domingo, 1 de junio de 2014

NUEVO RELATO. CAPÍTULO PRIMERO

Ante todo os doy las gracias a todos y a todas, que en la entrada
anterior me habéis dejado vuestras palabras de apoyo. La vida sigue... y yo
sigo trabajando las neuronas.

Hoy os dejo este relato de ficción que bien podría ser cierto. No estoy muy
inspirada pero aquí va.


Esperanza, una mujer que vive entre tinieblas, pero que poco le importa la
oscuridad que la rodea ya que a ella no se le oscurece nada y nunca mejor
dicho, pretende llegar, con su actitud, a la comprensión de los
incomprensibles. Sus amistades dicen que es la luz que ilumina a todos
ellos.

¿Pero será realmente esa luz para esas otras personas, que aún viendo ven
menos que ella?





LA LUZ DE ESPERANZA



Capítulo 1º



-¿A dónde vas, Esperanza? -preguntó doña Soledad.

-Perdone, no la había visto.

-Ya lo sé que no me has visto, por eso te he hablado, porque yo sé que por
la voz me conoces.

-Voy a pasear, a estirar las piernas.

-Cuidado, no te vayas a caer, que eso de no ver debe ser algo muy
fastidioso.

-Qué me va usted a decir a mí. Sé por donde voy porque el bastón me ayuda
bastante, pero lo que más me duele es que la gente pasa por mi lado sin
decir nada. Con lo poco que cuesta saludar y cruzar unas palabras.

-¡Dios santo! ¿Cómo puedes decir eso? Será gente ajena a tu falta de visión.
Gente que no te conoce.

-Nada de eso, doña Soledad, son personas que me conocen como usted. Pero lo
peor de todo esto es que cuando nos encontramos y yo voy acompañada, me
comen a besos y a halagos y cuando voy sola, ni caso, que se lo digo yo.

-Pero mujer ¿estás segura de lo que dices?

-Y tan segura. No ve usted que siempre hay alguien que lo ve y me lo dice.
"Mira, Esperanza, ¿has notado que pasaba alguien por tu lado? Pues era
fulanito o menganito..."

Si no me saludan yo tampoco puedo devolver el saludo y entonces puedo
resultar antipática y todo. Hay gente que hasta se sienten ofendidos, como
si fuera culpa mía el no poderles ver.

-Calla, mujer, no digas eso. Será que a ti te lo parece.

-No señora, eso me lo han dicho los mismos ofendidos.

-¡Qué barbaridad! Y dime: ¿Qué dice el médico de tu ceguera?

-Pues qué va a decir, nada. No hay nada que hacer. Lo que estoy haciendo,
vivir y seguir adelante. Aprender todo lo que me sea posible e imaginarme
que estoy rodeada de los más hermosos paisajes. Ver con la imaginación a los
pajarillos volar bajo un cielo azul con algunas nubes blancas que parecen de
algodón, moviéndose por una suave brisa que a penas se nota en el rostro;
jardines con césped verde y limpio de hojas y, los rosales y demás plantas
todas ellas florecidas; ríos con agua cristalina y verde vegetales en las
orillas; lagos con peces y patos... Paisajes, que de poder ver estoy segura
que no los vería, porque ya no existirán.

-Me he quedado con la boca abierta y te puedo asegurar que hasta he visto
esos paisajes tan hermosos. ¡Que imaginación la tuya!

-Es la manera de ver las cosas a mi gusto, ¿no le parece?

-Claro que sí, mujer. Esperanza, por ahí viene Teresa.

-Teresa, pues esa es una de las que pasan sin decir nada. La semana pasada
pasó sin saludarme.

-Buenos días, señoras -saludó la recién llegada-. Esperanza, qué alegría
verte, ahora hacía mucho tiempo que no nos veíamos.

-Pues sí, yo hace mucho, pero que mucho tiempo que no os veo ni a ti, ni a
doña Soledad, pero tú me viste la semana pasada, aunque no me saludaste.

-Ay, qué mujer esta, cómo iba yo a pasar sin saludarte.

-Sí, Teresa, fue en esta misma acera, un poco más arriba. Pasaste por mi
lado sin decirme nada. Hubo alguien que te vio, no lo puedes negar.

-Lo siento, me tengo que ir, me espera mi hermana y ya voy tarde. Adiós,
Esperanza. Adiós, doña Soledad.

-Adiós, Teresa.

-adiós, que tengas un buen día.

Teresa se alejó con paso apresurado.



-¡No entiendo cómo puede ser la gente tan hipócrita! –exclamó doña Soledad.

-Pues ya lo ha visto, se ha hecho la despistada porque no le interesa la
conversación. Lo que más me duele es que la gente intente engañarme de esa
manera. Soy ciega, pero no tonta.

-Pues has hecho muy bien decírselo, que lo sepa.

-Bueno, doña Soledad, voy a seguir mi ruta, que usted lo pase bien.

Adiós, Esperanza.

Esperanza desapareció al doblar una esquina, guiada por su bastón blanco y
con alegre semblante...





La próxima semana otro capítulo.

8 comentarios:

Piedad dijo...

Una vez más os doy las gracias por el tiempo que me dedicáis y esas palabras tan amables que me dan vida e ilusión.
Hoy no estoy segura que os guste este relato ya que no es de mi agrado... Bueno, quiero decir que no me ha salido simpático como yo quería, pero bien podría ser real aunque no es mi caso.
A ver los próximos capítulos como me salen, jeje.
Abrazos para todos y todas.

Anónimo dijo...

Hola piedad una vez mas te digo que
eres especial tienes una cabeza que no ay dos tienes razón casi es real
a un que no es tu caso

un abrazo M H

rosa mis vivencias dijo...

Piedad, el primer capítulo promete, además al leerlo parecía que lo estaba viviendo, creo que Esperanza tiene mucha razón, hay mucha gente que se podría muy bien identificar con la de tu relato.

No dejes de escribir nunca,ya sean relatos, poesías o cuentos, porque lo haces muy bien.

Abrazos.
Rosa.

Beatriz dijo...

Me gusta mucho como escribes. Y espero ansiosa el segundo capítulo. Muy fea la actitud de la gente. Buena semana. Y sigue así haciendo trabajar tus neuronas. Eres única!!!

Conchi dijo...

Piedad, me ha gustado este primer capítulo del relato. Como tú dices no es humorístico, al revés, yo creo que la protagonista está cabreada, que está hasta las narices de la hipocresía de algunas personas, que unos días se hacen las simpáticas y otros son como burras.
Me parece muy bien que hayas empezado así, ya veremos cómo continuas, jaja
También me gusta que lo estés escribiendo en forma de diálogo pues esta forma le da mucho ritmo y se hace poco aburrido.

Buenooo, esperaremos al segundo capítulo.

Un abrazo grande
Conchi

-Celi- dijo...

Felicidades por tu imaginación y en buena parte seguro que realismo, leer esto hace bien, pues nos ayuda a valorar a las personas por lo que son,personas, sin pensar en si padecen alguna discapacidad o no pues la bondad se lleva dentro.Un abrazo

PEPE LASALA dijo...

Gracias a ti Piedad, por todo lo que expresas y lo que transmites. No sabes la buena labor que haces. Un abrazo muy grande amiga.

isam dijo...

Piedad, supongo que a ti no te pasará eso, porque siendo como eres no creo que la gente no te quiera saludar, muchos besos y abrazos.
Isabel.