martes, 10 de noviembre de 2009

OTROS TIEMPOS 3ª PARTE

CAPÍTULO 3º


Una vez en la sala de oftalmología, perdido el miedo que me causaban los médicos, monjas y enfermeras, y una vez perdida la timidez, la vida en el hospital me empezó a parecer más grata. Todo el mundo me mimaba y me hablaban con cariño que es lo que una niña quiere. Cuando la monja iba a la lavandería a recoger ropa me sentaba en una punta del carro de la ropa que era especie a una camilla y me llevaba con ella. El sacerdote me sentaba en sus hombros y nos íbamos a visitar a los enfermos, y claro, ¿Cómo no iba a conocer el centro...?
Pero a pesar de que me había adaptado a una nueva vida, por cierto muy diferente, encontraba en falta mis juegos en el campo con mis amigas y sobretodo el no poder coger flores silvestres etcétera. Así que tenía que entablar conversación con las señoras compañeras de sala, porque no había otra cosa. Cuando llegaba alguna nueva ya me tenías a mí al lado de la cama haciéndole el historial: Cómo se llama, qué enfermedad tiene etcétera. Acto seguido le informaba de los días que tendría que permanecer en la cama sin mover la cabeza, dependiendo siempre de lo que tuviera, por ejemplo: operación de cataratas una semana sin mover la cabeza. Desprendimiento de retina un mes de igual modo. ¡Y lo peor de todo es que no me hacían ni pizca de caso! Un día, recuerdo como si fuera ayer, que llegó una señora y antes que llegara la monja con los papeles del ingreso, ya le había dicho que se tenía que meter en la cama y no mover la cabeza para nada, pues el desprendimiento de retina era algo muy serio si no quería perder la vista, pero a ella le entraba por un oído y le salía por el otro, no me hacía caso y yo estaba preocupadísima y cuando por fin entró la monja le dijo lo mismo que yo le había dicho. Ella lloraba y lloraba, yo me ponía a su lado sin saber decirle que yo había estado dos meses y eso no era nada. A continuación le informaba del menú del día, porque el primer plato siempre era igual, es decir, lunes y viernes servían patatas guisadas que le llamaban cazuela de patatas. Martes y sábados otro guiso parecido. Jueves y domingo arroz y miércoles macarrones algo caldosos, que por cierto, de los ocho platos que servían en la mesa, siete de ellos iban al váter. Todas las mujeres decían que estaban malísimos, pero para mí todo estaba riquísimo. ¡Era capaz de comerme hasta la monja con hábito incluido! Después de informarles de lo que sería el primer plato y una vez en el comedor, todas las mujeres se sorprendían al comprobar que siempre acertaba y es que ellas nunca habían observado ese detalle. La verdad es que el cocinero no se rompía el coco pensando en la comida de cada día.

Después conocí a una niña de mi misma edad llamada Dory, en otro departamento en la misma planta con la que me pasaba gran parte del día. Por la tarde nos dejaban bajar al jardín a coger rosas con las cuales adornaba mi mesita de noche. Dory me dejaba frente a los rosales y yo iba palpando con las manos hasta encontrar las rosas, ¡Pero me daba cada pinchada...! Un día tuve mal acierto y me caí de culo sobre ellos y me puse los brazos que parecía que me había peleado con los gatos todos arañados, y así salí yo del jardín, haciendo fuuu como los gatos. Suerte que Dory me ayudó a salir de allí.
Cuando iba con Dory no subíamos por la escalera, sino por el ascensor que era más divertido, y aunque ella era de mi misma edad, era mucho más baja que yo, tanto que no alcanzaba a pulsar los botones y como yo no veía pues la tomaba en brazos y así alcanzaba y de esta forma nos paseábamos para arriba y para abajo.
El 15 de mayo hicimos la primera comunión en la capilla del centro junto al hijo del médico catedrático que me llevaba a mí. Éste médico me regaló toda la ropa además de una muñeca, la más bonita que había tenido hasta entonces. Fue un día muy bonito aunque solo me pudo acompañar mi madre, el resto de la familia le fue imposible asistir por falta de medios económicos. Sentada en el primer banco seguía atentamente la ceremonia y cada vez que pasaba el sacerdote por delante de mí, me daba un golpecito con el dedo encima de la nariz para que supiera que andaba por allí, yo le respondía con una sonrisa. Cuando acabó la misa mi madre y yo nos dirigimos a mi sala, pero nada más salir al pasillo, el sacerdote me estaba esperando con los brazos abiertos para abrazarme y decirme: “Como sé que a Piedad le gusta mucho la música, le he preparado una fiesta”, y así fue, me tenían preparada una sorpresa la cual no he olvidado nunca. Cuando entré a mi sala, ésta estaba de lo más alegre porque me estaba esperando una rondalla de chicas con guitarras y bandurrias que nada más verme rompieron el silencio que reinaba en la misma, con aquella música que a mí me pareció la más hermosa. El cura bailaba con alguna enferma que podía levantarse para alegrar el ánimo de las mismas las cuales andaban algo tristonas, y las que no podían verme se lamentaban por ello. Y a la hora de comer tuve a mi madre invitada por las monjas, otro motivo más para estar contenta. Y como era jueves, el menú del día era arroz, pero el postre fue especial, porque ese día, las monjas me hicieron un flan grande para mí sola que compartí con mi madre.

20 comentarios:

rosa mis vivencias dijo...

!PIEDAD!
No sabes como me a gustado esta parte de tu historía personal, me e reido mucho yo sola, como si lo estubiera reviviendo todo en ese mismo momento, tengo ganas de leer
"OTROS TIEMPOS 4ªPARTE" ROSA

Conchi dijo...

Piedad, me quedo maravillada al leerte. Cómo lo recuerdas todo, cada detalle. Entiendo que aquello que viviste es para no olvidarlo pero tú tienes un memorión increíble. Me ha encantado leerte, he podido imaginar todo como si hubiera estado allí.
Gracias por contarnos tu vida.
Espero que sigas.
Y también espero que las obras vayan terminando, que se acerca la Navidad!!!
Un abrazo muy fuerte
Conchi

Mayte dijo...

Que gusto da leerte y bello tener recuerdos. Un besazo

Encarna Hernández (Elis Nennit) dijo...

Gracias Piedad por estar ahí..

He leido algunas cosas de las que tienes expuestas, tienes una sensibilidad y una memoria maravillosas.. seguiré visitando tus blogs cada vez que disponga de un ratito..
Un beso enorme guapa!

Mariaisabel dijo...

Mi querida Piedad,
Pero que maravillada me quedo al leerte!
Verdaderamente tu historia es fascinante y como dice Conchita, que memoria tienes, es increible.
Me gusta mucho que escribas tus experiencias.
Un gran abrazo, amiga.

Isabel dijo...

Vaya , vaya Piedad ¡menuda historia la tuya! alegre y triste a la vez . Me gusta mucho como lo cuentas. Han pasado los años y pareces una niña , bueno no es que lo parezcas es que habla la niña que tienes dentro y nos relata de primerisima mano algo tan tremendo que le sucedió pero como era su vida pues la supo vivir con todas las alegrías que se ofrecían por seres buenos que la rodeaban.
Gracias por tu relato Piedad es una gran enseñanza de vida
Un abrazo

Kety dijo...

Piedad, volveré, de momento te dejo un abrazo.

entreluces dijo...

Son vivencias que se quedan en la memoria para siempre y que las compuertas del corazón a veces se abren para que broten.

Tal como lo cuentas nos haces vivir esa época y esos momentos con un realismo extraordinario.

Disfruté con tu relato. Un abrazo Piedad.

Piedad dijo...

Hola a todas. Os agradezco vuestros comentarios, para mí es un placer leerlos porque ello me da vida, es decir, cargo las pilas para todo el día jajaja.

Abrazos para todas.

Piedad dijo...

Vuelvo a leer de nuevo vuestros comentarios y en ellos se repite la palabra "memoria". Sí, es verdad que tengo buena memoria, me acuerdo del pasado perfectamente, pero del presente... ¡Ay madre! ¿Qué comí yo ayer...?¿Y qué os quería decir...? Ahora no me acuerdo ¡Ves, esta memoria mía me empieza a fallar! Jajaja. ¡Ah! sí, ya me acuerdo! ¡Os quiero!
Y antes que se me olvide: a partir de mañana estaré sin mi amigo "El teclas" ya que aún tiene que pasar por el centro de salud para limpiarse bien del virus. Hasta su vuelta os deseo todo lo mejor y os dejo un abrazo.

Águila Solitaria dijo...

Hola Piedad, me alegra que sigas escribiendo, de evrdad no te animas a escribir un libro?? me quedo embobada leyendo... y dale recuerdos a Rafael, que todo vaya muy bien. besos.

Elsis dijo...

Piedad querida, me encantó leer tu relato, y saber que estuviste rodeada de tanto cariño, me pareció estar allí.


Besitos mi linda amiga!

Conchi dijo...

Piedad, que no se te olvide que tienes que volver con nosotros, que te queremos y te echamos de menos!!!
Supongo que mientras el teclas es limpiado, tú estarás también colocando ya cositas en tu casa nueva (nueva, por las obras)
No te canses mucho, poquito a pocooooo.
Te mando un fuerte abrazo, amiga.
Conchi

Unknown dijo...

Piedad ... quiero darte las gracias por algo tan maravilloso como es compartir una parte tan importante de ti, tus vivencias, con todos nosotros.
Te mando un beso enorme.

Isabel dijo...

Hola Piedad paseaba por aquí en esta tarde de domingo y te dejo un par de besos

maracuyá dijo...

Hola Piedad, ya estoy aquí, leyendo y disfrutando tus historias, una detrás de la otra. Me han resultado cortas, así que espero continúes.
Jajajá, creo que te tendrían que haber nombrado jefa de diagnóstico y tratamiento. Además, ayudante de chef...eras como la carta del restaurante hospitalario, jajajá.
tienes una capacidad de adaptación envidiable...te digo que yo sigo cumpliendo años, de hecho desde el 19 de noviembre tengo uno más, pero las batas me quedarían largas como las tuyas de niña, porque los años no me traen centímetros, sólo algún dolorcito extra de huesos...jajajaá.

Es lindo volver a verte. Te dejo un gran abrazo.

Ali_ dijo...

Hola Piedad!,

Hacia mucho tiempo que no pasaba por aqui, y ya veo que has escrito bastante. Acabo de leer esta 3ª parte, asi que despues volvere a leer el resto ya que me ha enganchad tu manera de describir tu vida y el sentimiento que pones al escribir.

Un besin.

Ali

Ali_ dijo...

Hola Piedad, paso a dejarte un besin. Hace tiempo que no se de ti.

Besines.

Ali_

Isabel dijo...

Eoooooo!!! a ver si mister teclas se recupera ya de una vez.
Un abrazo

agua dijo...

Hola Piedad, a pesar de haber estado fuera de la blogsfera tanto tiempo me acordé de ti muchas veces. Mi vida ha cambiado notablemente y tengo que decir que para bien. Vuelvo a estar sola, la diferencia es que ahora estoy MUY FELIZ.
Tengo una nueva casa en la blogsfera. Besossss