

He disfrutado mucho con este capitulo, solo por lo luchadora que es Esperanza merece la pena, Ojala todos los invidentes tuvieran el coraje de ella.

Abrazos.
Rosa.